martes, 23 de marzo de 2010

Los Kirchner, o la peculiar radicalización de estilo argentino

Hice algunos retoques y agregué un PS por los actos del 24:

La pregunta de fondo en Argentina es muy simple y reiterada: ¿porqué el kircherismo y no un normal proceso de tipo socialdemocrático, un Tabaré o un Lula argentinos? Casualidad no es. Que después de un acentuado proceso "neoliberal" como el menemismo viniera uno de centroizquierda era lógico, esperable, casi fisiológico. En Brasil, después de Cardoso, vino Lula; en Uruguay, después de Battle, vino Tabaré; etc. En Argentina, después del Gran Calo I, se aparecieron Néstor y Cristina. Faltan los Locos Adams y estamos completos. Y todos estos monstruitos vienen con el sello de fábrica PJ.
Ahora, centrándose en los K, en Argentina existe una forma de radicalización del proceso político totalmente sui generis. O sea, ellos no son Evo o Chávez, que nacionalizan en serio, van por el acero y el gas y siguen con los supermercados, etc, etc. No, estos tienen empresarios amigos a quienes confiarles esos menesteres. No han nacionalizado casi nada. La radicalización, en Argentina K, no es programática, es discursiva y, sobre todo, de métodos de gobierno y de formas de llevar el conflicto político. O sea, no se expropia a los terratenientes, pero sí se los aprieta. Durante el conflicto con el campo a nadie se le ocurrió tirar esa idea, la expropiación, que sí se concreta en Venezuela, en Bolivia. Acá ni a los de Carta Abierta se les pasó por la cabeza, pese a la fuerte carga histórica y emocional que conlleva ("a desalambrar"). No, la radicalización es, justamente, a lo Carta Abierta. O sea, de fuerte retórica, por un lado, y, por otro, de métodos de ejercer el poder. Métodos pesados, a lo Santa Cruz: aprietes, en público y en privado, carpetas (y videos) de la Side, ahorcamientos financieros obscenos como praxis cotidiana. Plata sucia por doquier, operaciones idem en Página 12, en Canal 7 y donde sea posible. Piqueteros como tropa de choque a sueldo que amenazan públicamente, como acaba de hacer la fuerza de tareas de Milagros Sala en Jujuy con el senador Jenefes. Gente todoterreno en serio. Y la polarización permanente como recurso discursivo y forma de llevar la puja política, como se observa en la batalla diaria de los medios. Lo veo en mi Redacción: tipos que en 2001-2002, o sea, con plena crisis, eran moderados y apenas esbozaban planteos socialdemócratas, que fueron a algunas asambleas con curiosidad y sin ninguna euforia, ahora son feroces periodistas K. También hay tipos que en los 90 miraban desde el cómodo balcón de la izquierda radical mientras escribían poemitas, y ahora actúan como comunicadores militantes K. Los veo cómo se juntan, laboral y emocionalmente; por ejemplo, un PJ universitario de vieja data con un pequeño intelectual que se dice anarquista gramsciano. Se han hecho amigos, cuando hace unos años apenas se daban bola. A esto llamo, por ponerle algún nombre, radicalización discursivo-emocional, que es un factor cohesionante fundamental en todo proceso radicalizado. No falta nunca en la historia en procesos revolucionarios: el stalinismo, el fascismo, el nazismo, el peronismo. Siempre aparece ese pegamento gestual, emocional y retórico, que es fundamental en lograr la radicalización. También surge ahora, con el kircherismo. Por esto el kircherismo no debe ser menospreciado o ninguneado. No va a expropiar a la Sociedad Rural, ni a Techint, aunque sí los va a apretar y a molestar en su ecuación económica, como ha hecho y hace. Es el caso del campo, que sigue jaqueado por la Oncca y por Moreno; el de Papel Prensa y el grupo Clarín y el de muchas empresas que reciben la visita de la Afip por orden de Olivos. Pero insisto: el radicalismo pasa por otro lado, pero no es menor ni cosmético y, sobre todo, le veo un potencial peligroso que aún no estalló, o no se hizo estallar. Esa energía psico-social (de nuevo, por llamarla de alguna forma) puede ser muy peligrosa en caso de un desborde. Por ejemplo, si a Néstor no le sale bien la Transición Sin Cárcel y con Total Impunidad que planea. No cuesta mucho imaginar a las Madres de Bonafini, al Canal 7, a las orgas piqueteras, al main stream de la pequeña intelectualidad y los gremios estatales de ATE arengando e incluso ocupando violentamente la calle y los medios. O sea, una radicalización que hoy está acotada a la lucha diaria contra "la derecha" en el terreno mediático y rigurosamente político, sería llevada, desbordada, hacia los lugares emblemáticos del radicalismo de toda la vida: la calle, la barricada, las tomas de edificios públicos y privados (de Clarín, por ej.) Pero aunque no se diera este episodio traumático (lo que significaría que Néstor ha conseguido la impunidad), ese radicalismo se percibe y se padece cada día. La locura que domina en el Congreso es un ejemplo. En lugar de organizar la típica agenda bipartisan de transición, una vez perdidas las elecciones de medio mandato el 28 de junio, el gobierno hizo lo opuesto. Primero, se dedicó seis meses a sacar leyes a todo vapor y como fuera, y después, se dedicó a la guerrilla permanente que estamos viendo. Encima, le hace pagar a la oposición buena parte del costo, dado que la sociedad no percibe que la principalísima responsabilidad por la paralización del Congreso es del gobierno, del Ejecutivo.
Este rasgo radicalizado, conflictual, diría neurótico, no es sólo una particularidad del matrimonio, o incluso un modo de ejercer o entender el poder como se ha dicho tantas veces. Obedece a algo más oscuro y más profundo, a la idiosincrasia nacional, o a esa parte de ella que pervive en el peronismo, en esa fracción de él que sigue combatiendo al capital, que quiere "disciplinar a los grupos económicos" y que lamenta la "oportunidad perdida" del conflicto con el campo para llevar a cabo ese disciplinamiento social. Por algo los mismos intelectuales que se entusiasman con Laclau y Toni Negri se ponen al hombro a Néstor y Cristina. Por más que está claro que querrían ver muchas más estatizaciones de "los grupos concentrados" y menos riqueza noventista en El Calafate, menos casinos de Cristóbal y más reparto de reservas en planes sociales. Pero la conflictividad y la retórica anticapitalista es una parte importante de toda radicalización, y los K se las sirven en dosis masivas todos los días. Para gente que ya se resignaba a ver el resto de su vida nada más que gobiernos de De la Rúas y Macris, no está tan mal. Ahora, para los que esperábamos un lento pero firme proceso de normalización del país, a través de una larga secuencia de gobiernos centroizquierdistas y centroderechistas, esto es fatal. Por eso, que se negocie la salida impune, en esta perspectiva, puede ser el mal menor.



