miércoles, 19 de julio de 2023

Derrota y ocaso de una estrella fugaz: Carolina Losada anticipa el fin de los candidatos prefabricados

 El caso de Carolina Losada y su clara derrota a manos del radical Maxi Pullaro debe analizarse en la perspectiva del sello que Mauricio Macri dio a la política santafesina desde 2011, cuando impulsó a Miguel Del Sel para gobernador. La apuesta por la antipolítica se impuso como un patrón exitoso, pese a la doble derrota electoral de Del Sel aquel año y en 2015. Porque fueron derrotas por la mínima diferencia contra los candidatos socialistas cuando este sector estaba en el cénit de su poder y de su popularidad. Además ambas victorias fueron cuestionadas y para muchos aún hoy resultan dudosas, en especial la de 2011. Acompañó en 2015 el casi triunfo de Anita Martínez en Rosario. Tres "casi victorias" que señalaron el camino a seguir: parecía indudable que los votos estaban por ahí. Pero luego surgió Roy López Molina (2017) como superación de esa línea: era un cuadro político tradicional, formado íntegramente en el PRO y claramente muy por encima de la media de los dirigentes locales. Sin embargo, en 2021, con un Roy L. Molina golpeado por la feroz interna en el PRO local, surge Losada por iniciativa de un sector radical, se impone por poco a Pullaro y vence con holgura a Federico Angelini, mientras L. Molina queda muy relegado en la categoría de diputado nacional. Este año, ante el "frente de frentes" y su desopilante amplitud de espectro, L. Molina dijo que no le interesaba participar. 

El dato central es que apenas dos años más tarde de aquel rutilante nacimiento político de Losada llegó su abrupto ocaso. De pronto se notan las fragilidades que fueron siempre evidentes en la ex candidata. Sus limitaciones dialécticas y argumentales, propias de su formación como modelo, primero, y luego como periodista en esa TV gritona y superficial que ha consagrado la figura del panelista. En esta campaña resultó evidente su debilidad al momento de enfrentar a un periodista no condescendiente (algo que casi no ocurrió: se notó mucho la tutela detrás de cámaras para protegerla). Es que la cultura política no se improvisa ni se adquiere con cursos acelerados de coaches y consultores. 
La derrota de Losada es la de ese modelo importado a la provincia por Macri y basado en fabricar candidatos con gente exitosa y conocida proveniente de la farándula y los medios. Fórmula que Macri impuso pero que todos copiaron. Diez años más tarde de la invención de Del Sel la aplicó el inventor de Losada, Julián Galdeano. Perotti y Javkin también aplicaron la fórmula: Lewandoski, Seisas, Cavatorta. Antes fueron Megna y Rueda. Varios de los nombrados ahora ganaron su categoría, pero muchos otros no. 
El encandilamiento de la sociedad con panelistas, conductores, comentaristas de fútbol y cocineros parece estar amainando.
Tal vez la combinación de la enorme gravedad de la crisis actual y que se disputaran cargos ejecutivos de gran importancia para afrontarla hayan forzado al votante a pensar mejor el voto y elegir a gente de poco carisma pero con experiencia y equipos para la gestión de la "cosa pública". En cargos legislativos, en cambio, estos injertos siguieron cosechando votos, aunque ya no se vio el boom de años atrás. Una cosa es elegir un concejal o una senadora/o, otra un gobernador o un intendente en estos tiempos tan inestables como exigentes. ¿La larga estación de los candidatos prefabricados y coacheados iniciada en 2011 está terminando? Puede ser. En todo caso, es claro que una sociedad agobiada y preocupada prefirió volver a la "vieja política", diría un marketinero: para un cargo de gestión del Estado, mejor elegir un político forjado en esa tarea y no un improvisado. O improvisada. Si es el fin definitivo de los Midachi y los panelistas, está por verse, pero hay algo de esto en el voto del domingo 16 de julio.