martes, 25 de mayo de 2010

El Bicentenario K, o la historiografía Nac&Pop como ideología de Estado

Al lector: estuve trabajando hasta recién en este texto. Igual no quedó prolijo y es demasiado largo, con reiteraciones innecesarias, ideas que se retoman, etc. Pero bueno, aquí dejo. Si alguien decide, con generosidad infinita y arbitraria, publicarlo, le pido encarecidamente que le pegue una contundente podada. Gracias mil.


El Bicentenario K fue la consagración, o la pretensión de consagración, de la ideología Nac. y Pop. como ideología oficial del Estado. Esto se vio muy claramente en ese Billiken Multimedia presentado en la Casa Rosada, con los presidentes regionales haciendo de claque. Después vino el chapucero y pueril desfile de carrozas alegóricas, que gustó sin embargo unánimemente en los medios más calificados.
Más allá del anecdotario, que sin embargo mucho dice del asunto, es claro que este Bicentenario es el producto ideológico de consumo masivo de un "gobierno popular" que es francamente impopular, pero que cuenta con una buena coyuntura macroeconómica que le permite cierto margen de recuperación con vistas al crucial 2011. En ese marco entra lo que se vio por TV, la retórica N&P llevada a su clímax de masividad. Entre los millones que _dicen _ estuvieron en las calles porteñas, esa ideología, que no es mayoritaria, recoge empero una cierta simpatía difusa. "Que no nos vendan que hace 100 años estábamos mejor", dijo Cristina en uno de sus sermones. Un punto muy importante en la puja por instalar una nueva doxa historiográfica-mediática: aquel Centenario era el de la oligarquía, éste es el verdaderamente popular. Este despliegue billikinesco-multimedia puede, no lograr aún esa instalación mayoritaria, pese a siete años de trabajo gramsciano en los medios y en la educación, pero posee buena "penetración", como diría un publicista. Cuenta a sus espaldas con una larga tradición que se remonta a los radicales de Forja, lo que indica que tiene un suelo fértil donde "prender".
Sucede que Argentina es un país con un pie en el Tercer mundo profundo y otro, no en el Primer Mundo, pero sí en ese lote de países que se le parecen mucho por su perfil social, cultural y político. Así, Argentina no llega a constituir las mayorías tercermundistas y antioccidentales que se pueden conformar en Venezuela o en Bolivia, o, fuera de la región, en Irán y el resto del mundo musulmán. Mientras en Irán y en Venezuela las clases medias educadas son una neta minoría, aunque influyente, en Argentina este sector social es mayoritario, o al menos es claramente definitorio, como se comprobó durante el conflicto del campo. Y la clase media define, inclina la balanza del conflicto político, en sentido opuesto a la tendencia populista-tercermundista. Sin la clase media "no se puede", constataron entonces los Kirchner. Los actos del Bicentenario se deberían interpretar en esta perspectiva. Fueron la parte más mediática y espectacular de un intento de largo plazo de romper ese rol político definitorio, "conservador", de las clases medias argentinas. Todo es parte del mismo conflicto y la misma lectura, que hoy motoriza el conflicto mortal con los medios de comunicación privados. Porque pese a la experiencia de 2008-09 y como respuesta a esas derrotas, los Kirchner igual tratan de "ir por ahí", como indica este despliegue de historiografía revisionista hecha espectáculo multimedia, con Evo y Chávez en primera fila. El costosísimo show de dos días fue entonces un intento de captación masiva de voluntades, y parte de un operativo político, mediático y cultural más amplio, que trata de revisar y revertir el cuadro que derivó en aquellas derrotas de 2008 y 2009. Así, el show fue, o intentó ser, un mojón, un punto firme en la tarea de recuperación del poder K con vistas al 2011.
Este conjunto de actos del Bicentenario fue además la presentación en sociedad del discurso que durante estos años circuló en forma mucho más restringida, aunque haya sido el del gobierno. Se pasó (eso sí, momentáneamente), del nivel de público de Canal 7 y de su programa 6,7,8 a juntar un par de millones de personas en las calles, más una televisación que tuvo una gran audiencia. Por supuesto, no es que todos "compren" lo que miraron en la tele o en la calle, pero sí pareció darse un paso adelante en la masificación de ese discurso y de esa historiografía hacia el soñado lugar de la doxa predominante. Otros pasos se han dado en estos años en ese sentido: fuera del restringido alcance de Canal Encuentro, ahí está el caso del popular divulgador Felipe Pigna. Y además "todo suma", tanto en el campo de la batalla cultural como en el propiamente político-electoral. Algún puntito habré subido en los sondeos, pensará Néstor en Olivos. Un paso adelante en la vulgarización-instalación de nuestra visión facciosa de la historia nacional se dio en estos días, comentará tal vez Tristán Bauer, comparando la masividad de la noche del 25 con la minúscula audiencia del profesor Feinmann.
Pero, intentado una visión de conjunto, esto fue la respuesta, o parte de la respuesta, de los Kirchner a aquellos dos bofetazos que les propinó la clase media apoyando masivamente al campo en 2008 y derrotándolos en las elecciones de 2009. Se está en un intento de cambiar el paisaje político que generaron esas dos derrotas, en lugar de hacer, como haría un político tradicional, una corrección del rumbo para captar ese voto que no se tiene o que se fue. Pero los Kirchner no son políticos tradicionales, representan a un peronismo radicalizado en serio. Como se ha visto en estos dos años, son setentistas de verdad, coherentes con esa procedencia autoritaria y antiliberal. Y lo serán aún más si ganan en 2011, que no queden dudas. Un punto este, el de cómo sería un Néstor Kirchner presidente 2011, que debería analizarse más en detalle, para balancear seriamente qué es lo que está en juego en todo esto.
Y lo que está en juego en la actual puja política es si la Argentina seguirá siendo un país de aquella categoría híbrida entre Tercer y Primer mundo, con una clase media predominante que dirime en favor del lado "occidental" de nuestra sociedad y de nuestro sistema político, o si existe una vía de transición, de pasaje, hacia esos otros escenarios políticos y sociales que Venezuela ejemplifica cabalmente. Este es el "sueño" de Néstor y de Carta Abierta, de los sectores de izquierda dura, peronista y no peronista, que apoyan con furia a este gobierno.
Creo que este intento de ruptura radical y hacia adelante finalmente no resultará y los K serán derrotados en 2011, casi seguramente por el peronismo tradicional. Pero también creo que la próxima vez, la próxima reencarnación del peronismo radicalizado, sí tendrá éxito pleno, finalmente. Por la simple razón, varias veces apuntada aquí, de la demografía diferencial de las clases sociales argentinas. La opción para que esto no ocurra es que se consolide un fuerte conservadurismo popular, como de hecho es el peronismo no-K, el Peronismo Federal de Solá, Reuteman, Duhalde. Porque, ¿qué es este peronismo de centroderecha anti-K si no una política que sostiene aceptablemente bien a las instituciones y a la vez hace clientelismo sobre aquellas clases más numerosas, sin olvidar un buen grado de racionalidad económica? Parece que en el futuro habrá que elegir entre "eso" y "esto", entre un peronismo radicalizado y autoritario y uno más educado, democrático y racional pero, peronismo al fin, igualmente manipulador y clientelar.