sábado, 25 de abril de 2009

Lugo, el glifosato y la modernidad

Las múltiples paternidades de Fernando Lugo dicen mucho sobre una cultura o hábito propio del subdesarrollo más arraigado. El norte argentino también conoce estos hábitos seculares. El propio Lugo recurrió a esta explicación en sus disculpas públicas. Más allá del descaro del personaje, tiene razón. Ahora viene el glifosato. ¿Uh? Sí, el glifosato. El de la soja, demonizado por estos días en una turbia operación pseudoinformativa surgida al parecer desde Defensa, donde es subsecretario Andrés Carrasco, el tipo que a su vez es del Conicet y la UBA y que se cree filtró el informe sobre los males del glifosato. Ese que ahora no aparece por ningún lado, ni en el Conicet ni en el Instituto de Embriología Molecular de la UBA, donde, dijo Página 12, se hizo el trabajo.
Bueno, el asunto es que en las regiones rurales modernas, donde reina el glifosato, las historias feudales como la de Lugo son poco o nada probables. El feudalismo sexual es cosa del pasado en la Pampa húmeda, mientras sigue siendo usual en el profundo Norte argentino. Me cuenta un amigo chacarero una historia: los equipos de cosechadores trabajan primero en la Pampa húmeda, donde hacen la "gruesa". Luego van al norte a cosechar otros cultivos. Mientras que por aquí se tienen que cocinar y lavar ellos, en el norte los tipos consiguen en minutos una tropilla de chicas que se "regalan" para todo servicio. Por la comida y unas monedas. La soja tiene mucho que ver en esta modernización de costumbres y del paisaje social. Así, se da la paradoja que quienes denostan la soja son los mismos que, se supone, procuran una mayor justicia social. La misma paradoja se dan en Bolivia: Evo es aliado de los sectores más retrasados, en el Occidente del país, y enemigo de los sectores más modernos, del Oriente. Donde, de nuevo, se tiene a la soja como agente dinamizador de la economía. Enfrente, como cultivo emblema, está la coca del Chapare.

jueves, 23 de abril de 2009

¿Llega el momento de revisar los 90?

Cónclave en el Kursk. Se trata de un sector abandonado, un enorme subsuelo lleno de linotipias rotas, viejos escritorios y otros restos arqueológicos similares. Se juntan los muchachos a fumar y tomar café. Papucho se suma al grupo, que encabeza el Loco. Gran cronista, el Loco, educado en la ley de la calle del sur de la ciudad, donde fue obrero de frigorífico y boxeador aficionado. Fuma tranquilo y manso un Colorado. Asegura que el café de la máquina automática está tomable. En el frío que corta la cara y como para calentar el ambiente, la chanza al noventismo de Papucho se vuelve inevitable. Ah, dorados 90, que se fueron para nunca más volver! Cierto, Papucho? El tipo, sin pensar un momento pica con todo: Claro! Ojalá volvieran, los 90! Vos te podrías sacar el crédito hipotecario..." Pará, pará, estaba jodiendo! trato de deterlo, pero en vano: Papucho está lanzado a su reivindicación visceral de los Golden 90 y no hay dios que lo pare. Que el crédito hipotecario, que el voto cuota, que mi plomero laburaba a lo loco, aunque no lo registraba el Indec porque era todo en negro, etc. En torno del tipo todos sonreímos, entre pícaros y condescendientes: "ay, este Papucho!". El drama es que el tipo tiene razón en todo, punto por punto: había credito hipotecario, hoy no; los autónomos laburaban a full, hoy no; el poder adquisitivo de la clase media era claramente superior al del breve auge del kirchnerismo (2005-07) y aún en la época de decadencia de la Convertibilidad el bienestar de la middle class argenta era netamente más alto al que tiene hoy, en este gris período de decadencia K (07-09). Entonces, ¿de qué nos reímos? pregunto al grupo. El Loco rebufa. Y recuerda la desindustrialización, la gente echada de las empresas del Estado, la cultura del vale todo, los yuppies, la Ferrari del muñeco, la Corte, etc. Está claro, también tiene razón. Pero, no llegó el momento de hacer un balance no autoritario de los 90? Con no autoritario quiero decir: que se pueda debatir a fondo y en detalle y no, como ha instalado el kirchnerato, que su sola mención sea tabú y cierre toda discusión. El mecanismo es represivo. Es el mismo que se usa para los 70s y tiene un sabor stalinista, castrista. En lugar de "burgués", o "imperialista" o "yanki" el mecanismo de clausura de razones funciona con "neoliberal", "años 90", "privatizaciones", etc. Por lo tanto, lo que está en juego no es solamente el contenido de la discusión que se propone, sino la ruptura de un modo autoritario de formar opinión pública. Va más allá, entonces, de los 70 o los 90.

