lunes, 31 de octubre de 2011
Del mero gobierno "fuerte" al régimen
miércoles, 31 de agosto de 2011
Técnicas de control social no estatales del individuo: la empresa privada y el coaching
sábado, 30 de julio de 2011
La crisis de la deuda de EEUU, el lado oscuro de la receta keynesiana
Escribí esta columna para acompañar un informe de domingo sobre la novela del default de EEUU. Por ahí escribo o hago notar algún punto que otros no vieron, como por ej. que esta deuda monumental es producto de la receta expansiva aplicada a partir de la crisis de septiembre de 2008.
En este momento, la deuda pública aumenta a un ritmo aproximado algo inferior al 10% mensual. En 2007 la deuda era de 60,8% del PBI, hoy roza el 100%. Este crecimiento se alimenta de un déficit fiscal que parece no tener fin a la vista (ver gráfico en esta página) y para este año se ubica en un estimado oficial superior al billón de dólares, un 11% del PBI. Una situación insostenible por donde se la mire.
Ahora bien, ¿cómo es que EEUU llegó a este cuadro tan crítico? Veamos un poco: cuando estalló la crisis financiera en septiembre de 2008 con la quiebra de Lehmann Brothers, comenzó una emisión al galope de dólares y de deuda pública para evitar otras debacles semejantes. Fue el “stimulus plan”, el plan de estímulo de la economía por vía estatal.
Desde los bancos de inversión de Wall Street a la General Motors y las agencias semipúblicas de crédito hipotecario Fanny Mae y Freddie Mac, prácticamente todos recibieron montañas de dinero público. El ritmo y monto de la deuda pública se disparó. Era la receta de manual del neokeynesianismo, con la que todos o casi todos estaban de acuerdo en aquella emergencia: aplicar la palanca del gasto público a fondo ante la recesión profunda de la economía.
Ahora, tres años después, con esta inédita crisis del riesgo de default de EEUU, se ve el otro lado de aquella receta expansionista aparentemente infalible y benéfica. La deuda no deja de crecer, alimentada por un déficit fiscal que parece imbatible. Una vez más, se ratifica que “en economía no hay comidas gratis”, como gustan decir en el gremio. De paso, conviene desmontar un tópico propagandístico de cierto periodismo argentino y regional, que goza indisimuladamente al poder igualar a EEUU con la Argentina de 2001. EEUU, si cae finalmente en default, será por una autolimitación, por una normativa que no tiene ningún otro país del mundo, mucho menos alguno latinoamericano. El techo de endeudamiento se impuso por ley en 1917, en medio de los gastos de la I Guerra Mundial y se perfeccionó en 1939, en vísperas de la II Guerra. De ser Brasil o Francia, EEUU hoy no sería noticia y nadie hablaría de su default inminente. Simplemente, Washington seguiría emitiendo sus siempre requeridos bonos del Tesoro, los T-bonds, comprados por particulares y gobiernos de todo el mundo con avidez. Sólo en círculos de financistas se hablaría del preocupante nivel alcanzado por la deuda pública estadounidense y de las señales de alarma emitidas por las agencias calificadoras de riesgo.
miércoles, 27 de julio de 2011
Santa Fe: Del Sel reedita la alianza de clases de los 90, para padecimiento de Carta Abierta
martes, 19 de julio de 2011
Eurocrisis: el caso griego. Que todos paguen los platos rotos. Los bancos también
El pasado domingo publiqué esta columna sobre la crisis europea. Sínteticamente, digo que los griegos se tienen que ajustar el cinturón, en especial sus empleados públicos. Pero que el ajuste también debe ser para los bancos y financistas. También ellos deben perder: las finanzas son una inversión de riesgo. Prestaron mal y deben perder, no como quieren el FMI, BCE y demás, que buscan un resultado indoloro para la banca.
La crisis de Grecia, claramente desbordada esta semana hacia España e Italia, ha llevado a reiterar el paralelo con la Argentina de 2001, como un modo de advertir que los ajustes ortodoxos deben evitarse a toda costa. Pero aunque sea impopular hay que decirlo: el ajuste griego se debe hacer, independientemente del FMI y los"mercados", porque el país vive desde hace muchos años muy por encima de sus posibilidades. A su vez los bancos deben pagar por financiar a Grecia y a los otros Estados que, recién ahora, descubren que son insolventes. Resulta evidente que es necesario ver los dos lados del problema, y no quedarse con uno solo, como se hace habitualmente.
