martes, 31 de mayo de 2011
La recidiva histórica de los males económicos argentinos: se repite el ciclo 1946-89
lunes, 23 de mayo de 2011
España: los tópicos no sirven
Aquí va otra columnita breve sobre España, esta contra el tópico "Zapatero perdió porque aplicó la receta neoliberal que le impusieron los mercados y el FMI". Falso. Veamos:
La derrota del PSOE y de Zapatero es inevitablemente interpretada por un sector importante de los medios y de la opinión como resultado, no sólo de la demoledora crisis nacida en 2008 y de los 5 millones de desempleados, sino de la rendición incondicional del gobierno español a los dictados ortodoxos y antipopulares de los mercados y el FMI. Conviene advertir que las cosas no son así de gruesas y lineales, y que el terrible porrazo socialista se debe sobre todo a su total falta de soluciones eficaces a la crisis, y no a los escasos y tibios remedios ortodoxos aplicados hasta ahora. "ZP" paga por ese 20-21 por ciento de desempleo (en 2007, antes de la crisis, era 8 por ciento) y la recesión (en 2007 España alcanzó un récord de 16 años continuados de crecimiento; en 2009 se hundió en un -3,9 por ciento de actividad económica, y en 2011 apenas si crecería 0,8 por ciento). Tampoco es que el gasto público, expandido con fuerza en 2008-9, haya bajado abruptamente por orden fondomonetarista. De hecho, la leve disminución del déficit de 2010 respecto de 2009 (de 11,2 por ciento a 9,3 por ciento de PBI), se debió en un 55 por ciento al aumento de los impuestos y no al recorte del gasto. El tópico del "ajuste salvaje" cae así rápidamente, apenas se estudian los números nacionales. El déficit previsto para 2011, de 6,6 por ciento de PBI, tampoco indica que se esté ante un ajuste brutal, ni mucho menos. Es verdad que los mercados aplican el torniquete de las tasas de interés a los bonos, pero eso es lógico cuando detectan una deuda pública creciente con una economía que no crece.
El altísimo desempleo es el gran drama español, que los jóvenes de Puerta del Sol escenifican de manera inmejorable para entusiasmo de massmediólogos y panfletistas del anticapitalismo profesional. La cruda verdad es que el brusco fin de la industria del "piso", al estallar la burbuja inmobiliaria en 2008, dejó a una masa de gente desocupada muy difícil de reubicar. Ese motor se apagó, y no hay por ahora con qué sustituirlo.
domingo, 22 de mayo de 2011
España: el síntoma y el debate de fondo
Publiqué ayer esta columnita sobre la crisis española. Le hice acá mínimas correcciones, dado que salió publicada con algún erro, propio de la doble función, y algunas agregados y acotaciones pertinentes:
La irrupción del movimiento de los "indignados" puede analizarse de dos modos: o tomándolo como síntoma de la crisis o dejándose llevar por sus consignas, adoptarlas como propuestas programáticas que deben estudiarse detenidamente. Es evidente que la primera alternativa es la más acertada. Los movimientos juveniles son siempre grandes ritos de iniciación colectiva, mojones generacionales. Y este marco desborda sus contenidos explícitos (petitorios, manifiestos, eslóganes, etc.) Así que conviene centrarse en la crisis económica que explica esta eclosión social.
España viene de casi tres años de crisis profunda, con el desempleo estabilizado por encima de las 5 millones de personas. Esto a su vez ha disparado el gasto público desde fines de 2008, por el seguro de desempleo. El nivel del déficit se ha ubicado desde entonces en niveles incompatibles con la Eurozona (11,4 por ciento del PBI en 2009 y 9,8 por ciento en 2010). Gran parte de esos millones de "parados" españoles son jóvenes, lo que explica el fuerte sesgo generacional del movimiento del 15-M. Ante este cuadro pueden adoptarse enfoques económicos diferentes, pero es claro que "algo" se debe hacer, además del inicial gasto contracíclico que todos hicieron _y hacen.
