martes, 30 de abril de 2019

Pedro Sánchez, el sobreviviente astuto: España en manos de un gran jugador de póker, cuando necesita un estadista

Pedro Sánchez ha logrado lo que ningún otro líder socialdemócrata logró en Europa, al menos entre las grandes naciones: recuperar a su partido y evitar que sucumba. El PS francés parece haber desaparecido junto con Hollande; el PD italiano, sigue en coma desde la caída de Matteo Renzi que abrió el camino al actual gobierno frankestein de La Liga y el M5E. El histórico SPD alemán, es el socio menor de Merkel desde hace tantos años que ha perdido su identidad, y no deja de retroceder en cada elección general. Sánchez parecía destinado a cumplir ese mismo periplo. Llevó al PSOE a su peor resultado electoral en 2016, y esto derivó en una revuelta de los coroneles socialistas que lo forzaron a renunciar en octubre de ese año. Pero al año siguiente con el voto de los afiliados volvió a ser secretario general. La suerte política de Sánchez está entramada con una serie de elecciones adelantadas que se iniciaron en diciembre de 2015 y llegan hasta el 28-A. Esa serie de elecciones terminaron, por esas carambolas de la política parlamentaria, con Rajoy despedido por Sánchez hace 10 meses. El jefe socialista armó entonces un Ejecutivo débil, sometido al capricho de los radicales catalanes. No pudo aprobar el presupuesto y optó por adelantar elecciones en lugar de agotar la legislatura, como era su plan original. Su mano derecha, Carmen Calvo, anunció que buscarán un gobierno en solitario, sin formar coalición con Podemos. El grupo de Sánchez siente que tiene "momentum" y piensa aprovecharlo. Desde el punto de vista político, es muy meritorio lo del líder socialista, que debe haberse comido el hígado crudo de aquellos interventores de la "gestora" que lo suplantó al mando del partido en 2016.
Ahora, la política es como se sabe de memoria a estas alturas, variable dependiente de la economía. Y acá Sánchez y su PSOE arrumbado a la izquierda saben que les "irá bien" si gastan dinero público y que si hacen ajuste les irá mal. El caso de Zapatero, popularísimo hasta 2007 y campeón de la España que crecía en una Europa aletargada, es clarísimo: el longilíneo ZP debió aplicar un duro ajuste ante la crisis mundial de 2008, que negó neciamente durante un año. Y ese ajuste le costó todo su capital político, que era muchísimo.Ha quedado como un político jubilado, que recorre el mundo para dar sus opiniones. Visitó Rosario el año pasado. Sánchez, muy joven aún para un secretario general y más para presidente de gobierno, no quiere jubilarse. Así que su corto primer gobierno fue generoso con el dinero público. Como el grueso del ajuste lo hicieron los antipáticos del PP (saneamiento de la banca y reforma laboral), y antes ZP (recorte de jubilaciones y suba del IVA), Sánchez cree que puede gozar de la etapa dulce del ciclo económico. 
Desde su círculo han sugerido un aumento de los impuestos. El razonamiento del socialismo es muy lineal: la carga fiscal en España está en 38,5% del PIB;  la media de Europa, en el 45%. Hay margen para subirlo, razonan, como si España y Holanda  o Suecia fuesen lo mismo. En tanto, los datos indican que el crecimiento de la economía española, que Rajoy dejó en el rango de 3% anual, se ha comenzado a frenar. Sánchez ha disimulado ese freno con inyecciones de gasto público. Pero Bruselas, o sea, la Unión Europea, exige bajar el déficit fiscal, de 2,4% de PIB. No parece mucho, pero es el doble de lo admitido por las reglas europeas. Y una seria reforma previsional es una materia pendiente y francamente impopular. Los jubilados españoles reciben mucho más de lo que aportaron. 
 Si dura, el segundo gobierno de Sánchez verá no pocas tormentas y su actual popularidad podría desvanecerse. Porque el dinero no crece en los árboles, y el estímulo de la economía exige reestructurar muchas áreas. El único bienestar legítimo es el que surge de una economía sana con un sector público equilibrado y que no sea agobiante. Una lección que a estas alturas todos los españoles deberían haber aprendido, no sólo el astuto Sánchez.