jueves, 30 de julio de 2009

Argentina post-K: que no vuelvan los gurúes por favor

Con el ciclo K en proceso de declinación y clausura, tal vez es hora de comenzar a preguntarse cómo serán la política y la economía argentina que vienen después. Después del 2011, si esto no se descompone antes. Prima facie, como diría un leguleyo, se viene "la derecha", como alertan y repiten los intelectuales y periodistas K. Si a ellos los angustia ese futuro próximo es un buen síntoma. Sin embargo, los ganadores del 28-J (De Narváez, Reutemann, Cobos, etc) insisten en un mesurado retorno a la normalidad. No hay tonos revanchistas ni de fundamentalismo noventista en sus discursos, al contrario. Esto es lo que la sociedad percibió en ellos y, sobre todo, es lo que votó. Nada de radicalismos, entonces, nada de giros de timón brutales. Nadie quiere más conflictividad permanente, como se sabe. Y eso implica que se va a tener que gobernar con parsimonia y equilibrio. Los vengadores quedan descartados. Este reclamo social de normalidad y equilibrio pone límites claros a la política futura. Se deberá rehacer lo muchísimo que el kirchnerismo ha hecho mal en economía, pero sin dar la impresión de que vuelven los Chicago boys. Este es un punto fundamental: que los think tanks se notifiquen. Porque la sociedad repudia al poder K y a su modo de hacer política, a su ideología setentista, que le resultó siempre un cuerpo extraño aún en los momentos de mayor consenso del kirchenrismo, pero igualmente recela del retorno de los gurúes que pueblan el programa de Grondona. A no confundirse, Men in black de las fundaciones.
Es que la visión monocolor, pendular y revanchista del proceso histórico-político es claramente una característica que afecta a más de un sector de la Argentina, no sólo a los ancianos de Carta Abierta. Honduras sirvió al respecto de oportuno test democrático. Los que salieron sin dudar a justificar el golpe son los mismos que recitan el dogma privatista de manera impermeable y monocorde, tal como hacían 15 o 20 años atrás. Los mismos que ante una visión matizada y pragmática de los asuntos públicos ponen un rictus despectivo, seguros de su limitada dogmática economicista. Es el consabido síndrome del golf, el sueño imposible del poder republicano estadounidense trasplantado a las pampas. Un síntoma de este revanchismo pudo detectarse en el acto de los ruralistas. Les faltó quemar un muñeco de Néstor o un ataúd con una K bien grande. Suerte que De Narváez y Solá se desmarcaron rápido y netamente. Hay que entender que la sociedad reclama un centroderecha moderado y racional que deje atrás el clima violento y neurótico en que nos hicieron vivir los K, pero que esto no implica, ni remotamente, un vuelco hacia la derecha estrecha y privatista, que me resisto a llamar liberal porque sencillamente liberal no es (y de vuelta ahí está Honduras como papel de tornasol).
En la nueva fase sí se deberá actuar con decisión y rapidez en un terreno fundamental. La ciudadanía espera un vigoroso mejoramiento de las instituciones, a comenzar por el Poder Judicial. Y esto es algo relativamente rápido de hacer y que nos daría automáticamente un salto de cualidad. Porque el problema central hoy, con los jueces, no es tanto si son malos técnicamente sino su temor reverencial al poder político. Una vez desarmado este mecanismo de sometimiento, y eEn una segunda etapa, ya normalizada la vida institucional, se verá cómo ir mejorando el nivel técnico de la magistratura. Y no sólo de ella, claro: habrá que plantear concursos públicos en todos los ámbitos del Estado nacional. Debe ser otro punto ineludible de la agenda futura. Esta medida también es relativamente fácil de implementar, creo (aunque ya me veo venir a la carga a los sindicatos). No es que el concurso sea un talismán infalible contra la arbitrariedad, el acomodo y los ñoquis, nada que ver. Les puedo señalar infinidad de casos en la inefable UNR. Pero que los concursos, globalmente, sirven para mejorar el nivel y transparentar a la administración pública, no hay dudas. Estas son apenas dos medidas que el futuro gobierno debería tomar en los primeros días de gestión y que oxigenarían de inmediato el espacio público y el clima social.
En cuanto a la gestión de la economía, además de desmontar, claro está, el desastre hecho por Moreno y Echegaray en el Indec y la Oncca, habrá que ver qué hacer con Aerolíneas, por ejemplo. Dejo la política macroeconómica para los que saben del asunto, pero supongo que habrá que actuar en ese plano con una sabia mezcla de ortodoxia, para cuidar la plata, recrear la confianza de los mercados y reinsertar el país, y la dosis, hoy universalmente aceptada, de keynesianismo serio, para compensar, en lo inmediato la caída de la actividad y, en el plano de lo permanente, crear una red de seguridad social no clientelar. Este es el programa que la sociedad espera, básicamente, del nuevo poder que surja en 2011. Podríamos resumir este espíritu en un slogan: ni De Vido ni Cavallo, ni Moreno ni los gurúes.