Estas sociedades europeas en crisis —Grecia, Portugal, Irlanda, en menor medida España e Italia— gozan de un standard de vida superior al que sus economías pueden generar genuinamente. La diferencia se paga tomando deuda, procedimiento que de tan rutinario ya se daba por descontado. Hasta ahora. El ingreso al euro, por razones puramente políticas en el caso de Grecia (y antes al Mercado Común y luego a la UE) explica gran parte de ese desfasaje. Fue como si un cliente que apenas califica recibiera una tarjeta de crédito sin límite de gasto. Sin el crédito a tasas mínimas que llegaba gracias a pertenecer a la Eurozona, Grecia no hubiera acumulado la fenomenal deuda pública que hoy le resulta impagable. Los otros países en problemas presentan cuadros similares, si bien menos graves. El diferencial de interés con el bono alemán era aceptable para todos, mercados y Estados endeudados. Un mundo feliz al borde del precipicio.
Receta recesiva. Asimismo, la "receta neoliberal" aplicada al paciente por el FMI y el BCE es efectivamente recesiva. No podría ser de otro modo, cuando se exige restringir el gasto público y privado y recortar los salarios. Eso es quitar demanda agregada, y por lo tanto actividad económica, puntos de PBI, por más que esos puntos estén constituidos de mala manera (sueldos de interminables empleados estatales, obra pública farónica, etc). Se toma este carácter recesivo como razón suficiente para rechazar in limine el ajuste fondomonetarista. Pero en el mundo real las alternativas, desgraciadamente, son pocas. Imprimir euros por miles y miles de millones y enviarlos a Atenas para que los griegos sigan como hasta ahora, y luego hacer lo mismo con irlandeses, portugueses, españoles, etc, que es la propuesta tácita pero obvia de Paul Krugman y el resto del ruidoso equipo "No al ajuste ortodoxo", llevaría rápidamente a la ruina definitiva de la Eurozona y de Europa misma.
La mala praxis griegas con sus cuentas públicas, conocidas recién en 2009 (resultó que el déficit de ese año era del 15 por ciento, no del 6 por ciento como decía Atenas), indica a las claras cuál es el nivel de gestión pública griego. Grecia es una economía del turismo generosamente suplementada por los eternos "fondos estructurales" de Bruselas. A este mix tradicional se sumó luego la plata dulce que trajo ser miembro de la Eurozona y esos números públicos maquillados descaradamente. De manera que el ajuste es inevitable, guste o no a los cuantiosos empleados públicos griegos (multiplicados por tres desde el retorno a la democracia en 1981) y a los "indignados" de diversas latitudes y nacionalidades.
El otro actor del drama. Pero hay que ver también al otro actor del drama, a los acreedores, a los "mercados". ¿Se justifican los enormes montos de los rescates a Grecia para evitar su default? (son 110 mil millones desde el año pasado a hoy, y se preparan otros 90 a 120 mil millones más). Esos montos siderales van de manera casi directa a los bancos privados y fondos de inversión que compraron y comprarán bonos griegos. De hecho, el primer rescate debía durar hasta 2012, pero ya se agotó. Grecia recibe esos fondos al solo efecto de que su Tesoro emita nuevos bonos, que coloca a los bancos, o para pagar vencimientos de bonos ya emitidos. O sea que el dinero alemán, francés, etc, reunido para los rescates va a los bancos privados, atorados de los rendidores pero riesgosos títulos griegos. Es un rescate de financistas privados por el Estado con el dinero de los ciudadanos. No corresponde, claramente. Esto es mucho más que el eufemístico "moral hazard" sajón: es una obscenidad lisa y llana.
Ni los bancos, que aún no pagaron sus culpas por la orgía especulativa de las subprime que estalló en 2008, ni los empleados públicos griegos merecen el esfuerzo de los ciudadanos europeos. Los estatales deben ajustarse el cinturón, con FMI o sin él, y los bancos deben ser castigados como, se supone, lo son las instituciones privadas de riesgo cuando cometen grandes imprudencias, o sea, sufriendo fuertes pérdidas y eventualmente yendo a la quiebra. Pero acá funciona la lógica mafiosa de los bancos de Wall Street en 2008: "¡somos demasiado grandes para caer! ¡Hay riesgo sistémico!" Es una forma de impunidad, de chantaje y de saltarse las reglas de la economía de mercado, o sea, del riesgo, que tanto declaman defender. Por estos días los "mercados" y sus lobbystas son estatistas furibundos. Véase la dura resistencia que ponen, con las agencias de rating a la cabeza, a la participación privada en el segundo rescate griego, por ejemplo.