miércoles, 8 de abril de 2009

La demografía, factor negado pero decisivo

¿Puede aún hoy la clase media argentina ser el sujeto social y político decisivo? La respuesta de los analistas y también de los encuestadores es sí, claro. Ahí está el quiebre mortal del poder K en 2008 con el conflicto del campo y el masivo apoyo que recibió de las clases medias urbanas. Pero, entonces, si la clase media es tan decisiva, ¿porqué su representación política es minoritaria? Veamos: la CC y sus aliados radicales y socialistas son hoy el mejor emblema político de las clases medias, pero no sueñan seriamente con ganar las presidenciales de 2011. Tal vez se impongan en distritos muy importantes, como Santa Fe, Capital, y ciudades como Mar del Plata y Bahía Blanca, pero nadie apuesta de verdad a un triunfo nacional de la "nueva Alianza", como la castiga Néstor desde sus tribunas del Conurbano. A su modo primitivo, Néstor tiene razón: porque el sujeto social es el mismo, en la Alianza de Chacho y De la Rúa como en la CC de Lilita-Binner-etc. Es la clase media no peronista. Este sector hoy no representa más de un 30% de la población. Por su inevitable sobrerrepresentación en los medios y, en general, en todo lo que sea espacios públicos, puede parecer más importante, pero numéricamente no lo es.
Acá viene a cuento un poco de historia. Revisemos un libro de historia política y veamos los años 40 y 50. Se verá que el término "Conurbano" no aparece. Sorpresa: el país, por entonces, tenía menos de 20 millones de habitantes, hoy tiene prácticamente 40, si no más. Es la demografía, y no agrego "estúpidos". Nadie la "registra", a la demografía, ni la derecha, por obvias razones confesionales, ni la izquierda, neuróticamente obsesionada en culpar al capitalismo de todas las miserias. Pero ahí está, con sus verdades contundentes. El Conurbano es hoy el fiel de la balanza electoral, como el todo mundo sabe. De ahí la pelea feroz entre peronistas, entre Néstor y Felipe, entre éste y De Narváez. El poder está en ese inmenso caldero de miseria, caos y criminalidad ingobernable que es el Conurbano. Hace apenas dos generaciones no era así. Incluso el triunfo de Alfonsín en 1983 no sería hoy demográficamente posible.
La demografía, diferenciada según clases sociales, hizo surgir el fenómeno Conurbano en este breve lapso histórico y biológico que es el último medio siglo. La clase media tiene una tasa de fertilidad de alrededor de dos hijos por mujer. Cualquiera sabe cuán diferente es esto en los cinturones de miseria argentinos. Sumemos a esta explosión demográfica que todos conocemos pero nadie se digna hacer notar la explosión de las drogas baratas y se tendrá como resultado lo que se ve todos los días: masvia delincuencia juvenil de una violencia irracional y creciente. Siempre sin nombrar el factor demográfico, los bienpensantes clamarán por educación, educación y más educación. Fácil decirlo, queda realmente muy bien en las columnas de La Nación o en el programa del catoliquísimo Dr. Grondona. Ahora, nadie dice cómo lidiar con una clase de 30 chicos de 15 años que consumen paco y tienen acceso a armas de fuego. Me temo que la degradación ha llevado la situación social más allá del punto en el que la educación da resultados. Un nuevo Sarmiento ya no es posible. No se trata hoy de educar en una escuela pública abierta pero severa a los hijos de inmigrantes, que eran pobres pero ni remotamente lúmpenes violentos y con el cerebro irremediablemente dañado. El bendito "proceso educativo" no es posible sin ciertas precondiciones, que claramente no se dan con este material humano. Lo siento, siento ser tran crudo. Me gustaría hacerme el bueno, a lo Jaim Etcheverry, Horacio Sanguinetti, etc. Decir "se puede". No, creo que no, que ya no. Basta estudiar demografía, esa materia negada por todos.

Para el que tenga ganas de meterse en el tema: http://www.prb.org/

sábado, 4 de abril de 2009

King Crimson una tarde del...75?

