miércoles, 27 de octubre de 2010

El operativo Néstor mártir no tiene futuro: el efecto Alfonsín no es repetible

El operativo Néstor mártir está en pleno desarrollo. El velorio de masas en la Rosada y su contorno discursivo apuntaron, desde la misma tarde del día de la muerte, a imponerlo a Kirchner como "el más grande desde Perón", el "mejor presidente de la democracia", etc. A esta adjetivación se suma otra figura retórica: murió porque sacrificó su salud a la "causa", al "proyecto". La despedida del Líder evoca, o intenta hacerlo, aquella otra, del General en aquel frío invierno de 1974. Se trata, claro está, de un remedo.
Resulta difícil que la oleada emotiva que la muerte de Kirchner provoca repita el "efecto Alfonsín" que benefició a Ricardito y que secretamente buscan lograr en el gobierno. Por dos razones: Alfonsín hacía 21 años que había dejado la presidencia; y el viejo radical tenía las manos limpias, algo que jamás nadie puso en duda. Se fue del gobierno tan pobre como había llegado. Néstor, es demasiado obvio, no. La venalidad espesa del kirchnerismo conspira contra esta construcción mitológica. Las manos del aspirante a mártir están sucias, y se sabe. Demasiados negocios turbios pasaron por esas manos ávidas desde que en 1987 fue electo intendente de Río Gallegos. Así que puede descartarse a priori que el efecto Alfonsín pueda reiterarse con Kirchner, pero claro, en este país y en esta sociedad, nunca se sabe.
La muerte de NK sirve para tomar un poco de distancia y poner en perspectiva el fenómeno K y su génesis. Por ejemplo, recordar que en 2001 el PJ había tomado el poder con un cuasi-golpe de Estado. Se había apropiado nuevamente del poder después del breve intermezzo radical. Y discutía, una vez terminada la transición de emergencia, a quién le "tocaba". El radicalismo estaba muerto, así que se hizo una interna abierta justicialista de la elección general. Duhalde no podía presentarse, porque su acceso al poder interino había incluido la cláusula de no postularse. El presidente buscaba a quién bendecir: ahí vino el famoso "vi algo que no me gustó" de Reutemann, y luego De la Sota se largó, pero no "medía"bien. Asi que Duhalde se inclinó por el casi desconocido gobernador patagónico, que era un típico caudillo feudal pejotista, de impecables antecedentes antirrepublicanos. Había triturado la división de poderes en Santa Cruz, sometido al Legislativo y a la Justicia, lo que le daba total impunidad para perpetrar maniobras como el manejo de las regalías petroleras o la carísima obra pública licitada a empresarios amigos. Nada de esto le preocupó a Duhalde al elegirlo, claro está. Era un "compañero", y basta. Servía para ganarle a Menem, y Duhalde suponía que le permitiría "influir", ser su "kingmaker". Iluso.
Volviendo al presente, y ante esta oleada emocional aprovechada por el kirchnerismo para instalar a su fallecido líder absoluto como un prócer contemporáneo ("ya entró por la puerta grande de la historia argentina", dijo Forster) viene bien recordar, por ejemplo, en qué andaba Kirchner antes de que la muerte le pasara la guadaña. Su última operación y obsesión era despegarse del crimen de Ferreyra (¿quién se acuerda ahora?) y ensuciarlo a Duhalde, como fuera, con la operación y la carpeta que se necesitara. En eso estaba el prócer cuando lo sorprendió la muerte. También preparaba, para cuando pasara la conmoción de Ferreyra, un nuevo apriete sobre Scioli, que se permitía no desechar su precandidatura presidencial, para colmo en el programa de Morales Solá. El inminente apriete, cuándo no, vendría por el lado de la Caja nacional, que el bonaerense necesita como el agua. Se le exigiría una declaración pública: los candidatos son Néstor o Cristina, debía decir en voz alta. Ese era Néstor Kichner, el mártir, el prócer del "proyecto popular". Si yo fuera ellos, no le pondría tanto esfuerzo a la construcción de esta impostura post-mortem: es evidente que no va a funcionar. Dentro de una semana o 10 días todo habrá pasado y el mundo político estará sumergido en la lucha post-Néstor. QEPD.

PS uueves 28: me pasan recién una columna de Caparrós para El País de Madrid, donde analiza este mismo fenómeno, claro que con mayor altura y pluma. Igualmente, y pese a toda la manija mediática oficial que está en movimiento, no le veo grandes chances a la operación. En este mismo momento estoy en un bar. Nadie mira los dos televisores que transmiten el velorio en directo. Cristina con esas enormes gafas negras no despierta piedad ni simpatía. Algo que se me pasó: que Néstor tiene la economía y la "recuperación de la debacle de 2001" a su favor, en contraste con Alfonsín, al que se le perdona su horrible gestión económica gracias al tiempo transcurrido. En fin, dependerá de la habilidad dicursiva y propagandística del gobierno. Pero si es por lo que se ve por TV y en la calle, y por los Verbitksy y cía, me parece que el kirchnerismo no tiene muchas chances de sobrevivir al 2011.