¿Qué hacer? Lo lógico, sano y razonable. Europa debería limitarse a ayudar a Grecia a renegociar su deuda a plazos largos con muy fuertes quitas para los acreedores (un default concertado, opción que ya nadie descarta), a darle directivas severas e imponerle multas por sus mentiras contables. Y desentenderse de la suerte de la banca privada, que por algo es privada. Se replica que entonces habría "default con los ahorristas", "corralito", para seguir con el paralelo argentino. Pero si varios bancos caen sería una bienvenida purga de un sistema financiero europeo demasiado opaco y siempre muy vinculado a la política y a los favores de los Estados. Allí están de ejemplo las cajas regionales españolas, sometidas recién ahora a su forzada reconversión en bancos; o las muy influyentes fundaciones de los bancos privados italianos, saturadas de política romana. La lista podría continuar.
domingo, 26 de junio de 2011
La camporización, el gesto monárquico de CFK y sus riesgos: en las urnas se verá
viernes, 17 de junio de 2011
El bonafinismo, la versión antidemocrática y radicalizada de los DDHH de la era K
martes, 31 de mayo de 2011
La recidiva histórica de los males económicos argentinos: se repite el ciclo 1946-89
lunes, 23 de mayo de 2011
España: los tópicos no sirven
Aquí va otra columnita breve sobre España, esta contra el tópico "Zapatero perdió porque aplicó la receta neoliberal que le impusieron los mercados y el FMI". Falso. Veamos:
La derrota del PSOE y de Zapatero es inevitablemente interpretada por un sector importante de los medios y de la opinión como resultado, no sólo de la demoledora crisis nacida en 2008 y de los 5 millones de desempleados, sino de la rendición incondicional del gobierno español a los dictados ortodoxos y antipopulares de los mercados y el FMI. Conviene advertir que las cosas no son así de gruesas y lineales, y que el terrible porrazo socialista se debe sobre todo a su total falta de soluciones eficaces a la crisis, y no a los escasos y tibios remedios ortodoxos aplicados hasta ahora. "ZP" paga por ese 20-21 por ciento de desempleo (en 2007, antes de la crisis, era 8 por ciento) y la recesión (en 2007 España alcanzó un récord de 16 años continuados de crecimiento; en 2009 se hundió en un -3,9 por ciento de actividad económica, y en 2011 apenas si crecería 0,8 por ciento). Tampoco es que el gasto público, expandido con fuerza en 2008-9, haya bajado abruptamente por orden fondomonetarista. De hecho, la leve disminución del déficit de 2010 respecto de 2009 (de 11,2 por ciento a 9,3 por ciento de PBI), se debió en un 55 por ciento al aumento de los impuestos y no al recorte del gasto. El tópico del "ajuste salvaje" cae así rápidamente, apenas se estudian los números nacionales. El déficit previsto para 2011, de 6,6 por ciento de PBI, tampoco indica que se esté ante un ajuste brutal, ni mucho menos. Es verdad que los mercados aplican el torniquete de las tasas de interés a los bonos, pero eso es lógico cuando detectan una deuda pública creciente con una economía que no crece.
El altísimo desempleo es el gran drama español, que los jóvenes de Puerta del Sol escenifican de manera inmejorable para entusiasmo de massmediólogos y panfletistas del anticapitalismo profesional. La cruda verdad es que el brusco fin de la industria del "piso", al estallar la burbuja inmobiliaria en 2008, dejó a una masa de gente desocupada muy difícil de reubicar. Ese motor se apagó, y no hay por ahora con qué sustituirlo.
domingo, 22 de mayo de 2011
España: el síntoma y el debate de fondo
Publiqué ayer esta columnita sobre la crisis española. Le hice acá mínimas correcciones, dado que salió publicada con algún erro, propio de la doble función, y algunas agregados y acotaciones pertinentes:
La irrupción del movimiento de los "indignados" puede analizarse de dos modos: o tomándolo como síntoma de la crisis o dejándose llevar por sus consignas, adoptarlas como propuestas programáticas que deben estudiarse detenidamente. Es evidente que la primera alternativa es la más acertada. Los movimientos juveniles son siempre grandes ritos de iniciación colectiva, mojones generacionales. Y este marco desborda sus contenidos explícitos (petitorios, manifiestos, eslóganes, etc.) Así que conviene centrarse en la crisis económica que explica esta eclosión social.
