domingo, 31 de octubre de 2010

Brasil: el lulismo, un fenómeno de "centrismo social"

Durante la larga campaña presidencial brasileña, la candidatura de Dilma Rousseff enfrentó la fuerte oposición de los principales medios. Sin embargo, el “lulismo” no parece merecer tanta furia descalificativa. Mucho menos si se lo ve desde la perspectiva de lo que pasa en gran parte de la región.
Ante todo, y en total contraste con procesos “progresistas” radicalizados que se dan en América latina desde fines de los 90, Lula y Dilma, en su congénito pragmatismo, archivaron los proyectos del ala izquierda del PT: no se habló más, por ejemplo, del “control social” de los medios de comunicación que impulsó ese sector. Dilma, en julio pasado, eliminó toda referencia a esa medida del programa partidario y llenó de halagos a la viuda del fundador del grupo Globo. Asunto terminado.
Un caso de proyección mucho mayor y que realmente puso contra las cuerdas a Dilma, forzándola probablemente al ballottage, fue el del aborto, que los pastores evangelistas impusieron gracias a sus poderosos circuitos comunicacionales. La legalización del aborto figuraba también en el programa del PT, pero lo más comprometedor eran unas declaraciones de 2009 de Dilma en ese sentido. Después de quedarse en el 47% en la primera vuelta, otra vez salió a relucir el pragmatismo a prueba de bomba de Lula y su pupila: ella se mostró acudiendo a misa después de muchos años y aseguró de manera caterógica, mediante una carta pública, que no sólo nunca legalizaría el aborto sino que tampoco lo haría con el matrimonio gay.
El “lulismo” se muestra de esta forma como un gran poder político consensuador, pragmático y policlasista. El liderazgo carismático de Lula es expresión de una sociedad donde los conflictos no se fogonean desde el Poder Ejecutivo, todo lo contrario. Los gobernantes son elegidos para solucionar y atenuar los conflictos, no para agudizarlos y atizarlos desde el atril. El carácter de Lula es emblemático de esto: un negociador nato que siempre se presenta con una sonrisa. La técnica de la polarización constante y la confrontación con sectores elegidos como enemigos, rasgo distintivo de esos procesos regionales más o menos radicalizados, es lo opuesto al modo de hacer política de Lula. A esta idiosincracia conciliadora debe sumarse otro carácter clave del lulismo: su fuerte alianza con la economía de mercado. Cuando Lula llegó en 2003 a la presidencia su continuismo económico con las políticas de Fernando Henrique Cardoso causó el repudio de quienes ansiaban un viraje radical. Son los mismos que hoy se subieron de nuevo al carro de Lula y celebran el triunfo de Dilma, tratando de homologarlo a los “progresismos” radicales, con los que tiene diferencias sustanciales y coincidencias superficiales.
Por otro lado, el de Dilma será un período de liderazgo frío, luego del cálido populismo sentimental y carismático de Lula. Ya se vio en el estudiado discurso de triunfo de Dilma: no había ninguna multitud de militantes vivando, ella no gritaba ni improvisaba, leía serenamente un texto. Le hablaba como presidenta electa a todos los brasileños y no sólo a la base politizada del partido.
Por todo esto el lulismo puede ser visto como una suerte de reformismo social moderado, amigo de la economía de mercado y de talante casi centrista mucho antes que como otra expresión de esa izquierda populista latinomericana. Del lulismo pueden esperarse en estos cuatro años de Dilma una mayor intervención del Estado en algún sector específico de la economía, como la energía, pero también una firme lucha contra la inflación, como ya anticipó Dilma en su primer discurso como presidenta electa. Tampoco dudará en ajustar las tuercas al sector público y al sistema previsonal. Llamar a este moderado programa de gobierno “de izquierda” parece claramente exagerado.

sábado, 30 de octubre de 2010

Se viene Máximo

Pagni confirma hoy los temores aquí esbozados: Máximo y sus amigos ganarán espacio, más del que ya tenían. "Vamos a profundizar el modelo desde el lunes", le dicen a otro cronista desde el gobierno. Igual, dice Pagni, les resultará difícil imponer decisiones al pejotismo que antes NK no consultaba con nadie. No va a ser fácil sustituir a NK, y pueden surgir en pocos meses muchos cortocircuitos y desplantes. El verano será el escenario de este posible drama: una CFK enredada en peleas internas y en mala "gestión" (léase plata que no se manda, o no se manda a quien se debería mandar según el astuto criterio del fallecido NK), Scioli que vuelve a deslizar su candidatura, el PJ en ebullición, Moyano también, etc. El calendario aprieta.
Pagni cuenta una anécdota que pinta de cuerpo entero al jacobinismo juvenil: el Canca Gullo los hace pasar a la capilla ardiente a los del Peronismo Federal, pero Máximo dice que "no" con la cabeza y tienen que dar la vuelta. O sea, el viejo militante de la Tendencia los aceptaba, el joven de La Cámpora, que no vivió los 70, los echaba.
A propósito de Máximo y su Cámpora: es notable como todo el mundo "naturaliza" la evidente corrupción que hay allí. Porque esa organización, o se nutre de la fortuna K o de las arcas del Estado. En los dos casos hay corrupción, uso indebido de fondos del Estado o riqueza malhabida. Pero no importa, el ideologismo progre-setentista se hace perdonar todo, hasta la venalidad más grosera.

