miércoles, 4 de noviembre de 2009

Honduras y las desventajas de la "derecha"

Se repiten las ya eternas desventajas de la "derecha": el chavismo-castrimo-kirchnerismo puede a la vez poner el grito en el cielo por el golpe de Honduras y revindicar el golpe de 1992 de Chávez como una jornada épica sin que nadie le diga nada. Y apoyar dictaduras brutales, como la de Irán, también sin caer fulminada en el ágora multimedial. La "derecha", en cambio, no puede hacer nada parecido. Si siquiera se soñara con reividicar, parcialmente y recortadamente, digamos, "algo" del Proceso, (pero no se me ocurre nada, ni como ejemplo hipotético) sería llevada a los tribunales, previa paliza mediática (que, aclaremos, sería merecida). El mejor y último ejemplo de esta asimetría es, como dijimos, Honduras: los demócratas "burgueses" deben condenar sin peros y en toda la línea el golpe de Micheletti. La izquierda castro-chavista hasta impuso el vocabulario de este episodio a todos (gobierno de facto, resistencia popular, etc), pero a la vez milita por el proyecto hegemónico y teleguiado por Chávez de Zelaya, que es igualmente inconstitucional y de trasfondo autoritario. Pero aquí no hay condena, al contrario, hay apología a la luz del día. Y, de nuevo, se hace la publicitación descarada de procesos claramente autoritarios y violatorios de las constituciones, como el que lleva adelante Ortega en Nicaragua. A propósito: la policía sandinista acaba de moler a palos y detener arbitrariamente a una dirigente de derechos humanos. De nuevo, hubo un oprobioso silencio de los "organismos" argentinos y regionales. Lo increíble es que los de la izquierda castro-chavista no solamente no se sienten a la defensiva frente a maniobras como la última de Ortega, que habilitó su reelección de manera escandalosa, sino que las defienden casi con enojo. La izquierda juega así, de nuevo y como siempre, con cartas marcadas. Aprovecha hasta el último jugo las ventajas del republicanismo burgués, al que íntimamente, y no tan íntimamente, repudia con toda su alma. A la espera de que pueda voltearlo con un golpe, perdón, con una revolución. Un putsch, bah, como el de los bolchevicques de Lenin, contra los pobres y mayoritarios "menches". O como el golpe de Chávez contra el socialdemócrata Pérez. O bien van por un golpe por etapas, como el de Evo en Bolivia, el de Correa en Ecuador, el ya citado de Ortega en Nicaragua. En fin, todo vale cuando se trata de hacer avanzar la causa revolucionaria contra el capital.

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En Europa esta batalla tiene otro protagonista. Allí "la derecha" enfrenta al islam radical, y aún cuando lo haga con sólidos argumentos, es llevada a los tribunales, como ocurrió en Francia y Holanda. La persecución es implacable y a la vista de todos. Es el caso de la heroica Ayaan Hirsi Ali, a quien Holanda, atemorizada por los miles de extremistas islámicos que habitan allí, le soltó la mano de manera infame y cobarde. Las simpatías de idiota útil del progresismo europeo con el islam radical, al que se prodiga por darle todas las facilidades posibles para que crezca como el huevo de la serpiente en el corazón de Europa, indican no solo idiotez. Hay, al menos en un número alto de casos, una buena dosis de perversión y rencor. Se apuesta a que los barbudos hagan lo que no pudo hacer la izquierda revolucionaria surgida del 68. El caso del viejo Roger Garaudy, su conversión del comunismo más ortodoxo al islamismo, sirve ejemplarmente para ilustrar esta conducta perversa y resentida. Si no pudimos ganar nosotros e instalar el Gulag y la KGB en Francia, que prueben ellos. Mucha izquierda académica, húerfana de proyecto político real, y nutrida con Szizek, Negri y Laclau, "razona" de manera similar. Después están, claro está, los idiotas útiles puros. Los pacifistas liberales. Pero en este caso hay simple idiotez, no mala fe. Síndrome de campus de New England, no perversión a la francesa.