España viene de casi tres años de crisis profunda, con el desempleo estabilizado por encima de las 5 millones de personas. Esto a su vez ha disparado el gasto público desde fines de 2008, por el seguro de desempleo. El nivel del déficit se ha ubicado desde entonces en niveles incompatibles con la Eurozona (11,4 por ciento del PBI en 2009 y 9,8 por ciento en 2010). Gran parte de esos millones de "parados" españoles son jóvenes, lo que explica el fuerte sesgo generacional del movimiento del 15-M. Ante este cuadro pueden adoptarse enfoques económicos diferentes, pero es claro que "algo" se debe hacer, además del inicial gasto contracíclico que todos hicieron _y hacen.
En este punto es donde el debate se complejiza: la receta de recortar gasto público aplicada en Europa está teniendo un costo político relevante en España (que le pregunten a Zapatero y al PSOE) y en el resto de los países en crisis. Grecia, que está al borde del default (ver página 30) vio contraerse su economía algo más de 6 por ciento el último año. El debate es si se debe aplicar la "receta" ortodoxa contra viento y marea hasta lograr un gasto sustentable, o si esta medicina amarga resultará letal para el sistema político y para el tejido social europeo, el más sólido del mundo. Asimismo, Grecia y España no deben ponerse en el mismo paquete, dado que la primera está prácticamente quebrada y la segunda está lejos de ese cuadro. Pero el asunto de fondo es si impulsar o no el gasto hasta que se tenga una reactivación firme (es la postura de Paul Krugman, por ejemplo) pese al aumento que conlleva de déficit y deuda, o si se debe aplicar un recorte a esos altísimos déficit. Es esta última la opción elegida por Europa. Muchos dudan de su validez —o al menos de su sustentabilidad política—, y los jóvenes acampantes abonan estas dudas. A su vez, el que diga que sólo se debe seguir gastando sin más pese a lo niveles astronómicos de déficit fiscal y deuda acumulados sin dar cuenta de cómo se solventarán, incurre en la demagogia más cruda.
El dilema es muy difícil y nadie tiene la fórmula mágica. Los panfletistas aprovechan para hacer paralelos imposibles (con el 2001 argentino, con los 90s, etc) y sentenciar: ven, Zapatero se sometió a los mercados y así le fue, hoy es un cadáver político y encima la derecha volverá al poder. En el otro extremo sólo se atiende a los mercados y se piden recortes de gasto y flexibilizaciones laborales, que en un contexto recesivo sólo pueden derivar en más desempleo. Nada de esto sirve fuera de las trincheras ideológicas. La honestidad intelectual tiene algo de intemperie, por eso tantos la rehuyen.
Por lo demás, el desempleo juvenil es endémico Europa, donde surgieron en los últimos años legiones de “mileuristas”, o sea de trabajadores jóvenes, calificados, mal pagos y con contratos temporales. Fue la respuesta europea a la globalización, su manera de recuperar competitividad en un mundo donde los sueldos tienden a la baja por efecto de Asia, la gran proveedora, ya no sólo de obreros industriales, sino también de programadores de software y muchos otros servicios online.
lunes, 16 de mayo de 2011
Bin Laden y el juridicismo imposible
Está claro, en todo caso, que el vacío legal y la total ausencia de un real orden policial- judicial internacional, habilita a las operaciones de guerra contra blancos bien demarcados y legítimos, como fue este caso. El hecho de que la decisión la haya tomado un poder democrático y de la manera más transparente posible, le agrega un valor no menor. La transparencia adoptada por los EEUU ha sido extrema: se conocieron y se debaten todos los detalles del operativo. Este es el máximo de transparencia _y de legitimidad o licitud_ posible del sistema internacional y del actual nivel de desarrollo civilizatorio, y es el que utilizó Obama al dar su OK a la operación.
Si se tienen dudas, vale hacer el ejercicio imaginario del contraste con otra potencia, no democrática, ante el mismo predicamento. Si la superpotencia del caso Bin Laden hubieran sido China, Rusia o India, simplemente no existiría el actual debate global. La operación se hubiese hecho al estilo KGB, y basta. Luego se hubiese anunciando el logro mediante un comunicado y alguna declaración de Putin, por ejemplo, pero sin dar pie a la discusión, al debate sobre lo hecho. Ni hablar de los detalles del tipo “admitimos que no estaba armado, pero tenía cerca su fusil” ¡Cómo se deben reír de estas cándidas confesiones anglosajonas rusos y chinos!
