sábado, 6 de marzo de 2010

Un gobierno que se hunde en su propia disfuncionalidad

Se ha ironizado mucho sobre el gobierno popular y antiimperialista que lucha denodadamente por lograr el reingreso a los mercados financieros internacionales. Y que busca esa fuente ortodoxa de financiamiento porque no le queda otra y necesita plata fresca a raudales para hacer política kirchnerista (o sea, caja) hasta fines de 2011. Estoy obviamente de acuerdo con todo esto, pero hay algo más en este sainete. Básicamente, el fenomenal nivel de disfuncionalidad que ha alcanzado este gobierno. Y ya no se trata sólo de psicología del poder, en el sentido del estilo santacruceño que únicamente sabe mandar, someter y no consensuar, algo también muy citado por estos días de furia veraniega. Pero falta sumar algo a todo esto, algo puramente político: un gobierno que no sabe cómo, con una oposición en su gran mayoría centroderechista o muy moderada, sumar consensos para reabrir mercados de deuda voluntaria, pagarle a los bonistas defaulteados y tomar financiamiento fresco. Pese a tener todos los números "macro" para hacerlo. Se trata de un gobierno que ya no sabe hacer gestión básica. Porque acá no está en discusión un desafío social enorme, como era imponer aún más retenciones a los cientos de miles de chacareros y joder así, además, a la extensa red socioeconómica que los productores sustentan en los pueblos de la Pampa Gringa. Ni es la ley de medios que tenía _tiene_ enfrente al grupo Clarín, al grupo Uno y a los miles de pequeños y medianos medios de todo el país. Nada de eso: se trataba de coordinar la voluntad de pago del gobierno con las evidentes ganas de los mercados de hacer negocios (con este gobierno como podrían tenerlas con un dictador africano o con un Chávez), la lógica y racional necesidad del país de normalizar, por fin, su situación externa; el fuerte interés de la oposición en recibir el gobierno con esto solucionado; en fin, todo estaba a favor de lograr el objetivo que el gobierno se propuso en diciembre con cierta facilidad. Se debía, con buenas maneras y buenos argumentos, convencer a Redrado de poner en garantía una fracción de las reservas, luego convocar a Morales y a Cobos y hablar con los caudillos del PJ disidente. Y así armar entre todos un buen plan financiero que beneficiara a todos: al gobierno, que hubiera tenido financiamiento externo abundante; a la oposición, que hubiera logrado un protagonismo positivo, constructivo, y no como ahora, que debe ser protagonista a partir de kirchnerizarse (y está bien que lo haga, no tiene opción) y que esperaba, como dije, recibir en 2011 un país más o menos normal. En fin, no era mucho pedir. Normal administración para un gobierno medianito, no hablo de grandes estadistas. Pero el gobierno y su plan financiero están donde están, o sea, en la lona, con una presidenta del Central herida de muerte, sin nada de nada en las comisiones del Senado ni en la bicameral de los DNU y con un daño político muy grande, con una terrible imagen de la presidenta (¡por Dios, que alguien le diga que no se inmole más en cadena nacional!). Y con la reapertura de los mercados en veremos, con los bonos aún por vender, etc. Nunca tan poco hubiera costado tan poco, pero no se logró por esa mezcla de necedad, encierro y falta total de pericia, técnica y política. Así, no llegan.


PD: analizar comparativamente los conflictos del campo, el de los medios y el actual, sirve además para desmontar un tópico central de la retórica kirchnerista. El que dice que encuentran tan fenomenales resistencias porque tocan intereses de los "grupos económicos concentrados". En el caso del campo, decían, era la oligarquía rural, los estancieros, y en el de los medios, el grupo Clarín. Era una construcción forzada, un "relato", pero tenía cierta base y cierta lógica: se tocaban intereses económicos, se afirmaba, y estos reaccionaban de manera "destituyente". Ahí estaban los grandes productores rurales, con la Sociedad Rural; ahí estaba Clarín. Ahora, en cambio, el gobierno está inmerso en una crisis mucho más seria que aquellas, pero resulta muy arduo o directamente no creíble en lo más mínimo repetir esta retórica de los intereses concentrados destituyentes. ¿Los intereses de quién? ¡Si los mercados se mueren porque agarren la guita del Central! Simplemente, este tema no es vendible con esa retórica de la lucha desigual entre el gobierno popular y los villanos del poder económico. Igual se ha intentado, Cristina lo ha dicho, pero nadie "compra". Y este carácter inverosímil demuestra, por el contrario, que aquellos otros conflictos que creó el gobierno tampoco eran por tocar intereses sino por la pésima gestión política de los Kirchner. Que son horribles haciendo política cuando se necesita tejer mínimos consensos. Siempre lo fueron. Que no puedan entrar a Río Gallegos si no es con 100 milicos de custodia lo demuestra mejor que cualquier episodio de la novela de las reservas.