sábado, 6 de noviembre de 2010

¿Si se muere Obama asume Michelle?

Imagínese esta situación paródica en EEUU: un día se muere Obama de un infarto. Michelle, devastada, pide hacer una cadena nacional desde la Casa Blanca: "prometo continuar la tarea de mi esposo en todas las áreas, voy a honrar su memoria profundizando su modelo de redistribución y en contra de los aventureros de Wall Street, etc", hasta que un secretario le toca el hombro: "señora... ¿Qué? pregunta ella irritada, con esa mirada terrible que a veces tiene. "Señora, Ud no hereda la presidencia, la asume el vice, el viejo Joe Biden...". "Ah, es verdad, me fui a la mierda, disculpen", admite la primera dama, y hace mutis.
La breve e imaginaria comedia sirve para dar cuenta del delirio total en que estamos sumergidos en Argentina, donde se ha "naturalizado" la anomalía política. Porque Cristina en 2007 recibió la presidencia como un bien ganancial, recordémoslo. Una aberración, una sudacada total. Y aquí estamos hoy, honrando a Néstor como si hubiera sido un Avellaneda o un Roca, y en manos de su viuda, que simulaba gobernar cuando todos sabíamos que era él el que tomaba todas las decisiones. Argentina está hundida hasta el cuello en su anomalía, que hoy se llama kirchnerismo y mañana quién sabe. El punto es que con este nivel de sistema político, nunca se saldrá de "esto". Porque lo que no se ve claro es que, teniendo de base un fenómeno mundial casi idéntico al que logró poner a la Argentina 6º o 7º en PBI per capita hace un siglo, el país sigue siendo económica y socialmente muy mediocre, sin movilidad social, con miseria crónica y creciente. Y si se establece por consenso general que este es el "modelo" a heredar por todos, si se acepta que este es "El modelo", bueno, seamos claros: estamos al horno y hemos leído mal tanto la experiencia argentina como la de otras sociedades. Como la brasileña, que bajo Lula "fabricó" 30 millones de clase media en apenas 8 años. ¿Cuántos millones de clase media creó Kirchner en sus casi 8 años, aún teniendo en cuenta las proporciones en cuanto a tamaño de la población? La anomalía kirchnerista nace de otra, la dominación total de la política por el pejotismo en 2003, cuando hace de las elecciones generales una interna abierta. ¿Alguien recuerda a algún candidato presidencial no peronista y cuántos votos sacó ese año? Mientras no se logre tomar distancia y visualizar al conjunto histórico de la última década al menos, no se comenzará el camino de la normalidad: normalidad institucional, ante todo, donde no haya ni pueda haber "pingüino o pingüina" como menú electoral, donde la Sigen, la Fiscalía de Investigaciones y demás órganos de contralor funcionen seriamente, por no hablar del Poder Judicial. Y con una sociedad que no haga sentido común de la condena del "neoliberalismo" ni de las inevitables y necesarias reformas estructurales de los 90, más allá de la marca corrupta del menemismo. Al que, está claro ahora, cuando se les perdona su evidente corrupción a los Kirchner, no se lo condenaba por su venalidad, como se proclamaba desde Página 12, sino, exclusivamente, por sus reformas económicas. Ocurre que todos los países tuvieron sus "90s": desde Brasil, con Cardoso, a Suecia, que desreguló, redujo el Welfare State y creó incluso jubilaciones privadas. Y nadie allí reniega de esas necesarias reformas de un sistema demasiado estatista y rígido que estaba agotado. Acá, al contrario, lo que fue un libreto K para consolidarse en el poder fue adoptado acríticamente por toda la comunidad. Se afirma, por ej, que hubo una gran desindustrialización en los 90, cuando en verdad la economía creció con fuerza en casi todos los sectores entre el 92 y el 98. La industria automotriz actual nace con el régimen especial creado por Cavallo en aquellos años, por ej. Se debería saber, pero nadie parece saberlo, o querer recordarlo.
Desmontar la naturalización de la cultura antimercado y autista y negadora de la globalización que creó el kirchnerismo y que el país todo aceptó como sentido común no es tarea para figuras menores, como las que hoy decoran a la oposición. Así que la actual anomalía argentina parece tener su futuro asegurado.