El sistema internacional siempre tendrá potencias y superpotencias, y estas se dividen en democráticas y autoritarias; en occidentales demo-liberales y asiáticas o euroasiáticas con sistemas políticos y valores autoritarios. Y desde el punto de vista de los valores democráticos y civilizatorios, es mejor que la potencia dominante o superpotencia sea demo-liberal y occidental, dado que siempre, como ocurre ahora, buscará un punto de compromiso entre sus necesidades y exigencias estratégicas y esos valores. Cuando en el futuro sea China la superpotencia única, según se pronostica ligeramente (aunque a este difundido tópico habría que revisarlo, y muy bien), entonces los despreciados valores demo-liberales serán seguramente extrañados por muchos que hoy, aún siendo demócratas sinceros, profesan un ferviente antiamericanismo.
El modelo de potencia liberal-democrática que encarna EEUU ofrece así el mejor compromiso entre los valores jurídicos, la esfera del deber ser, y lo opuesto al imperativo categórico, lo que es y _a su modo_ también debe ser, la pura facticidad de la Historia.
domingo, 1 de mayo de 2011
Sabato y aquel prólogo
martes, 26 de abril de 2011
2013: se casan Cristina y Boudou
lunes, 25 de abril de 2011
Priización, no chavización
sábado, 23 de abril de 2011
Radicalización sí, pero con buena caja
miércoles, 20 de abril de 2011
El planteo de Macri y una futura emergencia democrática en Argentina
domingo, 17 de abril de 2011
Sobre hegemonía y conquista del sentido común por el kirchnerismo: hoy y ayer
martes, 12 de abril de 2011
Perú: la sordera de las élites
Mientras en el Perú cundía al inicio de esta semana el desconcierto, al llegar los primeros sondeos que daban a Humala y Keiko Fujimori como ganadores de la primera vuelta, el banco de inversión Credit Suisse anunció que el crecimiento económico del país andino durante el primer trimestre de 2011 fue del 9 por ciento. Credit Suisse agregó que la inflación anual está en un mero 2,7 por ciento.
Perú ha acostumbrado a la región a estos números sobresalientes de su economía. Pero si después de 5 años continuados de esta performance, el presidente Alan García y su partido Apra no pueden presentar un candidato presidencial, y si dos populistas, uno de derecha y otro de izquierda, dejan atrás a los postulantes que proclaman la continuidad con esa política económica, es obvio que con el crecimiento a "tasas chinas" no alcanza, como ya se probó con Alejandro Toledo en 2001/06. Las élites peruanas, pese a tantos años de preaviso, no registraron el problema. Lo mejor que se les ocurrió ahora fue el "Gringo" Kuczynski, un ex ejecutivo de Wall Street formado en Oxford. Pero el holgado primer puesto de Humala hace imposible seguir negando, como se hizo durante estos años, que no existe en el Perú un consenso consolidado sobre la economía de mercado como necesaria y suficiente, o sobre los instrumentos para paliar la desigualdad. Aunque en la 2ª vuelta del 5 de junio Humala "debería" perder ante la unificación del resto del electorado detrás de Keiko Fujimori (dando por buenos los conteos rápidos privados), esto resulta dudoso, dado el rechazo que causa el fujimorismo en los sectores medios. Habrá que ver ahora para dónde apuntan sus miedos.
Pero es claro que la desigualdad extrema que persiste en el Perú está detrás de esta crisis del sistema político. Humberto Campodónico, en el diario La República, apuntaba con datos oficiales que en 1991 la renta mínima vital cubría el 74 por ciento de la canasta básica familiar, mientras en 2009 sólo alcanzaba al 46 por ciento. Los movimientos populistas siempre se asientan en la pobreza estructural, que conlleva la falta de herramientas que le den al ciudadano capacidad de análisis y filtro crítico. Humala arrasó en regiones rurales atrasadas, como Ayacucho, cuna de Sendero Luminoso. Keiko cosechó en la periferia limeña. La ramplonería de la campaña de primera vuelta por parte de todos los candidatos apuntaba justamente a ese target, sin pudor alguno. Pero queda claro que algunos dan en el blanco mucho mejor que otros. El líder populista no se improvisa.
