miércoles, 24 de febrero de 2010

Vomitivo: mientras velaban a Zapata, Lula se abrazaba con Fidel

Hoy pegó el faltazo el Calo en el Senado, y ahí nomás aprovechó Pichetto y retiró la tropa K.
Pero no, la comedia política argentina debe dar hoy paso a algo mucho más serio y grave: la muerte del disidente Zapata en Cuba, después de 85 días de huelga de hambre en protesta contra los apremios ilegales y las condiciones infrahumanas de su detención. Hoy, miércoles, en el mismo momento en que arreciaban las condenas y velaban a Zapata, Lula llegaba a Cuba, casi en simultáneo con el coronel Chávez. Lulinha, Lulita, el gordito bueno, ya venía mostrando una tendencia tercermundista de lo peor. Le dio una mano constante a los fachos de Irán en el último año con el diferendo nuclear, e insistió en esa línea aún cuando hasta la AIEA _que de tan condescendiente con Teherán daba urticaria_ dijo claramente que los ayatolás preparan sin dudas una bomba nuclear. Ahora Lulita agrega esto. Lulita, es verdad, tiene que hacer gestos para la platea petista. Es una explicación demasiado reiterada, ante estas caídas de tono democrático de Lula. El episodio delata, más allá del famoso tornero paulista, el background de cultura autoritaria de la región. Porque no cuesta nada imaginar al Pepe Mujica haciendo un viaje idéntico a La Habana para sacarse una de esas fotos con Fidel-aún-vivo. Con el Coma-Andante. ¡Ven, está vivo! ¡Ahí está la prueba de vida, ahí está con Lula, vean, imperialistas! Tristísimo por partida doble: en condiciones normales ya sería repudiable un viaje así; con la muerte del mártir Zapata (¿cómo llamarlo, si no?, para colmo con el matón cuartelero Chávez de compañía, es para ponerse a vomitar. "Lulinha es bueno, Lulinha sólo quiere paz y amor!", decía el tipo en la campaña de 2003. Si, gordito chanta, te creo y todo.
Por este tipo de conductas amorales en política exterior (donde los gestos tribuneros, se supone, tienen menos costos reales que en política interna), es bueno que esta izquierda regional, tan "racional" y tan loada por los liberaloides de mercado (esos tipejos de eterno traje oscuro y mentes similares a un rendija) pero también por los demócratas de verdad, aunque en este caso sólo por contraste con la brutalidad extrema de Chávez y Evo, es bueno, decía, que esta "buena izquierda" comience a perder elecciones. Aguante Serra, que al menos este horror habanero de Lula no lo cometería nunca. Y que todos los demócratas lleven en su corazón el recuerdo de Zapata, otro crimen de lesa humanidad de la dictadura fascista-comunista-castrista.