Visión optimista para CFK de Leuco: puede ser.


viernes, 29 de octubre de 2010

Lo que CFK debería hacer para ganar pero no va a hacer

CFK tendría enormes chances de ganar su reelección en 2011 con un par de jugadas estratégicas. Que sin embargo muy difícilmente hará; sus primeros gestos en el funeral de su esposo anticipan esa negativa. Pero si CFK quiere ser reelecta tiene todos los elementos a su alcance: veamos.
1º: alianza a fondo con Scioli y el PJ bonaerense y la liga o mesa de gobernadores (Gioja, Capitanich, ampliada a gobernadores hoy alejados) ; 2º ruptura con piantavotos que mucho le costaron a Néstor: Moyano (algo que el gélido no-saludo frente al féretro casi anticipa) y Bonafini, además de los piqueteros K. Con Madres y demás organismos humanitarios a sueldo puede alejarse sin romper ni dejar de pasarles plata, pero sí debería olvidar la costumbre de sacarse fotos con ellas y de ir a sus actos. Enfriar la relación, en suma. Lo mismo con los piqueteros K. Con Moyano, en cambio, parece que no hay margen: o lo "mata" o se alía. Por el gesto de ella ante el ataún, se diría que va a ordenar luz verde a la Justicia. La ya mítica discusión de Moyano con Néstor su última noche de vida versó sobre las dos debilidades clave del camionero: no pudo convocar al PJ bonaerense y Oyarbide sigue avanzando en la causa medicamentos. Además, con la marea emocional de este momento, se dan las condiciones justas para destronar al cegetista. Hoy es posible, mañana, cuando haya pasado esta ola y si ella no está fuerte, no tanto. Bien arropada por la corporación política del PJ, desde una posición de fortaleza, debería a su vez tender puentes con los empresarios. Esta beligerancia no le hace bien a nadie, y los dos bandos lo saben. De Vido parece el hombre ideal para la tarea.
Durante este viraje, CFK debería archivar sus conocidos malos modos, su atril antipático y aleccionador. La gente debería encontrarse con una "nueva Cristina". Dirían: cómo cambió, la muerte de él, la viudez, la hizo madurar, es otra, etc.
A estos pasos clave CFK le debería sumar otro más, que le aseguraría, casi, la reelección. Me refiero a "abrochar" con Clarín. Creo que la cobertura súper-favorable del Grupo fue una orden de Magnetto, quien así le envió un mensaje a la viuda: ¿vio lo que podemos hacer por Uds. y lo que podemos hacer juntos? Enterremos el hacha de guerra y volvamos a ser socios. Efectivamente, la cobertura amistosa del complejo TN-13-Clarín mostró su enorme valor en la construcción de este clima de emotividad colectiva. Mercancía preciada para quien anda en busca de votos perdidos. Clarín le puede dar a CFK lo que los costosísimos medios oficiales no le han dado ni le darán: simpatía social difusa. Pero, como se dijo, CFK muy difícilmente cambie su psiquismo y sus esquemas de toda una vida. Al contrario, lo más probable es que acentúe la radicalización retórica de su gestión. Resulta fácil imaginarla de campaña, con la voz ronca a lo Evita, con la gigantografia de Néstor atrás, vociferando contra los enemigos del pueblo, contra Clarín, las corporaciones, etc. Con Máximo y la Carlotto al lado. Es lo más previsible. Claro que así pierde. Se saca el gusto, pero pierde.

jueves, 28 de octubre de 2010

La jornada del tele-velorio; el carismático post-mortem

La noche de velorio televisado en la Rosada devino en las últimas horas en un aquelarre de Estado, con los muchachos de la militancia a los gritos. Artemio aprovechó la invitación de Van der Kooy y Blanck para decir que este efecto post-mortem cambia todo, que se reconfigura todo, que el líder carismático Néstor no se qué, etc. Un delirio: la clase media no-K, o sea el 75% de la clase media, vio con indiferencia, desdén u horror este show morboso. Que Kirchner nunca fue un líder carismático es algo sabido y descontado. Hasta ahora. Que se pueda decir que lo era en un programa político sin recibir objeción o réplica da cuenta del clima del momento. En cuanto al efecto benéfico para CFK de la muerte de Néstor, obviamente existe y existirá, pero ¿alguien va a decidir su voto en octubre de 2011 por esta oleada de simpatía por la viuda? Por favor. Mirése el caso Alfonsín: tiene como 40% de simpatías, pero menos de 4% de intención de voto (cito cifras de memoria, pero andan por ahí). En el mejor de los casos, le arrimará unos puntitos, nada más. No cambia no vuelca nada, como están haciendo creer las usinas K.
El programa de Blanck y Van der Kooy sirvió para mostrar a Felipe arrimándose al kirchnerismo, a Alberto F. idem, luego a Beatriz Sarlo y finalmente al inefable Artemio haciendo lo suyo.
Más allá de este anecdotario, se pueden colegir un par de cosas: con sus gestos silenciosos de estas horas de duelo CFK dijo bien claro que tolerancia de parte de ella no esperemos nada, ni una gota. Primero fue la elección de la Rosada en lugar del Congreso. Después vetó la visita de un ex presidente como Duhalde y del vice, Cobos. A Macri y De Narváez no los dejó pasar. Inaudito. Esa es CFK. Y así será. La viudez difícilmente la mejore. Al contrario, existe el riesgo de que gane espacio en su entorno el sector más talibán. Si actuara con racionalidad política haría todo lo opuesto: se arrimaría a Scioli, al G-8 y a los gobernadores, para que la apoyen y la blinden, y recortaría en lo posible a Moyano; se apartaría sin rupturas pero con claridad de la Bonafini y de las orgas piqueteras; buscaría puentes con los empresarios y el campo; finalmente, lo más ambicioso: intentaría reconciliarse con las clases medias. Y todo esto más allá de que se presente o no en 2011. Porque bien podría ir Scioli con su bendición. Pero este combo racional es una opción que puede descartarse. Tal vez la cruda realidad le imponga a CFK una versión lavada de alguna de estas jugadas, como suavizar la tensión con los empresarios a través de De Vido o mejorar la relación con los bonaerenses para compensar el superpoder moyanista. Pero nada más. Y Timerman ya anticipó a CNN que va a ir ella. Scioli, de aquí a marzo, va a tener que elegir: si nuevamente se somete a Olivos, esta vez a ella, o si compite en la interna. Creo que si se presenta la mata, la dobla en votos como hubiera hecho con Néstor. Néstor, el carismático post-mortem.

