jueves, 28 de octubre de 2010

La jornada del tele-velorio; el carismático post-mortem

La noche de velorio televisado en la Rosada devino en las últimas horas en un aquelarre de Estado, con los muchachos de la militancia a los gritos. Artemio aprovechó la invitación de Van der Kooy y Blanck para decir que este efecto post-mortem cambia todo, que se reconfigura todo, que el líder carismático Néstor no se qué, etc. Un delirio: la clase media no-K, o sea el 75% de la clase media, vio con indiferencia, desdén u horror este show morboso. Que Kirchner nunca fue un líder carismático es algo sabido y descontado. Hasta ahora. Que se pueda decir que lo era en un programa político sin recibir objeción o réplica da cuenta del clima del momento. En cuanto al efecto benéfico para CFK de la muerte de Néstor, obviamente existe y existirá, pero ¿alguien va a decidir su voto en octubre de 2011 por esta oleada de simpatía por la viuda? Por favor. Mirése el caso Alfonsín: tiene como 40% de simpatías, pero menos de 4% de intención de voto (cito cifras de memoria, pero andan por ahí). En el mejor de los casos, le arrimará unos puntitos, nada más. No cambia no vuelca nada, como están haciendo creer las usinas K.
El programa de Blanck y Van der Kooy sirvió para mostrar a Felipe arrimándose al kirchnerismo, a Alberto F. idem, luego a Beatriz Sarlo y finalmente al inefable Artemio haciendo lo suyo.
Más allá de este anecdotario, se pueden colegir un par de cosas: con sus gestos silenciosos de estas horas de duelo CFK dijo bien claro que tolerancia de parte de ella no esperemos nada, ni una gota. Primero fue la elección de la Rosada en lugar del Congreso. Después vetó la visita de un ex presidente como Duhalde y del vice, Cobos. A Macri y De Narváez no los dejó pasar. Inaudito. Esa es CFK. Y así será. La viudez difícilmente la mejore. Al contrario, existe el riesgo de que gane espacio en su entorno el sector más talibán. Si actuara con racionalidad política haría todo lo opuesto: se arrimaría a Scioli, al G-8 y a los gobernadores, para que la apoyen y la blinden, y recortaría en lo posible a Moyano; se apartaría sin rupturas pero con claridad de la Bonafini y de las orgas piqueteras; buscaría puentes con los empresarios y el campo; finalmente, lo más ambicioso: intentaría reconciliarse con las clases medias. Y todo esto más allá de que se presente o no en 2011. Porque bien podría ir Scioli con su bendición. Pero este combo racional es una opción que puede descartarse. Tal vez la cruda realidad le imponga a CFK una versión lavada de alguna de estas jugadas, como suavizar la tensión con los empresarios a través de De Vido o mejorar la relación con los bonaerenses para compensar el superpoder moyanista. Pero nada más. Y Timerman ya anticipó a CNN que va a ir ella. Scioli, de aquí a marzo, va a tener que elegir: si nuevamente se somete a Olivos, esta vez a ella, o si compite en la interna. Creo que si se presenta la mata, la dobla en votos como hubiera hecho con Néstor. Néstor, el carismático post-mortem.