martes, 14 de diciembre de 2010

Macri y Villa Soldati: una chance de polarizar contra el gobierno K

Con el drama de Villa Soldati apenas superado con una clara derrota para el gobierno,
Nilda Garré quedó a cargo del nuevo Ministerio de Seguridad, al que se convocará a presuntos líderes de la sociedad civil vinculados a los DDHH. ¿Será esta la solución a la ola de inseguridad brutal que sufre la Argentina? Se ha escrito que "Nilda es Verbitsky" , lo opuesto a Aníbal F., típico PJ bonaerense con alianzas turbias en la Federal. El sector ideologizado del gobierno gana un puesto clave, que pierde el sector pejotista pragmático. Son dos mundos enfrentados: uno, que vive en una burbuja dogmática y sin práctica del poder real (el caso de Garré en Defensa); el otro, que viene del gobierno bonaerense, de las intendencias del Conurbano, puro pragmatismo pejotista.
Si se pretende aplicar el "modelo" de Nilda en Defensa, habrá que avisarle a la Presidenta que aunque policías y militares lleven ambos uniforme, son muy diferentes. Nada más alejado en términos operacionales. Mientras lo militares se dedican a no ir a la guerra salvo rarísimas excepciones, los policías y gendarmes sí salen todos los días a la calle.
Pero el corazón del problema no está allí. El asunto de fondo pasa por la ideología, como se vio en el episodio de Villa Soldati, donde la realidad terminó imponiéndose y dándole un claro triunfo a Macri. Se trata del temido verbo tabú, "reprimir". La oposición ha aceptado este tabú. La diputada Giudici declaró este lunes que "lo fundamental es garantizar el orden sin represión". Este enunciado es una falacia. El orden legal no podría sostenerse un día "sin reprimir". Esta falacia proviene de un hábito instalado en estos últimos 7-8 años, en los que se corrió mucho el límite de lo permitido más allá de lo que dicta la ley (que sí habla de represión y de reprimir sin pruritos ante un acto delictivo).
Esta falacia nace, en último término, de la creencia de estos sectores ideologizados afines al gobierno en que toda represión bajo el orden capitalista es intrínsecamente injusta e inmoral, porque castiga a las víctimas del sistema. La única represión válida es la excepcional, como la que hoy aplica a los represores (justamente) de la dictadura. También se aplaudiría una eventual represión contra, supongamos, propietarios rurales que se organizaran para defender sus propiedades de una estatización a lo Chávez. Es decir: la represión vale _y cómo_ cuando va dirigida contra los beneficiarios del sistema de propiedad del capitalismo. Si no, es un crimen, es "reprimir la protesta social". Manipulando la lábil democracia burguesa se puede inocular en todo el sistema político y en la sociedad el tabú antirrepresivo, como se ha logrado en Argentina durante estos años.
Pero el momento está maduro para terminar con este tabú, y con el clima de época que lo hizo posible. En otros términos: la dogmática progresista que se generalizó a partir de 2001-03 está en crisis, y V. Soldati, con su neta derrota para el gobierno, es el mejor indicador de esto. El abrumador peso de los hechos, como la imparable ola de inseguridad, están terminando con el dogma de la corrección política y su tabú de la "no represión". Hay veces en que las cámaras de TV hacen mejor trabajo de campo que un ejército de sociólogos. Mostraron a los vecinos de los monoblocks de V. Soldati reaccionar a la usurpación del parque, se los escuchó y vio en esos días y así se pudo "semblantear" muy bien su tipología. Hay allí representado, puesto delante de la TV, un enorme estrato social que hasta hoy ha sido subrepresentado políticamente. Se trata de ese amplísimo colchón de clase media baja y de clase baja no marginal, que es el que vive en su propia piel como ningún otro los dramas de la inseguridad y de la vecindad inmediata con las villas. "No me banco una villa más. Si me ponen otra acá enfrente me muero", le dijo un vecino de Soldati a un cronista de TV.
Macri, aunque ha practicado tibiamente la retórica de la no represión en estos años, captó al vuelo lo que pasaba en Soldati y jugó fuerte a favor de la legalidad y de los vecinos damnificados por la ocupación. Y ganó, claramente. Esa declaración conjunta de Rodríguez Larreta con Aníbal F. que desactivó de inmediato la toma del predio fue una derrota política e ideológica para el gobierno. Es fácil imaginar la bronca que habrán tragado frente al televisor personajes como Verbitsky o Zannini. Y Macri debe estar mirando más allá de la Capital: por estos días los conatos de usurpación se multiplicaron en el Conurbano, donde es mayoritaria esa clase media baja y baja que es ahora el target electoral de Macri. Ya ganada la pulseada de Soldati, Macri debería ir por más, aún a riesgo de entrar en un tono de campaña electoral. Preguntarle, por ej., a esos vastos sectores del Conurbano si se sienten seguros con CFK y sus aliados ideológicos, que ahora con Garré comandarán a la Federal, Gendarmería y Prefectura. Macri debe meter el dedo en la llaga del "garantismo" que practica el gobierno, que mostró en estos días todo el costo que tiene practicar esa doctrina en un país con índices delictivos por las nubes. Y una cosa es practicar esa retórica y esa doctrina penal con el pragmático bonaerense Anífal F. al mando de la tropa y otra, enormemente diferente, será hacerlo con la ideóloga Nilda Garré y sus amigos del CELS. Ya se habla de "cursos de capacitación" para los federales, gendarmes y prefectos. Si la "nueva estrategia" en materia de seguridad de CFK y Nilda pasa por ahí, están fritas. Cristina parece moverse en la creencia de que la sociedad no tolera muertes por mano del Estado: se equivoca. Las tres o cuatro muertes (bolivianas) que hubo en Soldati no le importan "a nadie", es así de crudo y de evidente. Desgraciadamente, las cosas están tan mal que de hecho la sociedad casi las exige, a esas muertes. Dice: mejor que no ocurran, pero exijo mano dura ante el delito y las usurpaciones. Si detrás de la retórica de los DDHH y Garré está el plan de una represión prolija y sin muertos ante la "protesta social", CFK habrá resultado más astuta de lo que parece. Pero el equipo elegido no es por cierto el apropiado para esta ambiciosa misión, de una represión firme pero legal (a la chilena, por dar un ejemplo regional si irse al Primer Mundo). En cualquier caso, para Macri, que además es hoy el único precandidato presidencial de centroderecha (no tiene competidores en ese espacio potencialmente enorme) , esta opción ideológica de Cristina, sea de fachada o de fondo, parece servida en bandeja para polarizar sobre la inseguridad y el auge del delito. En esa estratagema, él se presentará como el garante de los ciudadanos honestos que trabajan, pagan sus impuestos y sus servicios con gran sacrificio; el gobierno nacional será el que apaña, además de a los piqueteros, a los "okupas", como se vio claramente en V. Soldati con el militante kirchnerista Salvatierra. Si logra instalar ese eje, tendrá una batalla ganada de cara al 2011. Macri también puede citar a los gobiernos de izquierda regional para castigar al gobierno K: ahí está la reciente orden de Lula de enviar al ejército con tanques para liberar de narcos dos grandes favelas de Río.
Entretanto, y con Villa Soldati como imagen símbolo, CFK y su gobierno han empezado a "gotear" consenso social. El esmeril ha vuelto a funcionar, de a poco pero sin detenerse.