miércoles, 27 de octubre de 2010

El operativo Néstor mártir no tiene futuro: el efecto Alfonsín no es repetible

El operativo Néstor mártir está en pleno desarrollo. El velorio de masas en la Rosada y su contorno discursivo apuntaron, desde la misma tarde del día de la muerte, a imponerlo a Kirchner como "el más grande desde Perón", el "mejor presidente de la democracia", etc. A esta adjetivación se suma otra figura retórica: murió porque sacrificó su salud a la "causa", al "proyecto". La despedida del Líder evoca, o intenta hacerlo, aquella otra, del General en aquel frío invierno de 1974. Se trata, claro está, de un remedo.
Resulta difícil que la oleada emotiva que la muerte de Kirchner provoca repita el "efecto Alfonsín" que benefició a Ricardito y que secretamente buscan lograr en el gobierno. Por dos razones: Alfonsín hacía 21 años que había dejado la presidencia; y el viejo radical tenía las manos limpias, algo que jamás nadie puso en duda. Se fue del gobierno tan pobre como había llegado. Néstor, es demasiado obvio, no. La venalidad espesa del kirchnerismo conspira contra esta construcción mitológica. Las manos del aspirante a mártir están sucias, y se sabe. Demasiados negocios turbios pasaron por esas manos ávidas desde que en 1987 fue electo intendente de Río Gallegos. Así que puede descartarse a priori que el efecto Alfonsín pueda reiterarse con Kirchner, pero claro, en este país y en esta sociedad, nunca se sabe.
La muerte de NK sirve para tomar un poco de distancia y poner en perspectiva el fenómeno K y su génesis. Por ejemplo, recordar que en 2001 el PJ había tomado el poder con un cuasi-golpe de Estado. Se había apropiado nuevamente del poder después del breve intermezzo radical. Y discutía, una vez terminada la transición de emergencia, a quién le "tocaba". El radicalismo estaba muerto, así que se hizo una interna abierta justicialista de la elección general. Duhalde no podía presentarse, porque su acceso al poder interino había incluido la cláusula de no postularse. El presidente buscaba a quién bendecir: ahí vino el famoso "vi algo que no me gustó" de Reutemann, y luego De la Sota se largó, pero no "medía"bien. Asi que Duhalde se inclinó por el casi desconocido gobernador patagónico, que era un típico caudillo feudal pejotista, de impecables antecedentes antirrepublicanos. Había triturado la división de poderes en Santa Cruz, sometido al Legislativo y a la Justicia, lo que le daba total impunidad para perpetrar maniobras como el manejo de las regalías petroleras o la carísima obra pública licitada a empresarios amigos. Nada de esto le preocupó a Duhalde al elegirlo, claro está. Era un "compañero", y basta. Servía para ganarle a Menem, y Duhalde suponía que le permitiría "influir", ser su "kingmaker". Iluso.
Volviendo al presente, y ante esta oleada emocional aprovechada por el kirchnerismo para instalar a su fallecido líder absoluto como un prócer contemporáneo ("ya entró por la puerta grande de la historia argentina", dijo Forster) viene bien recordar, por ejemplo, en qué andaba Kirchner antes de que la muerte le pasara la guadaña. Su última operación y obsesión era despegarse del crimen de Ferreyra (¿quién se acuerda ahora?) y ensuciarlo a Duhalde, como fuera, con la operación y la carpeta que se necesitara. En eso estaba el prócer cuando lo sorprendió la muerte. También preparaba, para cuando pasara la conmoción de Ferreyra, un nuevo apriete sobre Scioli, que se permitía no desechar su precandidatura presidencial, para colmo en el programa de Morales Solá. El inminente apriete, cuándo no, vendría por el lado de la Caja nacional, que el bonaerense necesita como el agua. Se le exigiría una declaración pública: los candidatos son Néstor o Cristina, debía decir en voz alta. Ese era Néstor Kichner, el mártir, el prócer del "proyecto popular". Si yo fuera ellos, no le pondría tanto esfuerzo a la construcción de esta impostura post-mortem: es evidente que no va a funcionar. Dentro de una semana o 10 días todo habrá pasado y el mundo político estará sumergido en la lucha post-Néstor. QEPD.

PS uueves 28: me pasan recién una columna de Caparrós para El País de Madrid, donde analiza este mismo fenómeno, claro que con mayor altura y pluma. Igualmente, y pese a toda la manija mediática oficial que está en movimiento, no le veo grandes chances a la operación. En este mismo momento estoy en un bar. Nadie mira los dos televisores que transmiten el velorio en directo. Cristina con esas enormes gafas negras no despierta piedad ni simpatía. Algo que se me pasó: que Néstor tiene la economía y la "recuperación de la debacle de 2001" a su favor, en contraste con Alfonsín, al que se le perdona su horrible gestión económica gracias al tiempo transcurrido. En fin, dependerá de la habilidad dicursiva y propagandística del gobierno. Pero si es por lo que se ve por TV y en la calle, y por los Verbitksy y cía, me parece que el kirchnerismo no tiene muchas chances de sobrevivir al 2011.

martes, 19 de octubre de 2010

Sarkozy tiene razón

La cuestión del conflicto social en Francia por el sistema previsional se reduce a una básica razón contable: no se puede seguir así. Subir a 62 años de los actuales 60, y no de un día para otro sino en etapas hasta 2018, es imperativo, y además no es un trauma. Hoy el sistema previsional tiene un déficit de 32 mil millones de euros anuales (sic): llegarán a 45 mil en 2020. Si se hace la reforma, sería cero el déficit en 2018, según calcula el gobierno. En el núcleo de los que llevan adelante la protesta callejera, con acciones ilegales como piquetes y bloqueos violentos, aparecen dos categorías privilegiadas: camioneros y petroleros, quienes hoy se jubilan a los 55 años (!), no a los 60, por un convenio colectivo que contempla ese privilegio bajo el dudoso concepto de "trabajo penoso". En el otro extremo del espectro de la protesta, aparecen los estudiantes de liceo, o sea de la élite de las secundarias. No son los universitarios, nótese bien. Es que los adultos jóvenes saben muy bien cómo están las cosas en el sistema previsional. Son conscientes de que ellos se quedarán sin jubilación en el futuro si no se reforma el sistema y se lo reequilibra, como propone Sarkozy y como por lo demás están haciendo las demás naciones europeas. Los adolescentes de clase media alta simplemente juegan al Mayo francés. Para decirlo brevemente: Sarkozy tiene razón y los sindicatos no la tienen.

sábado, 16 de octubre de 2010

Instalando a Daniel: ¿al ballottage con Cobos?

