El programa de Blanck y Van der Kooy sirvió para mostrar a Felipe arrimándose al kirchnerismo, a Alberto F. idem, luego a Beatriz Sarlo y finalmente al inefable Artemio haciendo lo suyo.
Más allá de este anecdotario, se pueden colegir un par de cosas: con sus gestos silenciosos de estas horas de duelo CFK dijo bien claro que tolerancia de parte de ella no esperemos nada, ni una gota. Primero fue la elección de la Rosada en lugar del Congreso. Después vetó la visita de un ex presidente como Duhalde y del vice, Cobos. A Macri y De Narváez no los dejó pasar. Inaudito. Esa es CFK. Y así será. La viudez difícilmente la mejore. Al contrario, existe el riesgo de que gane espacio en su entorno el sector más talibán. Si actuara con racionalidad política haría todo lo opuesto: se arrimaría a Scioli, al G-8 y a los gobernadores, para que la apoyen y la blinden, y recortaría en lo posible a Moyano; se apartaría sin rupturas pero con claridad de la Bonafini y de las orgas piqueteras; buscaría puentes con los empresarios y el campo; finalmente, lo más ambicioso: intentaría reconciliarse con las clases medias. Y todo esto más allá de que se presente o no en 2011. Porque bien podría ir Scioli con su bendición. Pero este combo racional es una opción que puede descartarse. Tal vez la cruda realidad le imponga a CFK una versión lavada de alguna de estas jugadas, como suavizar la tensión con los empresarios a través de De Vido o mejorar la relación con los bonaerenses para compensar el superpoder moyanista. Pero nada más. Y Timerman ya anticipó a CNN que va a ir ella. Scioli, de aquí a marzo, va a tener que elegir: si nuevamente se somete a Olivos, esta vez a ella, o si compite en la interna. Creo que si se presenta la mata, la dobla en votos como hubiera hecho con Néstor. Néstor, el carismático post-mortem.