lunes, 19 de abril de 2010

Los otros años 70: las vidas escondidas

Nueva novela de un escritor de Turín, Alessandro Baricco: es sobre un grupo de adolescentes en los años 70, que son católicos practicantes. Lo interesante es que el novelista elige esa evocación de los 70 en una ciudad emblemática de la izquierda radicalizada juvenil. Dice al respecto: "en Turín se disparaba casi todos los días, pero esa cosa tan espectacular y enceguecedora comprendía un círculo limitado de gente. Los otros vivían vidas inmensas. Esto para mí tiene una fascinación enorme. Sin descubrir las vidas escondidas no podemos comprender los años 70". Ecco, dirían los italianos, este punto me parece vital. Los otros años 70, las vidas escondidas, tapadas, por el protagonismo brutal de la violencia política. En Argentina ningún novelista tendría hoy el valor de plantearlo, dado el control absoluto del verbo políticamente correcto en clave K que domina a las letras. Pero yo, como el italiano Baricco, soy de esa época, y si bien estuve mucho más cerca que él de la militancia y de la violencia política (cerca: nunca milité), viví hondamente esas otras "vidas inmensas" y "escondidas" que él evoca por medio de un grupo de chicos católicos, que se confrontan, no con sus contemporáneos de las Brigadas Rojas o Lotta Continua, sino con el mundo pecaminoso de la alta burguesía "rica, inmoral, imprudente, escandalosa", según describe el periodista del Corriere que entrevista a Baricco. De hecho, el tema de la nota es otro: los ataques de la crítica católica al libro de Baricco, Emmaus. Pero para mí es central ese otro asunto, el de las otras experiencias de los 70 que han quedado totalmente eclipsadas por la prepotente lucha política. Hablo de adolescentes que leían a Salinger y escuchaban a Pink Floyd. De ellos nadie ha escrito una novela, mucho menos filmado una gran película. Que pasaban sus veranos en Villa Gesell y vivían por ósmosis de los mayores las novedades culturales de la época, pero a la vez buscaban su identidad por oposición a esos adultos. En fin, alguna vez alguien tendrá que escribir esa novela. Por lo menos me consuela saber que en Italia ya se ha hecho algo similar. Pero claro, en Italia a las Brigadas Rojas todos las llaman por lo que eran: terroristas. Nadie habla de militantes del campo popular aniquilados por el terrorismo de Estado al servicio del capital trasnacional. Salvo, claro, en oscuros y marginales círculos de anarquistas okupas. Acá, en cambio, lo hace la presidenta de la Nación y de ahí para abajo, una interminable legión. Esa es la gran distancia, o una de las grandes distancias.