De repente, a Scioli lo quieren todos. Como exagera Roberto García en Perfil, pasó en 20 días de ser torturado por Kirchner, quien le sugería que podía necesitarlo en Capital Federal para perder con el Pro o usarlo de sparring en la interna abierta, a ser la "nueva" cara presidencial del país. Hoy es casi, casi, el fiel de la balanza de cualquier armado electoral PJ para 2011. Porque después de la efímera primavera de las encuestas del Bicentenario, todo el mundo (salvo los pobres psico-K) se convenció que ni el pingüino ni la pingüina pueden ganar en 2011. Es obvio que los K pierden poder día a día, y la mejor prueba es cómo ganó vuelo el propio Scioli en estas semanas, después de fallido disciplinamiento de Néstor. Desde los medios antiK le dan gas, es obvio. Pero es igual de claro que hay una fuerte presión social por encontrar a "el" candidato. Es como decir: bueno, a los K jamás, pero entonces, ¿a quién? Y ahí está "Daniel", que parece de esos tipos dotados con un traje de teflón. Se habla de contactos con Reutemann, con Duhalde. Evidentemente, existen. Y los empresarios están poniéndole fichas a lo loco. El kirchnerismo ideológico ha comenzado a "matarlo", como Verbistky. Para ellos es sinónimo de derrota total y definitiva. Poco le importa esta desilusión setentista a NK: él está pensando en una retirada sin rejas. Asi que ¿Scioli candidato de consenso del PJ? La negociación podría más o menos ser así: vos, Néstor, que si te presentás vas al muere, no me dejás de mandar el cheque todos los meses, tus medios adictos no me maltratan y yo soy el candidato de la unidad. Duhalde y demás "federales" se bajan, y Reutemann, que es el único "federal" que tiene chances, arregla directamente conmigo. Factible, teniendo en cuenta que se habla de peronistas, gente que cambia de principios como de calzoncillos. Claro que "Néstor" tendría un problema mayúsculo en acallar y disciplinar a su horda mediática setentista, pero en pos de la libertad y la tranquilidad en Calafate sabría cómo aplicar el látigo, arte que conoce tan bien. En este cuadro, el acto de Moyano en River, con la pareja presidencial haciendo de claque privilegiada y teniendo que escuchar un par de bravatas brutalmente directas, no hace sino confirmar este debilitamiento terminal y esta retirada negociada.
En el terreno no peronista, Cobos ganó muchos puntos con su segundo desempate, encima por un tema que le va a dar popularidad perdurable: ahora tiene a 5,5 millones de jubilados perjudicados detrás de él. Gente que todos los meses, al cobrar mil pesos, recordará el desempate de Cobos, que transformó en ley por unas horas un texto que les aumentaba a casi 1500 pesos. En esos 5,5 millones de personas enfurecidas puede estar la llave del 2011. Esa gente va a ir a votar con mucha bronca, recordando. Porque diferencia de la 125 se trata de sus intereses directos, así que no será pasajero su malestar. Por eso es miope decir que el "efecto 125" a favor de Cobos ahora será menor y momentáneo. Sí, será así para la población en general, pero definitivamente no para esos millones de perjudicados. ¿Y si la segunda vuelta de 2011 se terminara definiendo entre Cobos y Scioli? Dos invenciones de Kirchner, pero, paradójicamente, dos conservadores probados, que hundirían rápidamente su nefasto legado progresista. Para infinita tristeza de Verbitsky y demás sesentones setentistas.

PS importante, escrito a las 2.24 del domingo: acabo de leer la columna de Morales Solá, que habla precisamente de Scioli y Cobos como grandes candidatos y de la decadencia K. Por las dudas: la leí después, y no antes, de escribir mi posteo.

jueves, 14 de octubre de 2010

82%: Cleto está de vuelta!

Cleto y el 82%: muy mala noche y peor día para el gobierno. Gran rabieta matutina de Cristina y Aníbal. Cleto los ninguneó con ironía. Ahora se viene el veto. Que tendrá un costo enorme, se los van a facturar durante toda la campaña, con 5 millones de jubilados muy perjudicados por esa firma presidencial. Pero hay algunos misterios en este drama de madrugada: si perdían, ¿para qué dieron quorum?; si se les venía encima "la 126" del Cleto, ¿porqué no dejaron votar a Gioja a favor, y así perdían y evitaban el nuevo voto, esta vez positivo, del Cleto? La Nación dice que hubo orden de Olivos de forzar el desempate, pero eso no tiene sentido político alguno: el desempate es pura ganancia para nuestro Cleto, como es obvio. En fin, incógnitas, que tal vez se expliquen por el desajuste creciente que se observa en el aparato de control y ejercicio del poder del gobierno. Ya se había visto claramente en la cuestión glaciares. ¿Pichetto fue a menos de nuevo, como asegura algún portal? Puede ser, el tipo es maestro en esto de desengancharse de un poder en decadencia. Aunque anoche puso la cara.
Pero el mal día se multiplicó por dos con la presencia de Scioli en el coloquio de Idea, en Mar del Plata. Es verdad que va todos los años, pero en el actual contexto no deja de resaltar. Y estuvo en la misma mesa que Duhalde y Aznar, aseguran las crónicas, aunque esa explosiva foto no se vio hasta ahora. Horas antes, preguntado sobre una candidatura presidencial, no la había descartado, al contrario. Un gesto mayúsculo, tratándose de Scioli, claramente novedoso. No contestó con la consabida retahíla sobre la gestión, el compromiso total con la provincia, etc. Y sobre su presencia en Idea, llegó el comentario ácido de Aníbal: yo no hubiera ido, pero él está grandecito para decidir adónde va.
Pero volviendo al 82%, es la victoria más importante de la oposición desde que cambió el Congreso en diciembre, sin dudas. Y me parece que tiene razón la oposición al decir que, si se quiere, la plata está. Porque si se suman ingresos de Ansés, incluidos por Ganancias, coparticipación, etc., y se restan erogaciones totalmente impropias, o que debe hacer el Estado con otras cajas, como Asignación Universal por Hijo, los fondos deberían alcanzar. Porque esos gastos que se restan a la Anses, se pueden cubrir con los artificiales superávit de presupuesto que despuès se reasignan arbitrariamente con un decreto. Pero todo esto se sabe muy bien, se ventiló hasta el hartazgo en estos meses. Me parece claro que los economistas ortodoxos que se pronunciaron en contra demuestran la misma estulticia conservadora de siempre. Se quedan en el dogma, o reflejo, de "no más gasto", aunque esta vez sea totalmente legítimo. En todo caso, deberá compensarse bajando el gasto ilegítimo o ilegal en otras áreas: véanse los rubros empleo público clientelar, pago a piqueteros, obra pública con sobrecostos escandalosos, etc.

