viernes, 18 de diciembre de 2015

La guerra alucinante del compañero Chacúmbele

Nota: Después de ¡cuatro años! he decidido volver a publicar en mi viejo blog. Descubrí con no poca sorpresa que continúa recibiendo visitas. La última publicación era del 31 de octubre de 2011, a días de la entronización de la reina Cristina con su famoso 54%. Ahora, 19 de diciembre de 2015, en bien otro clima político y social retomo estas columnas. 



El chavismo es un híbrido de rasgos fascistas y stalinistas. Por esta, su matriz fascista-stalinista, el chavismo es movilizador de las masas, a las que activa y organiza militar o paramilitarmente, un rasgo típico del fascismo pero también del castrismo y de muchos otros ismos de la izquierda revolucionaria del siglo XX (Stalin, Tito, Kim, Mao, Fidel: todos militares improvisados que amaron vestir el uniforme y el apelativo de "comandante").
En esto se diferencia el chavismo de los otros populismos contemporáneos regionales, de Correa, Evo y los Kirchner y se parece al sandinismo revival del también comandante Ortega. Evo tiene sus bases indígenas organizadas -y en parte, armadas-, como se vio durante la "domesticación" de los departamentos rebeldes, a los que envió sus fuerzas de choque. Pero el indigenismo radical de Evo no es militarista (dicho sea de paso: los Kirchner, como les reprochan los conservadores old style, "desarmaron a la Nación"...sin que esto causara ninguna invasión ni pérdida de soberanía de ninguna especie. Los gobiernos K demostraron, por omisión, que las FFAA son casi prescindibles, que no pasa nada si no se tienen cazabombarderos, fragatas, portaaviones, tanques, etc. Mensaje inquietante para los establishments, militares y de defensa de Chile, Brasil, Perú, etc). 

Chávez fue hasta su muerte un teniente coronel golpista convencido, al punto de hacer del 4 de febrero una fecha patria, la principal del calendario nacional ("Dïa de la Dignidad e Integración cívico-militar": designación altisonante para un miserable golpe cuartelero contra un gobierno democrático debilitado por años de crisis). Su militarismo lo llevó a gastar dinerales en armas para un país que no sufre guerras desde el lejano 1903. Compró a Rusia una fábrica llave en mano de fusiles Kalashikov. Creo las "Milicias Bolivarianas", soldados de fin de semana a los que se arma con un fusil. Se supone que debían llegar al millón para este año, pero eso ha quedado en otro sueño truncado del difunto comandante. Igualmente, son muchos miles y se los ha usado como brazo armado de "la revolución". Mas que revolución, el chavismo es un proceso radical dentro de una institucionalidad democrática muy deformada a gusto y necesidad del régimen. Ya se ha señalado la imposibilidad de este régimen para acatar la alternancia intrínseca a la democracia. pero el chavismo destaca además por estos rasgos fascistas-castristas. Chávez se reivindicaba hijo y heredero del castrismo y del guevarismo. Admirador de su "padre", que lo sobrevivió, Fidel, Chávez nunca dejó de perseguir el perfeccionamiento de su régimen, tanto en su aspecto militar y militarista de masas como en lo que hace a la anulación de sus adversarios.

 La fuerza social a la base de este proyecto militarista es la de siempre en el populismo: el resentimiento, organizado y dirigido por el Líder. Este mecanismo requiere de un pasado nacional glorioso y heroico que ha sido manchado por los traidores, la burguesía y sus viles aliados internos y externos. De aquí que el vocabulario del chavismo y de su fundador esté poblado, como el de Fidel, de terminos violentos y belicosos, tales como "traición", "acecho" "complot" "guerra imperialista" "gusanos", "burgueses escuálidos" "fuerzas burguesas (o fascistas: para el chavismo, cosa curiosa, son sinónimos)" "guerra económica" "ofensiva revolucionaria", y muchos más que apuntan a la perpetua polarización de la sociedad, al punto de llevarla a su rotura, como tristemente logró Hugo Chávez en Venezuela. Hoy la mayoría de los venezolanos está tratando de cerrar esa fractura; Maduro, al contrario busca profundizarla. Este domingo ante los militares, llamó al al alistamiento de las FFAA para una "guerra no convencional". Contra la oposicion que lo venció en las elecciones. Esta guerra no convencional, dijo el pensador de Caracas, es "eléctrica, económica, financiera, criminal, psicológica". Porque el populismo militarista es una tragedia para el pobre país que lo sufre, pero también tiene mucho de farsa y de humor involuntario. Y en esto Maduro se ha revelado un maestro. Para tomarse en broma su propia tragedia, los venezolanos llaman Chacumbele al inapropiado conductor de revoluciones caribeñas. Chacumbele es el protagonista de una vieja canción cubana, un policía que se mata al descubrirse cornudo (“Chacumbele, el mismito se mató, pobrecito Chacumbele, el mismito se mató"). Y al Chacumbele de Caracas en un acto reciente, cuando la debacle electoral ya era inminente, le gritaron: "Nicolás, suicídate!". Qué irrespetuosos.