martes, 26 de mayo de 2009

A propósito del caso Techint: Chávez y el socialismo parasitario

El patrón que surge de las estatizaciones de Venezuela es muy claro: se toman unas compañias sanas y se utiliza esa eficiencia heredada para cubrir la intrínseca inoperancia estatal latinoamericana, al menos por unos años. Casi siempre se trata de empresas de servicios públicos que habían sido privatizadas en los 90, después de décadas de desmanejo y descapitalización. Así ocurrió con la eléctrica de Caracas, o las telefónicas como Cantv. En otros casos, se trata de actividades industriales que, también, pasaron de la órbita estatal a la privada hace unos 15 años y que ahora Chávez vuelve a tomar, una vez hecha la recapitalización y racionalización por los privados. Tal es el caso de Sidor, la enorme siderurgia de Techint confiscada en 2008. Una variante de esta conducta se da en las refinerías de crudos pesados de la Franja del Orinoco. Aquí no hubo reestatización. En los 90 las petroleras privadas iniciaron de cero esta actividad, dado que Pdvsa no tenía recursos tecnológicos para hacerlo. Se trata de refinerías que procesan crudos pesados y con alto contenido de azufre, de bajo valor, a los que Venezuela debe recurrir a medida que se le agotan los crudos livianos de mayor precio. Una vez instaladas las refinerías y ya trabajando a pleno régimen, Chávez las estatizó. El caudillo venezolano resulta así un gran beneficiario de la ola privatizadora de los 90: recoge sus frutos mientras maldice el árbol que los produjo.
Una conducta idéntica sigue adelante su pupilo Evo Morales. Basta revisar las nacionalizaciones del petróleo y gas para dar con el mismo patrón. Bolivia era un país con enorme potencial gasífero inexplorado antes de que las petroleras privadas extranjeras multiplicaran las reservas certificadas. Ahora Evo se queda con los resultados de años de exploración privada, que la estatal YPFB nunca hubiera podido realizar.
Se puede caracterizar a las nacionalizaciones de Chávez y Evo como literalmente parasitarias: no "levantan muertos", ciertamente, sino que se apropian de empresas sanas, de alta productividad y procesos eficientes. Al contrario, los que anteriormente levantaron muertos fueron los privados, que se hicieron cargo de mamotretos estatales tan generosos en sus sueldos y prebendas como carentes del menor sentido de la buena gestión. Ahora, sólo resta sentarse a ver cuánto tardarán las nuevamente nacionalizadas Sidor, Cantv, etc, en volver a ser aquellos elefantes blancos a cargo del contribuyente.