sábado, 9 de febrero de 2008

Alarcón balbucea en Internet

Un régimen moribundo y taciturno se agita en el Caribe. Busca renovarse desesperadamente, sabe que si no lo hace lo espera el abismo. Pero también sabe que si se renueva igualmente desaparecerá, de manera que la disyuntiva es insoportable para sus pocos beneficiarios.
El hermano Raúl ha dado orden de abrir las ventanas, pero no tanto. Por ahí, en el reflejo pavloviano de cumplir con esa orden superior, se han cometido torpezas, propias del hábito de la obediencia ciega. Así parece haberle ocurrido a Ricardo Alarcón, obtuso presidente del Parlamento no electo de Cuba, ese que hace unas semanas se votó con lista única y con el mismo número de candidatos que de bancas a cubrir. Como le había ordenado Raúl, Alarcón abrió el juego, y lo hizo ante un auditorio de estudiantes en circuito de video. Evidentemente no esperaba la que se le vino encima. Bastó un estudiante, Eliécer Avila se llama el valiente, para aporrear impiadosamente al viejo aparachik castrocomunista. El asunto se sabe porque el video terminó en Internet, y no gracias a Granma o Juventud Rebelde. Alarcón, en algunos casos, balbuceó, en otros, calló. Eliécer llevaba una remera con una arroba en el pecho, para significar que, siendo estudiante, y de informática, no puede tener una simple cuenta de mail, no ya digamos un blog como éste que solaza al refinado lector. Aunque Alarcón estaba tan anonadado que no se le ocurrió, poco más tarde otro burócrata salió con el viejo y manido argumento: culpa del bloqueo yanqui si no hay cuentas de gmail y yahoo. No es censura ni nada parecido.
En tanto, parece que el 24 de febrero, cuando se reúna ese pseudo Parlamento, volverán a elegir a Fidel como presidente y a Raúl como "interino". Si alguien tenía expectativas de ver una aceleración de las reformas vía Raúl, tendrá que refrenarse. Todo irá, si es por ellos, por la vía lenta. Fidel sigue ahí, y el miedo de la nomenklatura es fenomenal, evidentemente. Se los puede uno imaginar en sus casonas de la zona buena de La Habana rumiando la gran incógnita: ¿Hasta dónde se puede hacer la apertura sin riesgo de desatar una reacción en cadena? El modelo chino es, ante todo y sobre todo, eso: chino. Se habla fácil de él, pero no parece que en la isla del socialismo real haya clima para aplicarlo. Ni plafond económico, ni tiempo, ni muchas otras condiciones que se dieron en China a fines de los 70, cuando Deng mandó al basurero las criminales enseñanzas del Gran Timonel. A veces se olvida, pero China lleva una generación aplicando dosis crecientes de economía de mercado. En Cuba ya no hay tiempo ni paciencia para eso; tal vez los hubo a inicios de los 90, cuando se quedó sin el subsidio soviético. Pero como se sabe Fidel decidió entonces una apertura limitada al turismo y muy, muy acotada y controlada de cerca por la Seguridad del Estado. Aún así lo que produjo esa apertura bajo control espantó al Líder Máximo, que ordenó poner reversa hace unos años. Por eso, tal como están hoy las cosas, la "revolución" no aguanta, ni siquiera con el petróleo que envía el generoso tío Hugo a cambio de unos cuantos médicos y dentistas.
De este dilema de hierro surge el episodio de los estudiantes y el apabullado Alarcón, en modo alguno de un nuevo y auténtico espíritu de apertura reformista, como sugieren algunos medios y se encarga de propalar el juglar mayor de la corte fidelista, Silvio Rodríguez. En las casonas de la nomenklatura, mientras se turnan para visitar a Fidel y soportar sus delirantes filípicas, los hombres de la vieja guardia se preguntan, en el fondo, qué hacer.