lunes, 11 de octubre de 2010

El Nobel de la Paz: solidaridad cubana y complicidad capitalista con la dictadura china

El Nobel de la Paz a Liu Xiaobo fue saludado por los demócratas de todo el mundo y muy mal recibido por quienes no son demócratas. Por ejemplo, por la izquierda autoritaria latinoamericana (pero veremos que no sólo por ella, por cierto). Ahí está como ejemplo la reacción oficial cubana, que emparejó el Nobel de Liu al de Vargas Llosa, fulminando a ambos con el peor insulto que se le ocurrió al régimen: “Nobel disidente”, producto de un "bandazo ideológico". Chávez se burló con su brutalidad habitual del dirigente encarcelado y le mandó toda su solidaridad revolucionaria a China. "Viva China! Viva el presidente Hu Jintao! vociferó por TV.
Buen síntoma, que los autoritarios de todas las latitudes repudien el premio a Liu: indica que en Oslo no se equivocaron, que metieron el dedo en la llaga del autoritarismo, larvado o explícito. Entre las democracias, EEUU y Europa saludaron el premio y pidieron la libertad de Liu. Otros países se quedaron con la felicitación pero no pidieron la libertad, por temor a irritar a China. Y otros prefirieron el silencio total. Argentina, por ejemplo. La Cancillería no emitió ni un comunicado de dos líneas. Tampoco hubo los habituales tweets de Cristina y Timerman. Hay que creer que, como demócratas, Cristina y Timerman están íntimamente contentos con el Nobel a Liu, pero que prefieren no irritar al gigante asiático por realpolitik. Puede ser, pero desgraciadamente sólo se trata de una hipótesis.
El bloqueo informativo chino sobre el Nobel a Liu fue total: ni por SMS ni por los buscadores de Internet se filtró la noticia. Ni hablar de los medios tradicionales, como diarios y TV. Sólo se enteraron los chinos en contacto con los extranjeros. Son 1.300 millones de personas sometidas a censura masiva. Fue un claro mensaje de la dictadura china: dio una demostración de cuánto poder tiene sobre la población, de hasta dónde controla el flujo de información, clave para toda dictadura. En Cuba debe haber sana envidia por esa pericia, y ya deben estar averiguando cómo lograron semejante proeza censora. Hasta la dictadura argentina fue más permeable: en 1980 los noticieros de la noche anunciaron, telegráficamente y después de horas de total silencio, el Nobel de la Paz a Pérez Esquivel. Alguien habrá convencido a los dictadores de la Junta que la noticia no se iba a poder tapar indefinidamente.
Pero en el frente ideológico opuesto al de Cuba y Chávez el Nobel a Liu plantea no pocos apuros entre los apogolistas que China tiene en “los mercados”. Aunque nadie desde allí saldrá a solidarizarse con Pekín ni mucho menos, preferirían que este Nobel hubiera ido a otra parte, bien lejos, para no “meter ruido” en una fructífera relación entre capitalismo internacional y régimen dictatorial que tantos jugosos frutos ha dado y dará. Porque es obvio, después de años y años de silencio cómplice, que en esos poderosos sectores económicos que hacen enormes negocios con los jerarcas comunistas de Pekín, no hay preocupación alguna por la democracia y las libertades más elementales, todo lo contrario: apuestan al statu quo que garantiza sus fabulosos negocios. Ellos ya se han asegurado su “seguridad jurídica” holgadamente, negociando con la cúpula comunista antes de invertir en el país. A estos inversores, el poder absoluto del Partido Comunista les asegura altos retornos, garantizándoles los bajísimos salarios que pagan a ciudadanos sometidos por una dictadura. Los sindicatos de fachada que tiene el PC chino aseguran en el terreno ese bajo costo salarial, actuando en los hechos como gendarmes de las empresas ante los trabajadores. El Partido Comunista chino es así el garante de la explotación capitalista a mayor escala jamás vista en la Historia humana.
Es por demás evidente que un proceso de apertura democrática en China tiraría al diablo este contubernio entre capitalismo internacional y régimen comunista, que barrería con esos falsos sindicalistas, tan odiados por los trabajadores chinos. Por eso, los inversores extranjeros en China lo último que desean es la llegada de la democracia. Así que coinciden de hecho con Cuba y con Chávez: ¡Viva China!, pero así como está, sin una gota de libertades ni de democracia.

