martes, 24 de noviembre de 2009
La mediocre economía 2010-11 parece condenar definitivamente al poder K
Pero si éste es el plan, ¿porqué el gobierno se empecina en aplastar la inversión privada, en espantarla? Sin una buena dosis de inversión, se sabe, la reactivación será floja, del orden del 2 o 3 del PBI, y eso no alcanza para bajar la altísima desocupación que sufren los sectores más pobres, golpeados por la ola de despidos en la economía informal (según El Economista, allí la desocupación creció 5 veces más que en el sector formal durante la crisis 2008-09), ni para reactivar el consumo en serio. Súmese la alta inflación, incorporada definitivamente al modelo económico, al menos desde 2006. Se sabe: la inflación golpea duro al salario real, empuja la conflictividad laboral y social, deprimer el consumo, etc. Y en el gobierno nadie tiene planes antiinflacionarios, al contrario. Recuérdese el absurdo debate de 2007, sobre "no enfríar la economía".
La respuesta a aquella pregunta , de porqué el gobierno aplasta casi a conciencia a la inversión privada, debe buscarse en la misma naturaleza del poder K. Entre 2003 y 2007, se estableció un sistema policial de vigilancia sobre el empresariado, nunca visto en democracia. Pero a la vez los que se "portaban bien" podían vivir relativamente traquilos. Y la continua expansión económica hacía el resto. Pero ahora, en su actual etapa, parece que Néstor no puede plantearse otra forma de hacer política que no sea la confrontación generalizada. Ya era así antes del 28 de junio, y desde entonces este sesgo se ha acentuado. Contemos sólo las últimas hostiliades: Clarín, Papel Prensa, Ausol, y las intervenciones en la Sigen y en la CNV, que van mucho más allá del caso Papel Prensa. En fin, sólo se salvan, en el campo empresario, los capitalistas amigos y nadie más. Morenización a fondo, en suma. Fuera de ese privilegiado círculo de amigos, solamente crecerán fuerte los sectores vinculados a ciertas exportaciones, según estiman las consultoras, pero eso no alcanza ni remotamente para lograr otro empujón como el de 2003-07, origen y fundamento de la fenomenal suerte política del kirchnerismo. Sin esos años "de oro", el kirchnerismo estaría muerto hace rato, habría perdido las presidenciales de 2007, porque nunca tuvo feeling con el grueso de la sociedad, que lo votaba solamente por aquella fortuna económica.
En resumen, todo indica, según el consenso general de los economistas, que nos espera un bienio de poco crecimiento, alta inflación, fuerte conflictividad social, más aislamiento internacional, etc. De manera que la suerte del kirchenirsmo estaría sellada. Al menos, desde la perspectiva de la economía. Que, vale recordarlo, ha sido fundamental para decidir la suerte de todos los gobiernos desde 1983 para acá, y desde antes también.
domingo, 22 de noviembre de 2009
Calentamiento global: alternativas para no frenar el desarrollo de los emergentes
El calentamiento global se ha puesto en el candelero, y se viene la Conferencia de Copenhagen. Conozco algo el complejo tema, dado que al menos desde 2004-05 me he dedicado a seguirlo en las publicaciones científicas y en las de divulgación seria. Frente al radicalismo ecologista y la izquierda, que culpa de todo al capital, el calentamiento se volvió en estos años otro frente de lucha. Desgraciadamente, en el liberalismo conservador no tuvieron mejor idea que negar de plano que existiera el calentamiento, basados en precarias argumentaciones de científicos marginales y de baja calificación. Las petroleras apoyaban esa línea, pagando un fuerte lobby en Washington. Esta posición era doblemente equivocada, al menos para alguien que se considere liberal: al ser claramente falaz, llevaba a confrontar con la ciencia, que es, recordémoslo, un valioso producto de la cultura liberal. Este punto poco parecía importarles a los ultramontanos estadounidenses _y españoles_ que hasta hace muy poco seguían atacando a la comunidad científica y negando el calentamiento. Una posición que no es incoherente: los conservadores son generalmente anticientíficos, son los mismos que tratan de prohibir la enseñanza de la biología evolutiva (o sea, de la biología científica a secas) en las escuelas. Ahora, porqué estos tipos, conservadores obtusos y cristianos integristas, son asimilados al liberalismo, es algo que nunca voy a terminar de entender. Pero bueno, la acumulación abrumadora de datos de campo y pruebas terminó por acallar a este sector reaccionario. Y las multis del petróleo ya no les ponen plata. Hoy, el debate es si limitar drásticamente las emisiones de CO2, algo que lastimaría el crecimiento industrial de los países emergentes, o buscar otras alternativas mientras se va sustituyendo el petróleo con otras fuentes. El Copenhagen Consensus Center, del danés Bjorn Lomborg, intenta explorar la alternativa de la geoingeniería. Aquí va lo que escribí para el medio donde trabajo:
