jueves, 15 de octubre de 2009

Sexo oral para todo el mundo

A pedido del público vuelve este post:

El Gordo llora como loco y se abraza con el doctor, o sea, con Bilardo, que también llora como loco. Una fiesta en el Centenario. Bolatti, o como se llame, hizo un gol sobre la hora, no muy diferente de la carambola de Palermo, o sea, de Martín, bajo la lluvia del Monumental. Ya en la conferencia de prensa, el Gordo, fríamente y con los cartelitos de los sponsors de fondo y la Coca Cola adelante, suelta la famosa frase: que me la chupen. Por si fuera poco, insiste con la fina metáfora: que me la sigan chupando. Habla, claro, de los periodistas, que para él no fueron lo suficientemente complacientes con sus locuras. "Esta noche me recibí de técnico" fue otra frase memorable que quedó injustamente eclipsada por la del sexo oral para todo el mundo. La reacción es la previsible y, supongo, la que debe ser: condena, crítica redoblada ante la total ausencia de autocrítica, pedidos de renuncia. Pero yo todavía me río cada vez que me acuerdo. Me imaginaba a los gerentes de RRPP, o de imagen corporativa o lo que sea, de las empresas patrocinantes de la Selección helados ante el exabrupto del Gordo. Ojo, yo a Diego lo echo a patadas de la Selección mucho antes de esto, y traigo de vuelta al Loco Bielsa, y si no es posible pongo a un alemán rígido y bien facho. Pero la obscenidad del Gordo Argentino me hizo revolcar de risa. ¡Que me la chupen! ¡Que me la sigan mamando! No sé si las promotoras de Coca Cola se habrán sentido aludidas, o si habrán tenido el impulso de cumplir con el deseo del 10. Estaría bueno ir a preguntarle a una psicoanalista feminista, de esas feas de lentes con biblioteca atrás, qué opina de la propuesta de sexo oral del Gordo Nacional, que la mina hable de la problemática de género, de la sexualidad como poder, etc, etc. La anécdota me hizo acordar a Yeltsin puteando a los periodistas en plena Casa Blanca. Clinton, al lado, no podía parar de reirse. Si yo dijera un poquito de lo que dijo él me crucifican, comentó Bill entre lágrimas de risa mientras abrazaba al borracho de Boris. Ahora el Gordo le dio una vuelta de tuerca al exabrupto. ¡Que me la chupen! Solamente a él se le podía ocurrir una salida una así. La seriedad con que lo dijo hace mas reidera la situación. Ya superado el trance, vamos adelante con el Titanic de la Selección, a toda marcha hacia Sudáfrica, con Martín, con Bolatti, con Bilardo y la mar en coche. Y si sale mal, será culpa de los periodistas o de alguien más poderoso, que subrepticiamente le cortará las piernas a nuestro héroe, a nuestro Gordo. Y si por algún milagro la aventura sale bien, el Gordo volverá a la carga desde Johanesburgo: a todos los periodistas argentinos... que me la chupen! Bueniiisssimo!