Por último, y al margen del mundo real, los tributarios académicos del liberalismo más dogmático tienen un problema mayúsculo con China: ¿cómo explicar que el capitalismo funcione tan bien en un contexto represivo y totalitario? ¿No era que la economía de mercado era, per se, libertad? Acá hay algo que no funciona. Desde su torre de marfil austríaco harían bien en intentar una explicación.

jueves, 7 de octubre de 2010

Vargas Llosa: el escándalo de un gran novelista liberal

Vargas Llosa, Nobel inesperado. ¿Cómo reacciona el campo popular? Silencio mortal desde la costosa expedición oficial a Frankfurt. Ni un tweet, siquiera. Pero resulta fácil imaginar los comentarios entre una arribista de la cultura como Cristina y un resentido eterno como Timerman. Pero dejemos al "campo popular" argentino y sus rencores. Se trata de provincianismos sin importancia ni alcance.
Veamos un poco más lejos. El País de Madrid, por ejemplo. El diario socialdemócrata, que ha tenido a Vargas Llosa de columnista por años, le ha hecho una edición on line "por todo lo alto", con profusión de firmas, notas, fotos, editoriales. Entre las muchas columnas, leí una de un crítico literario, J. Ernesto Ayala Dip, "Una obra que no tiene límites", colgada al mediodía. El autor, luego de hacer una muy elogiosa recorrida por las novelas del premiado Vargas, termina con una consideración a sus _¡ay!_ posiciones "neoliberales". Cito: "Las ideas políticas de Mario Vargas Llosa, su defensa de ciertas políticas neoliberales pueden que no lo hagan demasiado simpático a mucha gente. Podríamos decir, como Marx decía de Balzac, que el autor de La casa verde es políticamente conservador pero en el terreno del arte de la ficción es progresista". O sea: en lo que realmente importa, en la literatura, Vargas Llosa es uno de los nuestros, un progresista, uno de izquierda, en lo demás, que cuenta poco y nada, es un detestable "neoliberal", un conservador.
El caso de Ayala Dip se repitió en cientos de casos durante el día de hoy, a medida que el Nobel a Vargas Llosa provocaba reacciones. "Gran novelista, ahora, sus ideas políticas, bueno, no tienen nada que ver con su obra", etc. Es interesante observar cómo la izquierda, el progresismo, habituados a ser los dueños únicos de la cultura _y de la literatura muy en especial_ quedan desconcertados y traman argucias de reapropiación, como la de Ayala Dip. Así que Vargas Llosa es un progresista, aunque él no lo quiera. Todo lo bueno, lo excelso, en el terreno de la cultura, debe ser, guste o no guste su autor, de izquierda. Seguramente, Vargas Llosa le respondería al español que él es efectivamente progresista, pero nunca "conservador", que es lo opuesto a liberal. Porque si algo es un liberal es progresista, pero claro, no en la acepción hoy corriente.

Vale la pena detenerse en este sobreentendido de la izquierda sobre su total dominio del campo de la cultura, y de cómo, cuando uno que, claramente, no es de izquierda destaca en ese terreno, debe hacer algo para, o descalificarlo, o apropiárselo. Como la enorme estatura literaria de Vargas Llosa no es materia de discusión para nadie, se elige la estrategia de la apropiación: es un progresista, no un conservador, aunque el no lo sepa o no lo quiera saber. Porque hoy, en el terreno de la cultura, no hay lugar para novelistas liberales; no, eso es un escándalo moral que no se puede permitir. Literalmente: no puede ser.
En tiempos pasados no era así: en la alta cultura había autores de gran calidad en todos los campamentos políticos. Había filófosos y escritores socialistas, o decididamente marxistas; pero también los había, y muchos, liberales; y luego estaban los conservadores, generalmente católicos de misa diaria; por último, estaban los de la extrema derecha. Esto fue así durante casi todo el siglo XX: había variedad ideológica en la cultura, y la posición ideológica y política no era motivo o criterio de juzgamiento de la calidad de un autor, era apenas una opción personal. Los ejemplos son archiconocidos: Thomas Mann, por ejemplo, era un liberal típico; en filosofía, Husserl y sus colegas eran liberales; Proust era un conservador; Virginia Woolf era feminista radical, pero ferozmente clasista; luego estaban los de extrema derecha, como Celine o Heidegger, o nuestro Lugones. Los de izquierda eran numerosos, y se dividían entre socialdemócratas, comunistas y anarquistas. En fin, había de todo, como en el campo de la política, pero nadie pretendía que pertenecer a un sector político-ideológico en especial diera una suerte de credencial para ingresar al club de la alta cultura. Esta pluralidad se mantuvo, más o menos, hasta la generación de mis padres, que vivieron su juventud bajo el primer peronismo. Las cosas cambian en Europa en los 60, y, entre nosotros, en los 70. Sartre es la figura emblemática de este avance. La hegemonía de la izquierda se vuelve en pocos años casi total, y los liberales y conservadores que vienen del período anterior son vistos como sobrevivientes de un mundo que se extingue. Todo el mundo se hace marxista. A partir de los 80 cambiarán las teorías hegemónicas de moda: la semiótica y el estructuralismo mixturado con el psicoanálisis sustituirán a Marx y sus discípulos y seguidores, como Luckaks (había que leer su "Historia y conciencia de clase"). Lo que no cambiará más es la hegemonía de la izquierda en la cultura. En el caso de la literatura, cambiará _arbitrariamente_ el canon, según el gusto de la gente que tiene el poder para conformarlo, pero lo que no cambiará es esa hegemonía. Por ej., Cortázar, un hombre de la izquierda más ortodoxa y dura, está hoy saliendo del canon, o al menos bajando drásticamente en el ránking. Pero lo que importa es que, para ser escritor, artista, filósofo o teórico de las ciencias sociales, se debe ser, como conditio sine qua non, de izquierda. A partir de ahí, y sólo de ahí, se permite cierto pluralismo. Algunos polítólogos, por ejemplo, podrán inclinarse por la socialdemocracia (pero esta es una tendencia más de los 80 y 90, hoy parece estar en retirada ante una nueva ola radicalizada: véase la moda Laclau). También se permiten los extremistas de derecha, pero sólo si se los rescata del pasado, como es el caso de Carl Schmitt. Como regla general, hay que hacer profesión de fe anticapitalista, lamentar y condenar los males del capitalismo, para poder moverse con cierta confianza, hacer carrera y tener éxito, acceso a las cátedras más preciadas, etc. El escritor está sometido a la misma horca caudina que el investigador y docente universitario. Sólo un Vargas Llosa se puede permitir ser escandalosamente liberal. Un escritor standard y en carrera se aseguraría el ostracismo y el exilio interno si se declarara liberal contundente, como hace Vargas Llosa. De hecho, estamos asistiendo a un caso que difícilmente se repita en el futuro. Vargas Llosa ya pertenece a una generación que es rigurosamente de izquierda: recordemos que él logra la consagración internacional cuando aún era de izquierda, un dato no menor. Su viraje lo hizo cuando ya habitaba el Olimpo literario. Los otros casos de grandes escritores liberales latinoamericanos pertenecen a generaciones anteriores, formados cuando existía aquél pluralismo perdido (Octavio Paz, por ejemplo). Hoy no se no imagina a un escritor en sus 40, con un par de novelas con buena crítica editadas por una editorial de prestigio, haciendo un viraje semejante.

