jueves, 14 de agosto de 2008

¿Alguien sabe para qué sirven las fundaciones liberales?

¿Para qué existen las fundaciones liberales? ¿Alguien lo sabe? Sus enemigos ideológicos dicen lo previsible: para que las grandes empresas evadan o eludan impuestos. Pero no, no es tan simplote el asunto. A la hora de ver resultados, realmente muchas fundaciones liberales son sólo fuente de gastos a fondo perdido. Porque si su objetivo es "instalar", o sea, difundir eficientemente, el pensamiento liberal y el valor de la economía de mercado por fuera de las elites, claramente están fracasando contundente y sistemáticamente, y desde hace décadas. Se trata de un fracaso alegremente logrado y reiterado, sin mostrar la más mínima conciencia del fracaso consuetudinario.
Parte del problema parece que reside en que se ha copiado puntillosamente, mediante el recurso al papel de calcar, a las fundaciones americanas. Pero la sociedad argentina está en las antípodas de la americana en cuanto a sus valores liberales, al convencimiento popular del valor insuperable de la economía de mercado para crear bienestar. Un hecho bastante conocido, casi obvio, y que debería tomarse muy en cuenta al momento de plantearse el diseño de una fundación en Argentina. Así las cosas, nuestras fundaciones se dedican a dar seminarios y publicar revistas en las que se escuchan y leen unos a otros los integrantes de nuestra escuálida elite. Los empresarios y ejecutivos van a esos foros a escuchar lo que quieren escuchar y a decir lo que quieren decir. Muy bien, pero, ¿es ése el objetivo, ratificar entre los empresarios y ejecutivos las ideas de mercado? Claramente, definitivamente, no. Tal vez con esto alcanzaba en otros tiempos, hoy no. Salvo que sólo se quiera perder elegantemente el tiempo, se debe llegar con fuerza a las clases medias, educadas y no tanto. Convencerlas de que con el mercado les va a ir mucho mejor que con el Estado, que con una economía abierta y dinámica sus hijos tendrán mucho mejor futuro que creciendo en un corralito económico a lo Aldo Ferrer, vitalicio y decadente. El problema es que nadie da este paso, ni parece pensar en darlo. Hay, sí, novedades interesantes, como alguna fundación que pone el acento en los derechos humanos (un valor netamente liberal, que sin embargo los reduccionistas economicistas entregaron sin reparos a la izquierda hace 30 años, cuando apoyaron con entusiasmo a cuanta dictadura había en la región).
Así, si se revisa la agenda de las fundaciones, se verá la repetición de la misma rutina en seminarios, conferencias, publicaciones, etc. Todas actividades pensadas, dirigidas y consumidas por un público limitadísimo y cerrado. El mismo de siempre. Hace un par de meses, tuve que asistir a un convenio de una de estas fundaciones. La platea era patética, un Jurassic Park en el que sobresalía Neustadt, quien murió poco después. Mientras el politólogo mexicano Jorge Castañeda recibió tibios aplausos por su ajustado y pragmático análisis de las dos izquierdas latinoamericanas, porque al público, evidentemente, le pareció escandaloso que no condenara sin apelaciones a todas las izquierdas, Armando Rivas, un dinosaurio que, dicen, escribió sonetos en homenaje a Pinochet, recibió una ovación gracias a un discurso _que debe haber repetido mil veces en esta clase de convenios_, en el que condenaba por "estatistas", "socialistas" y "totalitarios" a casi todos los gobernantes que hay sobre la Tierra. Castañeda miraba azorado desde el panel, como diciendo "estos tipos no van a ningún lado, dónde me metí". Y justamente, se trata de eso. Que no van a ningún lado.