La cumbre de la Apec en Singapur, el fin de semana pasado, dejó dos resultados netos. El primero fue geopolítico, si se quiere: desde ahora será la cuenca del Pacifico la que decida la agenda mundial, y ya no la atlántica (EEUU-UE). Obama y Hu Jintao decidieron, con la anuencia de los demás países de la Apec, reducir la próxima cumbre de cambio climático de Copenhage a una conferencia vacía de decisiones concretas e irrevocables. Una jugada que va contra el deseo explícito de quienes, con Europa a la cabeza, habían trabajado para que en la capital danesa se llegara a un acuerdo cuantitativo, con metas vinculantes de emisión de carbono para 2050. Esto, decidieron China y EEUU, quedará para algún momento de 2010.
El otro resultado de Singapur es la limitación y cambio del contenido mismo de la conferencia de Copenhage y del debate sobre los caminos a seguir ante el cambio climático. Prácticamente, EEUU y China (los dos mayores emisores de CO2), apoyados por, entre otros, Indonesia (otro gran emisor), le han dicho al resto del mundo que los recortes son demasiado costosos en términos de crecimiento, de tajadas de PBI, y que por lo tanto resultan política y socialmente insostenibles. Los demás países emergentes piensan más o menos lo mismo.
Este planteo lleva derecho a fortalecer la opción de la llamada "geoingeniería", en desmedro de las opciones tradicionales, basadas en el recorte de las emisiones. Básicamente, la geoingeniería consiste en aplicar tecnologías a gran escala para disminuir de inmediato la temperatura media global, limitando el ingreso de radiación solar a la baja atmósfera. La inyección de dióxido de azufre en forma de aerosol (1) en la estratósfera, a imitación de lo que ocurre durante las erupciones volcánicas, es una alternativa. Otra, el lanzamiento de gotitas de agua de mar dentro de las nubes sobre el Pacífico, lo que aumentará su reflexión de la luz solar. Parece que esta última es la tecnología más prometedora y práctica: investigadores citados por el Copenhagen Consensus calculan que a un costo de 6 mil millones de dólares se evitaría la totalidad del calentamiento global de origen humano estimado para este siglo. Dato interesante si se compara con el costo de limitar el aumento de la temperatura media global a 2 grados dentro del siglo XXI mediante el recorte de emisiones de CO2: unos 40 billones de dólares, según la misma fuente. Y como los países que más crecen, por lejos, son los emergentes, como China e India, serían ellos los que tendrían que pagar esa enorme cuenta, mucho más que la ecologista Europa, que crece poco y lo hace en los servicios, no en la industria.
Así, las propuestas de la geoingeniería tienen dos ventajas sobre el planteo tradicional de recortar emisiones: primero, como se dijo, baja la temperatura global de inmediato y no a largo plazo; segundo, no afecta a las economías emergentes, que dependen de sus altas tasas de crecimiento para mejorar la calidad de vida de su población. Porque que quede claro: quienes proponen recortar drásticamente las emisiones de carbono están proponiendo que millones y millones de chinos, indios, indonesios, etc, permanezcan en la miseria para lograr esos drásticos objetivos. Este lado, el menos simpático y "progre" del ecologismo, se mantiene convenientemente oculto.
Por todo esto, en las próximas décadas, mientras se acelera el desarrollo de tecnologías alternativas a los combustibles fósiles pero a la vez se permite su uso para no frenar el desarrollo de las naciones emergentes, la geoingeniería será seguramente la mejor respuesta al calentamiento global. Mal que le pese al retrógrado integrismo ecologista, que nos querría ver a todos viviendo dentro de una escenografía medieval, en un retorno imposible al mundo anterior a la Revolución Industrial.