En este punto es donde el debate se complejiza: la receta de recortar gasto público aplicada en Europa está teniendo un costo político relevante en España (que le pregunten a Zapatero y al PSOE) y en el resto de los países en crisis. Grecia, que está al borde del default (ver página 30) vio contraerse su economía algo más de 6 por ciento el último año. El debate es si se debe aplicar la "receta" ortodoxa contra viento y marea hasta lograr un gasto sustentable, o si esta medicina amarga resultará letal para el sistema político y para el tejido social europeo, el más sólido del mundo. Asimismo, Grecia y España no deben ponerse en el mismo paquete, dado que la primera está prácticamente quebrada y la segunda está lejos de ese cuadro. Pero el asunto de fondo es si impulsar o no el gasto hasta que se tenga una reactivación firme (es la postura de Paul Krugman, por ejemplo) pese al aumento que conlleva de déficit y deuda, o si se debe aplicar un recorte a esos altísimos déficit. Es esta última la opción elegida por Europa. Muchos dudan de su validez —o al menos de su sustentabilidad política—, y los jóvenes acampantes abonan estas dudas. A su vez, el que diga que sólo se debe seguir gastando sin más pese a lo niveles astronómicos de déficit fiscal y deuda acumulados sin dar cuenta de cómo se solventarán, incurre en la demagogia más cruda.
El dilema es muy difícil y nadie tiene la fórmula mágica. Los panfletistas aprovechan para hacer paralelos imposibles (con el 2001 argentino, con los 90s, etc) y sentenciar: ven, Zapatero se sometió a los mercados y así le fue, hoy es un cadáver político y encima la derecha volverá al poder. En el otro extremo sólo se atiende a los mercados y se piden recortes de gasto y flexibilizaciones laborales, que en un contexto recesivo sólo pueden derivar en más desempleo. Nada de esto sirve fuera de las trincheras ideológicas. La honestidad intelectual tiene algo de intemperie, por eso tantos la rehuyen.
Por lo demás, el desempleo juvenil es endémico Europa, donde surgieron en los últimos años legiones de “mileuristas”, o sea de trabajadores jóvenes, calificados, mal pagos y con contratos temporales. Fue la respuesta europea a la globalización, su manera de recuperar competitividad en un mundo donde los sueldos tienden a la baja por efecto de Asia, la gran proveedora, ya no sólo de obreros industriales, sino también de programadores de software y muchos otros servicios online.
lunes, 16 de mayo de 2011
Bin Laden y el juridicismo imposible
Está claro, en todo caso, que el vacío legal y la total ausencia de un real orden policial- judicial internacional, habilita a las operaciones de guerra contra blancos bien demarcados y legítimos, como fue este caso. El hecho de que la decisión la haya tomado un poder democrático y de la manera más transparente posible, le agrega un valor no menor. La transparencia adoptada por los EEUU ha sido extrema: se conocieron y se debaten todos los detalles del operativo. Este es el máximo de transparencia _y de legitimidad o licitud_ posible del sistema internacional y del actual nivel de desarrollo civilizatorio, y es el que utilizó Obama al dar su OK a la operación.
Si se tienen dudas, vale hacer el ejercicio imaginario del contraste con otra potencia, no democrática, ante el mismo predicamento. Si la superpotencia del caso Bin Laden hubieran sido China, Rusia o India, simplemente no existiría el actual debate global. La operación se hubiese hecho al estilo KGB, y basta. Luego se hubiese anunciando el logro mediante un comunicado y alguna declaración de Putin, por ejemplo, pero sin dar pie a la discusión, al debate sobre lo hecho. Ni hablar de los detalles del tipo “admitimos que no estaba armado, pero tenía cerca su fusil” ¡Cómo se deben reír de estas cándidas confesiones anglosajonas rusos y chinos!
El sistema internacional siempre tendrá potencias y superpotencias, y estas se dividen en democráticas y autoritarias; en occidentales demo-liberales y asiáticas o euroasiáticas con sistemas políticos y valores autoritarios. Y desde el punto de vista de los valores democráticos y civilizatorios, es mejor que la potencia dominante o superpotencia sea demo-liberal y occidental, dado que siempre, como ocurre ahora, buscará un punto de compromiso entre sus necesidades y exigencias estratégicas y esos valores. Cuando en el futuro sea China la superpotencia única, según se pronostica ligeramente (aunque a este difundido tópico habría que revisarlo, y muy bien), entonces los despreciados valores demo-liberales serán seguramente extrañados por muchos que hoy, aún siendo demócratas sinceros, profesan un ferviente antiamericanismo.
El modelo de potencia liberal-democrática que encarna EEUU ofrece así el mejor compromiso entre los valores jurídicos, la esfera del deber ser, y lo opuesto al imperativo categórico, lo que es y _a su modo_ también debe ser, la pura facticidad de la Historia.