martes, 5 de octubre de 2010

Brasil: movilidad social y competitividad global

En el diario donde trabajo escribí esta columna sobre Brasil. Trato de aclarar algunos puntos, porque he notado que la izquierda K-chavista ahora reivindica a Lula, después de condenarlo al último infierno en 2003. Y tratan de homologarlo a Chávez y K, dentro de los "procesos emancipatorios" latinoamericanos. Falso, como todo lo que hace y dice esta gente. (*)






    Se calcula que ya son un 50% de la población, unos 100 millones de personas, las que integran la clase media brasileña. Se dice que 30 millones entraron a esa franja durante los 8 años de presidencia de Lula. Se habla en Brasil de la “nueva clase C”, la nueva clase media baja. Para estar en ese sector hay que tener un ingreso de entre mil y 2.500 reales mensuales. Se puede imaginar a una familia de la nueva clase media con uno o dos sueldos medios, que en Brasil está hoy en 800 dólares, un departamento alquilado, algo de acceso al crédito y, en algunos casos, un auto económico. Ahí están esos 30 millones que antes estaban más abajo. Un caso de ascenso social a gran escala. Conviene recordar que este proceso se inicia a mediados de los 90, con Fernando Henrique Cardoso, pero desde Lula (2003) tiene una aceleración, entre otros factores por la enorme mejora de la competitividad internacional de la economía brasileña —es cuando muchas empresas brasileñas se vuelven multinacionales de primera línea— el boom mundial de los commodities y una mejora del salario real, que era históricamente bajo en Brasil. También mejora algo, no mucho, la distribución de la riqueza. En suma, una revolución social silenciosa.
       Por este camino, el de combinar una pujante economía de mercado con políticas sociales, el Brasil de Lula es el éxito que deslumbra al mundo. Se construyó muy lejos, más bien en las antípodas, del camino confrontativo con el mercado y la democracia representativa, “burguesa”, elegido por el bolivariano Chávez, que está devastando a Venezuela, sumida en una profunda recesión combinada con alta inflación y fuga de capitales. Y luego de su neto retroceso electoral, hace dos domingos, Chávez eligió “profundizar el modelo” con más expropiaciones. Nada más contrario a la política “market friendly” de Lula y Rousseff.

    También vale señalar que el camino de Lula no es un retorno, por la simple vía del voto, a los "sueños de los 70", como se ha dicho por estos días en alguna cobertura argentina de la campaña brasileña. Es una simplificación grosera, apoyada en el pasado guerrillero de Dilma o en el de sindicalista de izquierda de Lula. Bastaría comparar la vieja literatura original del setentismo latinoamericano, violenta y autoritaria, con el modelo de democracia de mercado (o sea: sistema constitucional, pluralismo, y economía de mercado) que hoy Lula y Dilma llevan adelante con tanto éxito. Ocurre que se está ante una operación mediática a gran escala. La izquierda recalcitrante latinoamericana, luego de repudiar indignada a Lula en 2003 por su política económica "ortodoxa", por haberse "vendido a los mercados", se ha reconciliado, muy tardíamente, con el exitoso presidente brasileño. Pero no advierten que la misma contundencia del éxito de Lula es el mejor índice del fracaso de su maximalismo dogmático. No se puede abrazar al mismo tiempo a Chávez y a Lula, no son procesos homologables, por más refugio que se busque en los particularismos de cada sociedad nacional. Lula es lo que se ha dicho: economía de mercado con politicas sociales, democracia constitucional con respeto del pluralismo político y división de poderes. Tendrá, por cierto, rasgos populistas y cierto afán hegemónico, como se ha visto en el último tramo de campaña, con Lula peleado con la prensa de mala manera, pero eso entra en la "normalidad" democrática regional, es propio de un presidente latinoamericano que, luego de 8 años, tiene que irse con 80% de consensos, porque así se lo ordena la Constitución. Otro dato que contrasta enormemente con el reeleccionismo vitalicio de Chávez y el resto de los bolivarianos.

    Este sector olvida además que las contundentes políticas sociales de Lula se pudieron aplicar a gran escala sólo después de tres presidencias (12 años) dedicadas a la lucha contra la inflación y a consolidar el crecimiento económico (los dos mandatos de Cardoso y el primero de Lula), a lo que se puede sumar, desde 2002-03 el auge de los commodities que tanto benefició al gigante sudamericano y lo proveyó de fondos para expandir un programa social muy costoso, como es Bolsa Familia.

    Obviar estos datos históricos y estructurales es sin embargo necesario para forzar la lectura maniquea, setentista, del proceso brasileño, que forma parte de esa reconciliación tardía con Lula. En este procedimiento, se intenta remedar una confrontación del tipo "noventas neoliberales-vs. años 2000 desarrollistas", tomada de la experiencia argentina pero que no es traslabale a Brasil: Cardoso no es ni fue Menem y goza hoy de un altísimo prestigio en su país y en el exterior. Hubo perfecta continuidad entre las políticas económicas de FHC y Lula, y de ahí precisamente la ruptura de 2003 y la crisis interna que hubo en el PT. Claramente, este sector especula con que Dilma haga un viraje estatista y tercermundista, apoyada en el ala dura del PT. Cifran sus mayores esperanzas en un jacobinismo recidivante. Pero esa apuesta es muy improbable: si bien el ala dura del PT se muestra hoy muy activa, Dilma ya ha dado sobradas muestras de moderación y pragmatismo en todos los terrenos. Como jefa de gabinete de Lula durante años sabe muy bien que la economía de mercado y la buena relación con los mercados internacionales son claves para asegurar para el éxito de su país.