PS del 24 de marzo. Día de la Memoria. Es sobreabundante ponerse a discutir lo que ya está claro: que los DDHH son usados por la izquierda, la nacional y popular y la ortodoxa, para sus propios fines y que se olvidan de estos valores para defender a Castro, incluso a Ahmadineyad. No, eso ya está saldado como debate. Más bien, vale un apunte por los actos de hoy, tanto el de Buenos Aires como el que vi aquí, en Rosario. Mucha gente, realmente mucha. Esto, ¿prueba que la causa de los DDHH en versión nac y pop se volvió realmente popular? ¿O son solamente una muchedumbre de militantes pagos, con chapa o plan? Veamos. Plata y organización hay en dosis mayúsculas, y van como ejemplo Madres de Plaza de Mayo línea Bonafini. Hoy vi una columna del Teresa Vive. Todos uniformados, con carteles impresos, etc. Ahí hay plata. También estaba clara la división de clases: los cabecitas villeros, iban en las formaciones piqueteras, los chicos de clase media en los organismos de DDHH o en los viejos partidos de la izquierda no piqueterizada. Lo mismo vi por Canal 7 en Buenos Aires. En los 90, cuando era cronista, cubrí muchos actos de estos. Eran siempre el mismo puñado de tipos, daban un poco de pena. No tenían un peso, es verdad, pero además ese discurso estaba totalmente marginado de la sociedad, de los medios y de los demás espacios públicos. Encima, la izquierda venía de la caída de la URSS y estaba de luto. El asunto parecía archivado. Miren ahora. Pero no se trata solamente de plata y buena organización. No, acá hay algo más. Creo que es más o menos, esto: este sector de izquierda setentista ganó espacios desde el 2003, gracias al background de la crisis del 2001 dándole empuje al anticapitalismo histórico argentino, que vio en esa crisis otra prueba flagrante de cómo el odiado capital traiciona y hambrea al pueblo argentino. A esto se sumó la plata y la organización, en dosis muy considerables gracias a los K. Por esto, aún sin inyección de fondos estatales hoy tendríamos un cierto revival. Y este revival no será efímero, no se terminará en 2011 cortando el chorro de fondos (que además hay que ver quién se anima a cortarlo). Vi mucha gente joven hoy, de esa formada en la mitología de los 30 mil compañeros desaparecidos por luchar por la causa nacional y popular, que creen sinceramente en ese relato mítico. Chicos del último estrato de la clase media, sin buena inserción laboral, con mucha facultad y muchas horas de tomar mate en el centro de estudiantes. La misma tipología que se podía encontrar en estos sectores en los 90, pero ahora el número es mucho mayor.
Sin embargo, la imagen de la plaza llena no debe hacer creer a nadie que esa multitud es mayoría social. Ese es el juego de imágenes del gobierno, del Canal 7. El subtexto es claro: miren cuántos somos, cerdos burgueses de la oposición. Pero cuando llegan las urnas este sector duro del kirchnerismo no suma ni 10% o menos. Los otros votos de Néstor en el 2009 son del PJ, lejos la mayoría de los pocos que sacó. Lo que ocurre es que este sector es militante y organizado, mientras ese otro 80-90% no lo es es absoluto. Aquí entra a tallar esa categoría de "multitud" de Negri y otros, que tanto place al matrimonio y a sus escribas. Porque la multitud es la contracara de la mayoría en las urnas, o sea de la sociedad movilizada democráticamente, según las pautas de la representación parlamentaria, de la democracia burguesa. Representación y multitud son, se sabe, opuestos. Y los K y quienes hoy llenaron la plaza apuestan, obviamente, por la multitud, que sumada al relato épico y a la retórica de "la lucha contra los mismos intereses que dieron el golpe del 76" constituye el ADN de este gobierno. También, llegado el caso, su plan de salida: nos derrotaron los mismos que estuvieron detrás del golpe, la Rural, Clarín, la UIA, etc. No cuesta nada imaginarse el dramático discurso por cadena nacional de Cristina, con la voz más Evita que nunca, anunciando su renuncia forzada por los villanos de siempre.