martes, 12 de abril de 2011

Perú: la sordera de las élites

La noche del domingo, mientras esperaba los resultados del Perú tomando mate cocido, solo en el medio de la Redacción, escribí esta columna, que tiene sus problemitas de tiempo y espacio, pero bueno, ahi va:



Mientras en el Perú cundía al inicio de esta semana el desconcierto, al llegar los primeros sondeos que daban a Humala y Keiko Fujimori como ganadores de la primera vuelta, el banco de inversión Credit Suisse anunció que el crecimiento económico del país andino durante el primer trimestre de 2011 fue del 9 por ciento. Credit Suisse agregó que la inflación anual está en un mero 2,7 por ciento.

Perú ha acostumbrado a la región a estos números sobresalientes de su economía. Pero si después de 5 años continuados de esta performance, el presidente Alan García y su partido Apra no pueden presentar un candidato presidencial, y si dos populistas, uno de derecha y otro de izquierda, dejan atrás a los postulantes que proclaman la continuidad con esa política económica, es obvio que con el crecimiento a "tasas chinas" no alcanza, como ya se probó con Alejandro Toledo en 2001/06. Las élites peruanas, pese a tantos años de preaviso, no registraron el problema. Lo mejor que se les ocurrió ahora fue el "Gringo" Kuczynski, un ex ejecutivo de Wall Street formado en Oxford. Pero el holgado primer puesto de Humala hace imposible seguir negando, como se hizo durante estos años, que no existe en el Perú un consenso consolidado sobre la economía de mercado como necesaria y suficiente, o sobre los instrumentos para paliar la desigualdad. Aunque en la 2ª vuelta del 5 de junio Humala "debería" perder ante la unificación del resto del electorado detrás de Keiko Fujimori (dando por buenos los conteos rápidos privados), esto resulta dudoso, dado el rechazo que causa el fujimorismo en los sectores medios. Habrá que ver ahora para dónde apuntan sus miedos.

Pero es claro que la desigualdad extrema que persiste en el Perú está detrás de esta crisis del sistema político. Humberto Campodónico, en el diario La República, apuntaba con datos oficiales que en 1991 la renta mínima vital cubría el 74 por ciento de la canasta básica familiar, mientras en 2009 sólo alcanzaba al 46 por ciento. Los movimientos populistas siempre se asientan en la pobreza estructural, que conlleva la falta de herramientas que le den al ciudadano capacidad de análisis y filtro crítico. Humala arrasó en regiones rurales atrasadas, como Ayacucho, cuna de Sendero Luminoso. Keiko cosechó en la periferia limeña. La ramplonería de la campaña de primera vuelta por parte de todos los candidatos apuntaba justamente a ese target, sin pudor alguno. Pero queda claro que algunos dan en el blanco mucho mejor que otros. El líder populista no se improvisa.

La figura de Humala, el militar rebelde que viene al encuentro de su pueblo como un redentor, parece ser la más exitosa en esto de recaudar consensos entre "los más humildes". Si bien con particularidades nacionales muy obvias, el patrón se repite en estos años 2000 latinoamericanos: Chávez en Venezuela, Lucio Gutiérrez (efímeramente) en Ecuador, Humala en el Perú. Este demostró ayer que sabe alcanzar a ese vasto sector de la población que ve pasar los años sin que le llegue el "derrame" tantas veces prometido por las cerradas élites de Lima.