Escucho Starless and Bible Black, de King Crimson, de 1974. Especialmente los temas 4 y 5 me resultan literalmente inolvidables. Posiblemente los haya escuchado por primera vez en el 76, o el 75, no recuerdo con precisión. En mí, estos temas y este disco quedan inextricablemente ligados a la adolescencia, a mi casa paterna, a mis amigos de entonces, a mis hermanos, etc. Pero, claramente, la valoración del arte, en este caso del gran rey Crimson, no pasa por ahí en términos objetivos, es decir, estéticos.
Sin embargo, como pienso que la Mismidad, la Propia Vida como Tal es el gran asunto de toda filosofía del sujeto, de toda filosofía última, es decir, del filosofar que no remita a la Alteridad, a los Demás, a la consideración rigurosamente estética se le debe agregar o superponer la valoración, en esta suerte de mirador estereoscópico que es la propia vida revisitada, logrando así un Unicum que sólo puede cumplir el sujeto libre sobre sí mismo: la Mismidad, precisamente, en su pleno actuar. (Ahí llega el tema que da título al disco: un largo crescendo de 9 minutos). De nuevo: no es la consideración técnica la que cuenta, de cómo se arman los temas, las entradas de cada instrumento, etc. Me interesa solamente el acto de imbricar la escucha en mi pasado. Sin dudas, si fuera musiquita pueril esta operación se podría hacer, pero no tendría ...espesor. Creo que es el término más feliz. Bien, digo: en muchos pasajes crimsonianos hay una nostalgia que se presta enormemente bien para esta operación evocativa. Puede que alguno logre la misma evocación profunda con, no sé, un cantante romántico italiano de su juventud. Aquí se abre, implacable, el abismo de las subjetividades: nunca sabré realmente qué vivencia tiene el Otro. Se puede escribir una montaña sobre la Intersubjetividad, sobre la construcción social del sujeto, etc. Pero el conocimiento del Otro en su flujo de vivencias siempre tendrá un fuerte dejo de hipotético, de supuesto. Dado que se hace desde el Mí-mismo. De vuelta a Crimson: a mí me evoca de inmediato una visión del jardín de mi casa, del living, donde sonaba el equipo de música, del sol entrando por las ventanas. Si me esfuerzo, hasta puedo recordar las tazas de café (no, en realidad no puedo: barrunto su materialidad, casi la alcanzo, pero no se termina de realizar la imagen) que nos hacíamos en la cocina. Puedo recordar vagamente la ropa que usábamos (las remeras a rayas horizontales, las zapatillas flecha), el lejanísimo verano del ...75? Y en todo eso suena Crimson, la guitarra de Fripp, catalizador de este fabuloso y frágil ensueño. ¿Cómo entender, y aún más, cómo explicar y fundamentar, que en esta experiencia de rememoración está todo el Ser de una persona, su jugo, su núcleo y esencia?

jueves, 2 de abril de 2009

Si Alfonso hubiera sido nuestro Felipe González...

Agrego unas precisiones sobre el proceso chileno que me señaló un amigo.

Anteayer se murió Alfonsín, hoy lo enterraron. Mientras el país lo lloraba, un amigo menemista ironizó: sin el desastre que armó Alfonso no teníamos la década de oro de Carlos. Lo que es cierto. Porque Alfonsín nunca vio la importancia decisiva de la economía en el armado del consenso político. En eso fue un viejo radical como los balbinistas. Para ellos la economía era cosa de técnicos, la política se hacía con política, con valores.
Pero me pregunto qué hubiera sido de la política argentina, y del país mismo, si Alfonsín hubiera sido nuestro Felipe González y no solamente nuestro querible Alfonso. Si hubiese llevado la modernización del país no solo a las instituciones políticas sino tambien a la economía. Sí, ya sé, no estaba en su genoma radical-socialidemócrata. Aunque sobre el final, con el proyecto de Terragno para Aerolíneas, algo mostró en ese sentido. Y si hubiera enfilado para ese lado desde el mismo 10 de diciembre del 83, seguramente la época no lo hubiese acompañado: la crisis de la deuda, la década perdida, etc. Sin embargo, Chile sí pudo por la misma época hacer ese camino. Primero con Pinocho (todo hay que decirlo), luego, ya en democracia, con la Concertación. Y la Concertación todavía hoy es gobierno. (Un dirigente de la Concertación le contó a un amigo que en Chile prefirieron seguir con el modelo económico de Pinochet, al ver la debacle del alfonsinismo). Claro que en Chile no hay peronismo. Si la CGT le hizo 14 paros al Alfonsín estatista, ¡cuántos les hubiera hecho a uno convertido al mercado! Y aquí llegamos al otro nudo del asunto: el peronismo detectó en el radicalismo alfonsinista del 83 un peligro potencialmente mortal. El éxito del gobierno de Alfonsín hubiera significado para el PJ quedar en un segundo plano por muchos años, quizás por décadas, para siempre. Así que había que quebrarlo al alfonsinismo a como diera lugar. Ahora que murió Alfonsín reapareció lo de "no lo dejaron gobernar", pero más como un lamento fúnebre que como análisis retrospectivo.
En resumen, Alfonsín no era ni nunca se propuso ser nuestro Felipe González, y además rápidamente los problemas se le vinieron encima y lo mataron políticamente, con el inestimable auxilio del PJ y la CGT. Pero tuvo al menos dos años, o tres, para dar un giro copernicano y, además de impulsar la renovación democrática, proponer con fuerza la renovación económica, para explicarle a la sociedad, con sus excepcionales dotes de orador, que el modelo proteccionista y sustituidor de importaciones estaba acabado, que había que abrir la economía y modernizarla. Hubiera podido intentarlo, pero ni se lo planteó. En este paralelo imposible entre Felipe y Alfonso está en gran medida la tragedia de nuestro subdesarrolo.