martes, 6 de julio de 2010

La dictadura cubana, en apuros

A propósito de las negociaciones entre el régimen y la Iglesia, y ahora la llegada de Moratinos, publiqué esta breve columna, que acá pego:


Moratinos llega de nuevo a La Habana. Se sumará a las negociaciones entre la Iglesia y el régimen para lograr algunas liberaciones de presos políticos, y tal vez que Fariñas termine con su huelga de hambre. La gente que lleva demasiadas cicatrices por las crueldades de la dictadura castrista no puede verlo a Moratinos. El insiste en suavizar la Posición Común de la UE sobre Cuba, algo que sin dudas daría oxígeno a un régimen totalmente aislado en Europa, pero a cambio de lograr avances en derechos humanos. En su comprensible rencor, este sector olvida una cuestión central de la política: se trabaja sobre realidades, aunque estas sean aberrantes, como es una dictadura, militar para mayor oprobio. Elizardo Sánchez y la Iglesia están a favor de una negociación que permita liberaciones y que aligere las condiciones brutales de detención de los que no saldrán libres. Este resultado, si se logra, no podrá ser vendido por los propaladores del castrismo de todas las latitudes como una concesión mayestática de los Castro, dado que a todas luces será una concesión arrancada, un retroceso inocultable de un gobierno que debió aceptar negociar bajo la presión internacional desatada por la muerte de Zapata. Y la participación de España implica otro retroceso para la doctrina anacrónica del régimen sobre la "no interferencia en asuntos internos", muy utilizada en los años 70 por las dictaduras militares de derecha, como la argentina, y por las de izquierda, como Cuba. Quien rechaza esta caracterización no puede refugiarse a estas alturas en el gesto escandalizado. Debe además aportar argumentos.