    Por otro lado, aquel admirable proceso de ascenso social masivo en Brasil contrasta con la inmovilidad social de la Argentina K. Porque, después de tantos años de crecer “a tasas chinas”, y más allá de que resulte imposible desestimar la recuperación lograda a partir de 2002, ¿dónde está esa nueva clase media baja en la Argentina? En ningún lado, no existe. Es evidente que el crecimiento argentino no se tradujo en movilidad social real y concreta, y se quedó en mejora del consumo. Esto se debe en gran medida a la baja calidad de ese crecimiento. Sumar muchos puntos del PBI por sí solo no alcanza. En Argentina hay poca inversión, además, claro, de mucha inflación, de fuerte efecto regresivo, y evidente hostilidad hacia la economía de mercado y sus reglas. A mediados de año, cuando la inflación dio un respingo en Brasil, Lula ordenó medidas monetarias restrictivas. No se puede imaginar nada más opuesto a lo que se hace en la Argentina K.

    (*) Hice una ampliación sobre el éxito de Lula y la reconciliación tardía de la izquierda autoritaria con él a pedido de un amigo.


    viernes, 1 de octubre de 2010

    Ecuador: cuartelazo demencial, no "golpe de la derecha"

    El cuartelazo con rasgos entre demenciales y farsescos que se vivió en Ecuador fue rápidamente aprovechado por el eje bolivariano, que sin dudar vio un intento de golpe según el modelo Honduras, la mano de Washington, etc. Un análisis menos sesgado y detenido de los hechos demuestra que se trató de un episodio de opereta subdesarrollada, bien típico de nuestra región. El gobierno K operó rápidamente organizando la cumbre de la Unasur, y el inefable canciller Timerman no paró de exagerar. La actuación de la Unasur que dirige su jefe Néstor abortó una nueva Honduras, aseguró este personaje desagradable y oportunista. No contento con llevar a la desmesura los imaginarios méritos de Unasur, creyó necesario ver un paralelo con el escenario argentino: "lo de Ecuador fue un intento de golpe de monopolios económicos y mediáticos", aseguró, según lo cita Clarín. Que Correa exagere para pegarle y perseguir a sus adversarios internos se entiende en cierta medida. Además, es parte del eje bolivariano. La sobreactuación argentina, en cambio, también se entiende, pero en el marco de la exasperación patológica del kircherismo, y no en el de una forma de hacer política más o menos racional.
    En mi trabajo escribí una columna sobre el asunto. Digo básicamente que esto fue un cuartelazo de policías sin formación alguna que no tenían un registro de la magnitud de lo que hacían al secuestrar a Correa. Mañana o más tarde la pego. Pero paseando por los portales me resultó interesante esta crítica a los dirigentes argentinos no-K que encontré en Urgente 24:


    Y este mismo gesto de correr para donde corre el gobierno y tratar de primerearlo sin fijarse de qué se trata se observa en otros terrenos. Acá se trataba a toda costa de no quedar como golpista o simpatizante de los golpistas, la psicopateada era fuerte y, como dice Urgente 24, Ecuador después de todo queda lejos y a quién le importa lo que allá pase. Nada de consultar a la oposición a Correa, para interiorizarse del complejo kilombo ecuatoriano. No, fue una corrida general al comunicado de condena al "intento de golpe". En fin, así estamos.


    Acá pego finalmente el artículo que publiqué, después de esperar hasta las ...2.45 a que subieran la edición del sábado.



    ¿Hubo o no intento de golpe de la derecha en Ecuador? En un país con dos golpes de Estado en los últimos diez años (pero originados en el otro extremo del espectro ideológico), la hipótesis no puede descartarse. El eje bolivariano liderado por Hugo Chávez promovió esta alternativa desde el primer minuto, incluso antes de tener alguna evidencia, porque su programa es polarizar contra la "oligarquía" y EEUU. Correa hace lo mismopara confrontar internamente, como un modo de fortalecerse.

    En cualquier caso, una rebelión de agentes armados del Estado que secuestran nada menos que al presidente es un acto gravísimo, que debe generar alerta general, como efectivamente hubo en todo el continente. Ahora debe hacerse una investigación a fondo y darse una sanción ejemplar a los insurrectos.

    Pero la pura facticidad nunca puede dejarse de lado en función de hipótesis a priori. Y al ir a ver los hechos, se juntan dos elementos explosivos que alejan la tesis de un golpe de la derecha: por un lado, una tropa policial acuartelada y en rebeldía por recortes de sus beneficios y privilegios. Eran policías rasos, gente sin formación, ni política ni de otro tipo, sin registro de la gravedad de lo que hacían. El otro elemento fatal fue la conducta del propio Correa, quien en una imprudencia propia de su carácter fuerte se presentó en el cuartel rebelde y les dio un reto a los policías. Los uniformados reaccionaron con el demencial secuestro del presidente.

    Analistas locales críticos de Correa, como Martín Pallares, de El Comercio de Quito, desechan de plano la hipótesis golpista (para que haya un intengo de golpe debe existir un "intento manifiesto de derrocar al presidente para reemplazarlo por alguien"), mientras otros recuerdan el modo unilateral de manejar la agenda parlamentaria de Correa, que veta todo lo que no le gusta, y amenaza incluso con disolver la Asamblea.

    Por otro lado, un dato clave que muy pocos registran es la actitud durante la crisis del poderoso movimiento indígena ecuatoriano. Este sector fue clave en el caótico proceso político que llevó al poder a Correa, derrocando en el camino a dos presidentes constitucionales (Jamil Mahuad y Lucio Gutiérrez), pero hoy está distanciado del mandatario. Los líderes indigenistas no dudaron en apoyar a los policías rebeldes y en reclamar la renuncia de Correa. Parece claro que, de haberse detectado un serio conato de golpe de la derecha, hubieran cerrado filas con su ex aliado, más allá de sus actuales diferencias.