martes, 27 de abril de 2010

Grecia, el FMI y las diferencias abismales entre el progresismo europeo y el populismo latinoamericano

Por estos días estuve siguiendo la crisis de Grecia. Y me impactó la distancia enorme entre el progresismo europeo y el latinoamericano respecto de las instituciones económicas internacionales, FMI incluido, y el sistema financiero. Escribí un par de columnas en el medio en el que trabajo, y aquí pego la segunda, que trata precisamente de esa diferencia abismal:



Grecia habilita a trazar un paralelo entre el progresismo europeo y su conducta ante la crisis en la zona euro y el equivalente de ese sector en América latina. Los gobiernos y la prensa europeas de línea progresista se plantean ante la crisis actual alternativas diferentes a las de la centroderecha, pero lo hacen siempre dentro del esquema vigente: o sea, instituciones de la Unión Europea, bancos centrales, FMI, sistema bancario, bolsas, mercados, etc. El ejemplo más cercano es España. Allí la prensa progresista y el gobierno socialista —que además no es típicamente socialdemócrata sino que ha sido más radical en varios temas— se mantienen claramente dentro del sistema.
La ministra de Economía, Elena Salgado, en sus esfuerzos por despegar a España de Grecia, ha hecho continua profesión de fe en la lógica del sistema económico-institucional y de los mercados, y en la necesidad de ajustes que inevitablemente arroja la crisis (España pasó de +2 de PBI de superávit en 2007 a -12% de déficit en 2009). Los mercados son puestos en el banquillo sólo en casos extremos, como lo fue el escándalo de las hipotecas subprime que desató la Gran Recesión y la necesidad urgente de regulación que dejó en evidencia. O ante los ataques especulativos contra los bonos de los propios países, cuando se hace causa común desde la prensa y todo el arco político. En otras palabras, los socialdemócratas europeos pueden no amar a Wall Street o a la City londinense, pero no reniegan de su necesidad, de su rol central en la arquitectura económica de las democracias avanzadas.
  
En América latina, en cambio, se da con el surgimiento de las democracias de tipo populista autoritario —que en varios países hacen de sustituto al tradicional gobierno socialdemócrata latinoamericano— un ataque frontal al sistema economía de mercado-instituciones internacionales que va mucho más allá de las habituales objeciones neokeynesianas. Es cierto que en Brasil, Chile y Uruguay, entre otros países, se dan o han dado experiencias encuadrables en la socialdemocracia y que, a diferencia de las de los años 80, resultan altamente exitosas.
  
Esta diferencia radical de actitud ante el sistema financiero internacional entre el progresismo europeo y el populismo latinoamericano no hace más que acentuar el aislamiento de la región de la corriente principal que domina en el resto del mundo. Y esto ya no sólo en términos económicos, sino también en el plano de la cultura política.
  



jueves, 22 de abril de 2010

El gobierno, en plena fase jacobina

Definitivamente, el gobierno ha entrado en su fase jacobina. El episodio Clarín-hijos de Ernestina, los escraches a los periodistas del grupo, las denuncias penales contra Cobos; el "juicio" que prepara la Bonafini contra los periodistas que según su paranoico parecer fueron procesistas, etc. Hoy, cuando vi a esos dos hermanos en la TV, me di cuenta de hasta dónde ha llegado el conflicto político en Argentina. Que no está lejos de una fase chavista, aunque por suerte al gobierno le faltan poder y consensos como para "chavizarse", y lo sabe. Pero igual radicaliza hasta dónde puede, con quién puede, cómo puede. O sea, con las Madres, con los demás organismos de DDHH cooptados, con los piqueteros, con los gremios y orgas de la CTA adictas a la ley de medios, etc. Pero es igualmente claro que el resto, el núcleo del poder PJ, prefiere no poner el cuerpo en esta locura. Y en el gobierno se ven signos de cansancio y preocupación por lo que hacen las tropas jacobinas de Néstor: dicen que Filmus critica los escraches y operaciones en voz alta; está la escueta declaración de Pichetto, con miedo evidente de ser reprendido por Néstor; parece que Randazzo también está preocupado. Y todos los demás se quedan en silencio, nadie habla. Es que estos tipos quieren seguir vivos políticamente después de 2011, no son kamikazes, son peronistas. Este tal vez sea el último límite, el que frene a Néstor: nadie, fuera de los grupos radicalizados de las orgas K y los organismos de DDHH cooptados, quiere ir a matar o morir, ni contra Clarín ni contra el resto de la sociedad. Tal vez sea este instinto de supervivencia el que le ponga un freno a la maquinaria de guerra K en las próximas semanas. Ojalá, aunque hoy no parece probable que este freno actúe. De paso, o no tanto: qué paradoja brutal que esta ofensiva tenga dos brazos armados principales que son, uno, los organismos de DDHH, y el otro, ¡los servicios!

