jueves, 14 de febrero de 2008

Saqueos en la ciudad natal de Hugo, que no pega una.

Hubo saqueos de alimentos esta semana en Sabaneta, la ciudad natal de Chávez. Cuyo alcalde es uno de los varios hermanos de Chávez. La ciudad se encuentra en el estado de Barinas, gobernado por el papá de Chávez. Allí, en Sabaneta, se desarrolló un único partido de la pasada Copa América, para el que se construyó un estadio ad hoc. El comité organizativo del efímero torneo en Sabaneta estuvo a cargo de Adelis. Adelis Chávez, claro.
Volviendo a Chávez, Hugo Rafael, se ha dado a sí mismo un "insuficiente" en materia de inflación. Falta ahora que avance con su sinceramiento y se dé un cero en materia de economía general. Es que nuestro Hugo hace todo mal. Ya no se trata de sus evidentes pulsiones caudillistas y autoritarias, de su delirante agresividad, de su preocupante tendencia a anunciar guerras e invasiones. Ni tampoco de su reiterada manía de encargar armas rusas con la misma soltura con la que Antonini Wilson compra Ferraris en Key Biscayne.
No, ocurre que además el hombre no pega una allí donde sí supieron construir esquemas socioeconómicos, autoritarios pero eficaces al menos por un tiempo, otros caudillos latinoamerianos (Vargas, Perón, Stroessner y algunos más). Teniendo el maná del petróleo a 90 y pico el barril y algunos economistas a mano, no debería ser muy difícil. Pero el Hugo no puede lograr ni siquiera algo tan sencillo. Se las arregla, el pobre, para causar gravísimos problemas, como los de la inflación galopante y el desabastecimiento, en un tiempo que debería ser el glorioso cénit de su loco régimen. Imaginen lo que será el crepúsculo del chavismo si éste es su mediodía.
No, si por algo tiene la cara y los modales que tiene. Como decía mi abuela, el que nace para pito no llega a corneta. Aunque Hugo llegó, providencialmente, a corneta (para continuar con la fálica metáfora de mi abuela), no sabe sacarle ni una modesta melodía. Por esto llama al mentiroso compulsivo de De Vido, que le promete carne y leche a raudales a cambio de más y más fuel oil. Con idéntico talento para tomar medidas ineficaces, Hugo puso a la petrolera estatal Pdvsa a distribuir alimentos (sic!). Ambas decisiones tienen o tendrán ruinosos o nulos resultados, como es facilísimo de prever. Mientras, no va que se le ocurre amenazar con cortar el envío de crudo a EEUU, en represalia por el juicio de la Exxon. Con lo que arma otro problemón: los crudos pesados y ácidos de Venezuela no son muy demandados en el mercado, fuera de EEUU. Los yanquis han construido en la costa del Golfo costosas refinerías especiales para procesarlos. No todos los países las tienen. Hugo debería pensarlo mejor antes de abrir su bocaza. Pero es este precisamente el problema con él: tiene la lengua mucho más rápida que el cerebro. A este paso, el socialismo bolivariano del siglo XXI termina mucho antes de lo que se pensaba hace apenas un par de años. Por suerte para Venezuela y por desgracia para Hugo Rafael y sus cuantiosos hermanos.