martes, 30 de agosto de 2016

Farc y chavismo: el final casi simultáneo de dos procesos históricos


El final casi simultáneo de dos procesos históricos
La Capital, 30 de agosto de 2016

El cierre del conflicto armado en Colombia se firmó entre el Estado colombiano y un fósil viviente de la Guerra Fría, las Farc. Vale contrastar este fin, que llega con 25 años de retraso, con la descomposición acelerada que, frontera de por medio, experimenta el chavismo. Porque se suponía que este venía a reemplazar al otro modelo, ya muerto; el esquema neopopulista al comunista, fallido a nivel planetario en 1989. Pero ocurre que el nuevo modelo no duró ni una generación. Mostró una notable celeridad en el fracaso.

Las Farc de Marulanda y Raúl Reyes proponían la revolución y la instauración del modelo vigente entonces en la URSS. Cuando formularon este programa político en los 60s, la URSS parecía una alternativa ganadora. El fracaso del comunismo soviético tardó sus buenos 70 años en madurar; en contraste, el modelo neopopulista chavista apenas necesitó de 15. Hoy se mantiene en el poder solamente porque es un régimen militar, pero no tiene ninguna perspectiva. Fracaso que indica tanto la inviabilidad del modelo elegido como la ligereza e impreparación de su constructor, Hugo Chávez. Pero no solamente de él, también de los dirigentes y los cuadros que le dieron su acompañamiento. Mientras los jefes guerrilleros de las Farc, casi aniquiladas por Alvaro Uribe, debieron negociar su final desde la debilidad de la derrota militar y la desaparición de su modelo político, el chavismo se derrotó solo. El costoso aparato militar y paramilitar de Chávez jamás disparó un tiro en combate —aunque sí bastantes contra la población civil. El chavismo está siendo vencido, no por "el imperio", sino por su tendencia suicida a aumentar siempre y contra toda evidencia de resultados el tamaño del Estado, a estatizarlo todo a golpes de humor del caudillo, con sus famosos "¡Exprópiese!". Mientras el stalinismo tuvo una indiscutible capacidad para industrializar y lograr desarrollos tecnológicos, aunque fuese a fuerza de KGB y campos de concentración (y no consiguió mejorar el nivel de vida de la población lo que llevó finalmente a su implosión), el chavismo solo supo desindustrializar y, más increíble aún, destruir hasta la producción primaria, como la de carnes y vegetales. Un récord negativo sin muchos antecedentes en la Historia.

miércoles, 10 de agosto de 2016

Más allá del capitalismo, el liberalismo

Con reescrituras importantes el 12/08: 
Sí se pudiese ser anticapitalista o postcapitalista y liberal a un tiempo. Pero ¿cómo? Cuidado: dije anticapitalista, no de izquierda, que es su sinónimo reflejo. Y su forma vulgar. En el plano prosaico de la política, esto signfica habitualmente la conocida vía del medio, la praxis socialdemócrata, que lleva a Felipe González, a Binner. Un café con leche que no me interesa; sirve a poco, salvo a los profesionales a sueldo de la socialdemocracia. Extraños y mediocres a un tiempo. Luego están los radicalizados con "racionalidad", los K-pero, los lectores de Laclau, los Beatriz Sarlo: tantos, son tantos... Acá el anticapitalismo es izquierda sin más, sin posibilidad de duda, el reflejo no se discute. La vulgaridad sin remedio de esta gente, tampoco. Son fascistas de izquierda. Peronistas de izquierda, postmarxisas, cosas así. Para eso me quedo en el barrio donde vivo.
Vayamos para otro lado. Un crítica radical de la sociedad de masas capitalista que sea revolucionaria pero liberal. Atea, crítica del capitalismo institucionalizado, que es un organismo social normalizador como tantos otros, como los partidos, la Iglesia, la religión, los clubes de fútbol, el trabajo, más en general, el peronismo, el socialismo, las corporaciones, etc. Y no olvidar nunca, pero nunca, a la institución opresora y "normalizadora" número uno, por antonomasia, la familia. Familia y capitalismo se pelean pero van juntos en esta actual fase de megaglobalización tecnológica, con instrumentos de mercado que son a la vez de absorción y normalización social (pienso en las redes sociales, en el What'sapp, el Snapchat, etc), que no dejan nunca al individuo solo, es decir, en las peligrosas condiciones de indagar y solventar su soberanía. De abrirse paso entre la telaraña social, que esas tecnologías consolidan. Entro a Twitter, "mi" red social: siento de inmediato el llamado de la tribu, los mecanismos de reclamo identitario, el run-run "sumate, mirá estamos embarcados en otra batalla, nos lo debés, o con nosotros o con ellos". El silencio del individuo soberano merece de inmediato las caracterizaciones alarmadas de la medicina: fobia social, diagnosticarán; depresión, esquizoide, lo que venga con tal de exorcizar el ejercicio de soberanía que perciben en ciernes en el que se ha apartado del rumor de la colmena.

Se busca acá un radicalismo liberal que diga todo el tiempo: vean, no hay otra cosa que esto: en economía, el mercado, que en versión colectivista es especialmente exitoso, v. gr China, Singapur, Corea, etc. Si les gusta, bien, si no, no hay otra opción que Maduro, Evo o Mugabe. Eso está saldado, no se discute más. Pero se trata de abrir espacios para la soberanía de la persona. Superado el asunto del modelo político y económico, veamos cómo abrir brecha en la cada vez más espera trama de control social en la sociedad de masas goblalizada.  

Porque,  como creo acreditado con la sumaria antropología del individuo soberano recién esbozada, sí vale una crítica radical de lo inmanente construido por la Historia, de lo inmanente del capital como categoría histórico-ontológica, o bien transhistórica. O, menos ambiciosamente, una crítica de la sociedad de masas que tenemos, que hay, pero sabiendo que solo puede haber esto, o más o menos esto, al menos en el plano de las instituciones y la economá. Y denunciar que esta chatura existente está a años luz de la sociedad de individuos soberanos que imaginó el liberalismo del XIX. Tocqueville, por ej. Se trata de un utopismo radical liberal, liberal por eso mismo, por ser radical. El punto clave es que el liberalismo lleva mucho, mucho, más allá del mero capitalismo,y precisamente lo hace por ser la única doctrina que parte del individuo soberano; si fuera solo por la economía de mercado, si el liberalismo, como quieren los liberales conservadores _ah, tantos de ellos católicos..._, se terminara ahí, sería suficiente con infiernos sobre la tierra como China, Vietnam, pronto Cuba. O, de nuevo, la vía del medio, el café con leche socialdemócrata o democristiano. Bachelet, Ricardo Lagos, Binner. Dejo esa tarea a los políticos. Yo debo intentar un panfleto radical liberal centrado en la soberanía del sujeto, no en la subjetividad socialmente construida de la izquierda lacano-hegelo-foucaltiana, no, en el sujeto centrado en la conciencia pura originaria, en la inmanencia pura autosustentada del sujeto, que es antepredicativo, esto es, anterior al lenguaje, que es por definición ser social, su principal amalgamante. Sujeto-Yo que como ser anterior al ser social, se plantea su soberanía del rebaño, de la grey, de la tribu. Plantear esto, en tiempos de redes sociales, de Instagram, de estupidización colectiva extrema, como dijo George Steiner hace poco.