(1) En el original escribí "dioxido de sulfuro", por traducir a las apuradas (sulfur dioxide). Como es obvio para un estudiante de química, se trata de un compuesto que no existe.
jueves, 12 de noviembre de 2009
La nostalgia totalitaria, o el anticapitalismo recidivante
Escribí el texto que sigue para una disertación que me pidieron. Creo que tiene un par de puntos de interés:
Los 20 años de la caída del Muro encontraron a la Argentina y la región padeciendo un auge de regímenes populistas autoritarios, antiliberales y retrógrados. Con Chávez arengando a sus milicias para ir a la guerra contra el imperio. Por esto la conmemoración tuvo aquí una carga ambigua. Los 20 años del Muro sorprendieron a la sociedad latinoamericana, no ocupada en consolidarse hacia el pleno desarrollo, sino, al contrario, revisando neuróticamente entre los trastos de su pasado para justificar su evidente fracaso en lograr ese objetivo. Así, en las coberturas de los medios y los analisis publicados por estos días fue posible encontrarse con la reivindicación, no tanto del socialismo real _que con sus genocidios, sus Kgb y sus Gulags resulta imposible defender, aunque ganas no falten_ sino de sus “principios”, de sus presuntos valores, en fin: de su necesidad histórica, que estaría aún vigente. De esta forma se ha comportado buena parte de la intelighentsia académica argentina. Con alguna que otra palabra de condena para el totalitarismo soviético “pour la gallerie”, pero evitando decir con todas las letras que 1989 es un hecho histórico incontestablemente libertador y democratizador. Se ha preferido teorizar el renacer del “imaginario emancipador”, entendido restrictivamente como las "alternativas al capitalismo" y nada más que eso. Se saluda tibiamente el 89, pero acto seguido se lamenta “la cancelación de los grandes relatos que construyeron el anhelo de crear un modelo alternativo a la voracidad homicida del capitalismo” (Rubén Chababo, Museo de la Memoria).
jueves, 5 de noviembre de 2009
La peor herencia K: una sociedad civil nacional-populista
Así, el tándem medios-educación media está resultado en la conformación de un nuevo sentido común progresista, como también ya se ha apuntado en este blog. Y como todo sentido común una de las cosas que hace eficazmente es acotar los márgenes de discusión. En este caso, la discusión se recorta en modo apriorístico en favor de la izquierda: todo lo que se tacha de "derecha" es rechazado con gesto de escándalo moral y no puede entrar en consideración. La conveniencia objetiva del mercado es un caso ejemplar. ¿Alguien se imagina a un chico del último año de la secundaria defendiendo la economía de mercado en un trabajo de ciencias sociales? En suma, ese poderoso sistema de valores comunes que es el sentido común ha cambiado en pocos años en favor de la izquierda populista, que se presenta como inapelablemente superior, no el plano de la factibilidad, que en toda construcción épica debe ser adverso per se, sino en el de la ética. Frente al egoísmo del capitalista y su ley de la selva, la solidaridad entre iguales. Frente a figuras que ya resultan repudiables en su estética (el yuppie, la City, Puerto Madero, etc), el "militante social", el indigenista que enfrenta al terrateniente y sus matones, el obrero de Terrabusi, etc. ¿Quién dudaría en identificarse, inmediata y perdurablemente, con los segundos, con los "débiles"? En este sentido la estrategia gramsciana de búsqueda de la hegemonía es hoy diferente y mucho más exitosa y perdurable de la aplicada en los 70, al menos en el nivel de la clase media universitaria. En lugar de la pesadez de Lenin, la baratura ligera de la historiografía nacional K. Nada de complejizar, todo lo contrario. Como en una campaña publicitaria. Porque, literalmente, de eso se trata. No se construye una nueva hegemonía cultural, un nuevo sentido común, con el abstruso neohegeliano Marx, quien fracasó en esto aún cuando Marta Harnecker intentó vulgarizarlo todo lo posible. Este cambio de estrategia cultural coincide con el cambio de objetivos: no ya la revolución y la lucha de clases sino, mucho más modestamente, Chávez. Evo en lugar de la Revolución cubana. Menuda reducción de objetivos, pero todo vale si el proyecto de fondo sigue en pie y no solo esto sino que da grandes pasos adelante. Y pensar que hace apenas 20 años se derrumbaba la RDA y caía el Muro.