lunes, 19 de abril de 2010

Los otros años 70: las vidas escondidas

Nueva novela de un escritor de Turín, Alessandro Baricco: es sobre un grupo de adolescentes en los años 70, que son católicos practicantes. Lo interesante es que el novelista elige esa evocación de los 70 en una ciudad emblemática de la izquierda radicalizada juvenil. Dice al respecto: "en Turín se disparaba casi todos los días, pero esa cosa tan espectacular y enceguecedora comprendía un círculo limitado de gente. Los otros vivían vidas inmensas. Esto para mí tiene una fascinación enorme. Sin descubrir las vidas escondidas no podemos comprender los años 70". Ecco, dirían los italianos, este punto me parece vital. Los otros años 70, las vidas escondidas, tapadas, por el protagonismo brutal de la violencia política. En Argentina ningún novelista tendría hoy el valor de plantearlo, dado el control absoluto del verbo políticamente correcto en clave K que domina a las letras. Pero yo, como el italiano Baricco, soy de esa época, y si bien estuve mucho más cerca que él de la militancia y de la violencia política (cerca: nunca milité), viví hondamente esas otras "vidas inmensas" y "escondidas" que él evoca por medio de un grupo de chicos católicos, que se confrontan, no con sus contemporáneos de las Brigadas Rojas o Lotta Continua, sino con el mundo pecaminoso de la alta burguesía "rica, inmoral, imprudente, escandalosa", según describe el periodista del Corriere que entrevista a Baricco. De hecho, el tema de la nota es otro: los ataques de la crítica católica al libro de Baricco, Emmaus. Pero para mí es central ese otro asunto, el de las otras experiencias de los 70 que han quedado totalmente eclipsadas por la prepotente lucha política. Hablo de adolescentes que leían a Salinger y escuchaban a Pink Floyd. De ellos nadie ha escrito una novela, mucho menos filmado una gran película. Que pasaban sus veranos en Villa Gesell y vivían por ósmosis de los mayores las novedades culturales de la época, pero a la vez buscaban su identidad por oposición a esos adultos. En fin, alguna vez alguien tendrá que escribir esa novela. Por lo menos me consuela saber que en Italia ya se ha hecho algo similar. Pero claro, en Italia a las Brigadas Rojas todos las llaman por lo que eran: terroristas. Nadie habla de militantes del campo popular aniquilados por el terrorismo de Estado al servicio del capital trasnacional. Salvo, claro, en oscuros y marginales círculos de anarquistas okupas. Acá, en cambio, lo hace la presidenta de la Nación y de ahí para abajo, una interminable legión. Esa es la gran distancia, o una de las grandes distancias.

jueves, 15 de abril de 2010

Comunistas de mercado chinos al rescate del progresismo bizarro argentino

Uno a uno en el Senado (Marcó del Pont vs impuesto al cheque). Pero se sentó la senadora Bartolozzi (o algo así) y esto fue motivo de título de apertura de tapa para La Nación. Marcó fue en la bajada. El diario de los Saguier está entrando en el juego K de polarizar y degradar.
Una forma de correrse de esta locura diaria es dedicarse a analizar y seguir la información económica. Dice Lucas Llach en El Economista que el panorama 2010-11 será inflación alta y reactivación, lo que da un resultado político mixto para el gobierno con predominio del saldo negativo por la inflación. Y, como todos los economistas, agrega que la inflación ya está en régimen, o sea, ya es autorreferencial, por expectativas. Se negocian convenios colectivos y se ponen precios pensando en la inflación futura, ya no en la pasada. El consumo se acelera por lo mismo: comprá ahora, que el mes que viene aumenta. Sea una botella de malbec o un auto, todo lo que no sea consumo de supervivencia se compra con ese mecanismo activado en la cabeza. Dejemos de lado el debate que intenta instalar el gobierno y la retahíla de progres K: que la inflación es sólo culpa de los empresarios oligopólicos. Sturzzeneger y Urbiztondo, de Fiel, están entre los últimos en rebatir esta falacia simplista y tribunera, pero creo que ya es un asunto saldado. El punto es que esta gente del gobierno sigue sin plan antiinflacionario, fuera de mandar a Moreno. Dice El Economista que en la última reunión de directorio del BCRA, de inflación, no se habló: el análisis del grupo de Marcó es que sólo falta oferta y que ellos van a inyectar crédito a las pymes para subsanar esa falta. Y punto. O sea: creen que el Central es un segundo Banco Nación. Me parece que no estudiaron una bolilla en la UBA, esa que trata de la autoridad monetaria. Confunden al Central con una banca de fomento.
Está claro entonces que el gobierno persistirá en el negacionismo inflacionario. Crecerá así, inevitablemente, la presión para devaluar, aunque ya cueste mantener al dólar donde está para que no se caiga. En fin, todo va hacia un cuello de botella: inflación crónica alta, retraso cambiario, gobierno en déficit que se financiará caro en los mercados externos con el consecuente aumento de la nueva deuda, etc. Según Ricardo Delgado, siempre en El Economista, el gobierno cree seriamente que lo mejor es manejarse en una "zona de confort inflacionario", del 20 a 30%, dado que así aumenta sus ingresos tributarios y licua el gasto, creando tensiones salariales que considera manejables. Lo cual, agrego yo, es una completa locura, muy típica de Néstor. Dice Llach que sin embargo el futuro gobierno no recibirá un cuadro tipo 1999, sino algo menos trágico, más manejable. Según él (yo tengo mis dudas) al no haber tapón cambiario, recesión, etc, como cuando subió Chupete, "sólo" habrá que ajustar las tarifas, rebajar un poco el gasto, normalizar el Indec, y no mucho más, dado que ahora la inserción argentina internacional es mucho mejor que en tiempos del 1 a 1 o los años 80. En suma: China y Brasil nos salvan, ya que si fuera por nosotros nos volveríamos a tirar alegremente al barranco. Así que la distribución internacional del trabajo según las ventajas comparativas de cada país (que eso es la globalización) salvará al modelo productivista-desarrollista del gobierno. Nuevamente, el sistema capitalista va al rescate de sus adversarios. En términos políticos: burócratas comunistas chinos que practican el libre mercado con fe de conversos le crean una red de seguridad al progresismo bizarro que gobierna Argentina comprándole soja y derivados al único sector social que se le animó a enfrentarlo en serio. Esperemos que esa red siga estando bien firme en el período 2011-15, si no, éstos tipos vuelven con todo. Con 6,7, 8, Hadad y Florencia Peña incluidos, y con León Gieco berreando un tema de Mercedes Sosa.