La figura de Humala, el militar rebelde que viene al encuentro de su pueblo como un redentor, parece ser la más exitosa en esto de recaudar consensos entre "los más humildes". Si bien con particularidades nacionales muy obvias, el patrón se repite en estos años 2000 latinoamericanos: Chávez en Venezuela, Lucio Gutiérrez (efímeramente) en Ecuador, Humala en el Perú. Este demostró ayer que sabe alcanzar a ese vasto sector de la población que ve pasar los años sin que le llegue el "derrame" tantas veces prometido por las cerradas élites de Lima.
domingo, 3 de abril de 2011
Seducida por el consumo, la clase media vuelve a votar K, pero ya se prepara a un futuro desencanto
sábado, 26 de marzo de 2011
Brasil, Timerman y una retórica "noble" que mata más que las bombas
Esta columna iba a ir de hoy para mañana ya sabemos dónde, pero quedó en carpeta por motivos bastante obvios:
Cuando Brasil, China o India se pronuncian contra la intervención aérea occidental en Libia, se posicionan en función de un juego de ajedrez global, por más que se envuelvan en valores universales, como paz y diálogo. Ese juego implica, casi siempre, ubicarse a priori en otra posición que EEUU y Europa. Cuando se pronuncian, entonces, no están pensando en cómo y cuándo esas frases plenas de retórica se concretarían en el desierto libio, sino en marcar distancias e independencia de EEUU y Europa.
La retórica diplomática es por esta razón muchas veces vaga y tendencialmente genérica, porque busca disociar al emisor de su discurso de los hechos crudos, tal como se comprueba por estos días. Pero el analista tiene la obligación de ver, al contrario, cómo se conecta la retórica de las cancillerías y de los líderes políticos con los hechos en el terreno. Por ejemplo, cuando Brasil pide el cese del fuego inmediato, afirma: “Brasil reitera su solidaridad con el pueblo libio en busca de una mayor participación y de una definición del futuro político del país, en un ambiente de protección de los Derechos Humanos”. Queda claro el nivel de abstracción y, podría decirse, de negación de la realidad. Por otro lado, ¿alguien en Itamaraty cree seriamente en los innumerables alto el fuego declarados por Kaddafi por estos días?
Argentina,vía Twitter, va por el mismo camino: el canciller Timerman lamentó en la red social que no se haya seguido con la vía de la negociación diplomática cuando, según él, todavía había márgenes para ello. Veamos de nuevo las declaraciones contrastadas con los hechos: el sábado pasado,cuando los cazas franceses entraron en acción al sur de Bengazi, la ciudad capital de la rebelión estaba siendo atacada masivamente desde hacía unas 12 horas por los kaddafistas con tanques, blindados de infantería y artillería. Aún hoy Bengazi no se recupera de ese golpe, relatan los periodistas que están allí. Kaddafi había amenazado a los 650 mil bengasíes con una represión “sin misericordia ni piedad", y estaba cumpliendo cabalmente la palabra. ¿Había más tiempo para seguir negociando, como asegura Timernan? La propuesta de Timerman, si se llevaba a los hechos, significaba darle la victoria a Kaddafi en Bengazi y la muerte de miles de civiles. Así de letales pueden ser las (presuntas) buenas intenciones dialoguistas y la retórica paficista formuladas a miles de km. del frente de combate y con segundas intenciones que nada tienen que ver con el pacifismo y sí con el afán de "diferenciarse" (de EEUU, la Otán y Europa).
Más frontal que las naciones sudamericanas ha sido India: nadie, dijo,“ningún par de países”, debe intervenir en Libia, en el conflicto interno de otro país. Acá surge con absoluta claridad y sin recurso alguno a la retórica pacifista el corazón del asunto para las potencias asiáticas (India, China) y euroasiáticas (Rusia): la intevención en favor de los rebeldes es un mal ejemplo, que se debe condenar totalmente y sin matices. China e India tienen demasiados conflictos internos o países anexados (Cachemira, Tíbet) como para solidarizase con la rebelión libia, que para colmo tiene una fuerte marca regional (Cirenaica). La furiosa frase de Putin sobre las cruzadas indica muy claramente la molestia rusa y asiática con la intervención occidental. Es que esta remake del intervencionismo humanitario occidental de los años 90 pone en discusión necesariamente el añejo principio de no injerencia en asuntos internos, aunque esos “asuntos internos” sean un crimen de lesa humanidad en plena ejecución.